El pacto entre el PSOE y Unidas Podemos para un intento de Gobierno progresista de coalición, permitir la investidura del socialista Pedro Sánchez y poner en marcha la nueva legislatura abren un escenario desconocido para el resto de las formaciones políticas, en particular para aquellas que en teoría deben sumarse al acuerdo y con ello acabar con el bloqueo político en España. Los términos en los que los dos partidos firmantes del pacto van a plantear el proceso para sumar los votos necesarios en el Congreso, especialmente por parte socialista, no será de negociación abierta con esas formaciones, sino la de buscar una complicidad explícita para que apoyen el pacto, se coloquen del lado de la gobernabilidad y del desbloqueo y rechacen sumarse al bando del no y de una nueva repetición de elecciones, en el que estarían, al menos, el PP, Vox, Cs, JxCat y la CUP.

Este es el mensaje central que está planteando la negociadora del PSOE, Adriana Lastra, en los contactos que ayer mismo empezó a tener con los partidos candidatos a esa suma de partidos que apoyarían el inicio de la legislatura con un sí inicial al Gobierno progresista. Las conversaciones comenzaron con el PNV, ERC, Más País y Compromís y continuarán en los próximos días con toda la amalgama de formaciones necesarias para la investidura, entre las que los firmantes del acuerdo incluyen a la alianza nacionalista canaria de CC y NC con sus respectivos representantes en el Congreso, Ana Oramas y Pedro Quevedo.

La naturaleza de estas conversaciones, sin embargo, abre dudas sobre la efectividad de las mismas toda vez que la idea del PSOE no es entablar una negociación formal sobre las compensaciones que el nuevo Gobierno estaría dispuesto a dar a cambio del apoyo, sino que lo plantearía en términos de permitir de entrada la investidura y la formación del Ejecutivo. Más allá de compromisos a futuro, Sánchez, en principio, no está dispuesto a negociar una agenda distinta y un documento complementario con cada uno de los posibles apoyos al pacto con Unidas Podemos, sobre todo en un contexto de atomización parlamentaria como la surgida del 10N.

La idea fuerza que marcará este proceso será, por tanto, la de poner a las demás formaciones ante la tesitura de estar o con la gobernabilidad que pretenden las fuerzas progresistas, o con el bloqueo en el que se instalarán "las derechas" y los independentistas catalanes partidarios del "cuanto peor, mejor". Esta posición puede dificultar las negociaciones con CC y NC, que condicionarán su apoyo a cuestiones concretas como las inversiones en Canarias, la deuda en carreteras, las ayudas a la conectividad aérea o el uso de superávit.

Dando por hecho, por tanto, el voto en contra de los 89 escaños del PP (ayer logró quitarle uno al PNV en el recuento del voto exterior), los 52 de Vox, los diez de Ciudadanos, los ocho de JxCat, los dos de la CUP y los dos de UPN -bloque que suma 163 escaños-, el pacto de gobernabilidad de socialistas y Unidas Podemos (155 entre ambos) necesitará el apoyo de los seis diputados del PNV y de los tres de Más País-Compromís, y al menos el de varias formaciones de uno o dos diputados como el PRC, Teruel Existe, BNG, CC y NC. Además del apoyo o abstención de los 13 diputados de ERC y de los cinco de EH Bildu, formaciones estas que probablemente actuarán conjuntamente.

Posible apoyo determinante

Todos los cálculos y previsiones sobre la aritmética parlamentaria en el Congreso dan por hecho que la investidura no será posible en una primera votación, en la que se necesita mayoría absoluta (176 escaños), y que todo se decidirá en la segunda en función de lo que finalmente decida hacer ERC, muy sometida a tensiones contradictorias por su apuesta inicial por la gobernabilidad, tal como expresó en la frustrada investidura de Sánchez en abril, pero muy pendiente y condicionada por las elecciones catalanas que podrían convocarse en breve. Tanto los republicanos catalanes como la formación abertzale están ahora mismo más cerca del 'no' que de la abstención, lo que abocaría al fracaso el intento de gobierno de Sánchez e Iglesias, que en la segunda votación necesitaría para salir adelante más síes que noes.

