El pergamino de Eunomia

La cenicienta y la URSS

La cenicienta y la URSS

La cenicienta y la URSS

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

La Asamblea General de las Naciones Unidas del 12 de octubre de 1960 de Nueva York dejó huella en la historia, no solo por ser un evento clave en plena Guerra Fría, sino por la reacción desmesurada de uno de los asistentes. El protagonista de tan acalorada respuesta fue Nikita Jruschov, líder soviético desde 1955 hasta 1964. Según los asistentes, el dirigente habría blandido uno de sus zapatos mientras lo golpeaba repetidamente contra la mesa y gritaba: «¡No nos asusta la guerra. Si se nos impone, combatiremos y venceremos. Las bajas serán innumerables y aterradoras. Somos comunistas y tenemos fuertes los nervios!».

Lo cierto es que Jruschov fue el que tomó el relevo tras la muerte de Stalin, algo que pondría de los nervios a cualquiera. Pronto comenzó a demostrar que no tenía intenciones de abrir el régimen, decisión que dejó patente con la construcción del ‘Muro de la Vergüenza’ con el que intentó frenar la migración masiva desde Alemania del Este y del bloque comunista hacia Occidente.

Jruschov perdió los papeles cuando Lorenzo Sumulong, representante de Filipinas, criticó la represión que vivían los países de Europa del Este. Hay fuentes que afirman que el dirigente soviético no golpeó la mesa con su zapato, sino que lo hizo directamente con su puño, tan contundentemente que habría llegado a romper su reloj. Las mismas voces sostienen que sí se quitó el zapato, pero que no lo golpeó contra la mesa, más bien lo sacudió en el aire simulando que lo iba a lanzar y luego lo dejó caer haciendo ruido.

El revuelo que causó la reacción de Jruschov hizo que se suspendiera la sesión, tras la que cada uno de los asistentes creó su propia versión de lo ocurrido hasta tal punto que actualmente no se sabe con certeza qué sucedió realmente. De hecho, el politólogo estadounidense William Taubman hizo una encuesta a algunos testigos y no consiguió que las versiones coincidieran. Es muy famosa la fotografía que muestra al presidente con un zapato en la mano, pero los expertos afirman que es un fotomontaje.

Los medios de comunicación de todo el mundo publicaron lo ocurrido, si bien los relatos diferían en buena parte unos de otros. El enviado especial del ABC José María Massip escribió: «algo grave, quizá irreparable, sucede en la ONU», y describió que en la sesión se había vivido en torno a un «clima de terror». Según el reportero del New York Times Benjamin Welles, Jruschov «se quitó el zapato derecho, se puso de pie y lo blandió dirigiéndose al delegado filipino que se encontraba al otro lado de la sala. Luego golpeó su zapato en el escritorio». Pero otro reportero del mismo diario negó haber visto al dirigente ruso golpear la mesa con su zapato.

El de Jruschov no es el único calzado que ha protagonizado un berrinche político. El 14 de diciembre de 2008 el periodista iraquí Muntazer al Zeidi lanzó su cholazo contra el presidente George W. Bush al grito de «¿este es un beso de despedida del pueblo iraní, perro!». Acto seguido arrojó el otro par, pero el presidente fue capaz de esquivar ambos ‘proyectiles’. ¿Porqué un zapato? El profesor de árabe de la Universidad de Granada Akram Jawad explicó entonces que «si el periodista hubiera podido lanzarle la silla o un objeto más contundente, no lo hubiera hecho. Porque para un iraquí, lanzarle a alguien una zapatilla es el gesto de mayor desprecio a un ser vil». Esta prenda en el mundo árabe representa impureza y mostrar su suela es un gesto sumamente ofensivo.