El pergamino de Eunomia

El origen del término «chaquetero»

El origen del término

El origen del término

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Desde Quinto Cicerón, en el año 60 del siglo I (a.e.c.) al Twitter de Elon Musk, las vueltas de la Tierra dejan para la historia anécdotas de la res-pública que suponen auténticas lecciones para copiar, repetir, olvidar o aprender. Queda a la elección de los candidatos y del marketing político trascender como charlatanes o dejar huella. La literatura, la música, el cine y la televisión ofrecen ejemplos, reales o no, de ello.

La RAE define al chaquetero como alguien que cambia de bando o de partido, y así es como se conoce popularmente el término, como una persona que cambia de ideología según le conviene sin importarle demasiado sus promesas del pasado. Es utilizado sobre todo en política y han sido muchos los tránsfugas que, a lo largo de la historia, han terminado cargando con tan indigna etiqueta.

Pero, lejos de ser un término acuñado en la contemporaneidad, existe desde hace cinco siglos y para conocer sus orígenes se debe tener en cuenta a Carlos Manuel I de Saboya, un duque nacido en el castillo de Rívoli en 1562. La historiografía lo define como un hombre de gran ingenio, buena memoria e inteligencia superior a lo común. Además, se le considera un gobernante que se preocupó por sus súbditos y que fue amante del arte de la política y de la guerra. También se destaca su ambición, su soberbia y su incansable búsqueda de nuevos proyectos, algunos realistas y otros no tanto.

Su desmedida ambición le hizo colocarse estratégicamente al lado del monarca que más le convenía. Estar casado con Catalina Micaela, hija del rey español Felipe II, no le impidió ganarse el favor de los rivales franceses contra los intereses españoles cuando le convino. Se ganó su fama gracias a los pactos que hizo y deshizo con ambos bandos, llegando a declararse ‘neutral’ cuando veía que no le convenía meterse en camisa de once varas.

Al parecer, Carlos Manuel I vestía un jubón bastante elegante, muy similar a una chaqueta ceñida, que le confeccionaban los más célebres sastres de su época. El jubón no era una prenda exclusivamente nobiliaria, los soldados también solían llevarla como parte de su uniforme. Su interior estaba compuesto por una tela más económica de un color similar a la exterior y, cuando los soldados veían que la habían descosido por fuera, se la ponían dada la vuelta prolongando así su uso.

Prueba del ingenio acomodaticio del duque es un jubón reversible, que él mismo diseñó, rojo por un lado y blanco por el otro. Estos colores representaban a las casas reales de Francia y de España y, dependiendo del país en el que se encontrara, se ponía la chaqueta de un lado o de otro, dando pie al término chaquetero. Si bien es el caso más famoso que se ha documentado, se tiene constancia de que esta fue una práctica bastante común en la época.

Uno de los mejores ejemplos del chaqueterismo de Carlos Manuel se ve bien reflejado durante la ocupación francesa de Casale Monferrato durante la guerra de sucesión de Mantua (1628-1631), cuando se alió con España. Poco después, el cardenal Richelieu invadió el Piamonte y conquistó Susa, ante lo que el duque decidió volver a cambiar de bando firmando el Tratado de Suiza, aliándose así nuevamente con Francia. Felipe IV no dudó en enviar dos ejércitos, uno a Génova y otro a Como. Frente a la nueva amenaza española y Carlos Manuel no tuvo más remedio que declararse «neutral».

El duque murió en Savigliano el 26 de julio de 1630 sin ver cumplidos sus sueños de grandeza para la casa de Saboya y dejando atrás un ducado en situación precaria, pero legó al mundo un término que, sin duda, enriquece nuestro léxico.

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