Si ERC finalmente decide abstenerse, los nacionalistas canarios tendrían en su mano de nuevo ante sí el futuro de la gobernabilidad en función también de los que puedan hacer otras formaciones minoritarias de ámbito territorial.

El pactómetro concede en este sentido a CC y NC oportunidad de sumarse a distintas combinaciones para permitir la investidura, más allá de que cada una de las formaciones de la alianza canaria acabe decidiendo una posición distinta al respecto, tal como se reconoce en su acuerdo electoral. En todo caso, en estos momentos Quevedo parece decantado claramente hacia el sí, mientras Oramas espera a conocer las contrapartidas que ese apoyo le supondría.

Aunque ambas formaciones tiene intención de presentar la agenda canaria como elemento central de su negociación con el PSOE, CC quizá sea más exigente por su distinta relación actual con los socialistas.

A expensas de otros partidos

Sus posiciones, en todo caso, quedan a expensas de lo que paralelamente hagan las demás formaciones. Si se diera el caso de que CC y NC acaben coincidiendo en sus votos, estos serían determinante en combinaciones concluyentes, casi todas ellas partiendo de la base de la abstención de ERC como elemento clave para evitar que su apoyo o rechazo acabe inclinando la balanza a uno u otro lado sin necesidad de contar con los partidos minoritarios. Así, si los republicanos confirman su neutralidad en la votación, pero Bildu se inclina por el no, el voto de los dos diputados canarios sería entonces imprescindible junto al de PNV, Más País-Compromís, BNG, PRC, y Teruel Existe, para alcanzar 169 votos frente a los 168 del otro bloque. Si los abertzales se abstienen también, el valor del concurso de los nacionalistas canarios dependería de lo que hicieran las otras formaciones territoriales.

En todo caso, todos ellos estarán muy pendientes de las conversaciones de los demás con el PSOE para conocer hasta qué punto Sánchez asume en cada caso parte de las respectivas agendas regionales que planteen, y conocer a su vez la presión que estarán en disposición de ejercer para facilitar la investidura y avalar ese histórico Gobierno de coalición de izquierdas.

Votos claves

Los dos escaños

¿QUÉ DICTA LA NORMA?

El artículo 171 del Reglamento del Congreso de los Diputados establece que si en la primera votación el candidato propuesto obtuviera el voto de la mayoría absoluta de los miembros del Congreso (176 votos), se entenderá otorgada la confianza para formar Gobierno. Si no obtuviera dicha mayoría, se procederá a nueva votación cuarenta y ocho horas después de la anterior, y la confianza se entenderá otorgada si en ella obtuviere mayoría simple. Esto es, más síes que noes.

¿CUÁNTOS VOTOS ESTÁN SEGUROS?

La coalición tienen seguros los votos de sus respectivos grupos: los 120 del PSOE y los 35 de Unidas Podemos.

¿QUÉ SUMA EL BLOQUE DEL NO?

El Partido Popular aporta al no sus 89 escaños; Ciudadanos 10, Vox sus 52, JxCat 8, la CUP 2 y UPN otros dos.

¿Y LOS MINORITARIOS?

La coalición acordada el martes por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias necesitaría para salir adelante en segunda votación del voto favorables de los seis diputados del PNV, los tres de Más País-Equo y al menos el de varias formaciones territoriales con uno o dos diputados como Teruel Existe, el Partido Regionalista de Cantabria, el Bloque Nacionalista Galego y los diputados nacionalistas de CC y NC. Esto además de al menos la abstención de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), con trece diputados, y los ocho de los vascos de EH Bildu. Una y otra formación están ahora más cerca del no.

¿CC y NC SERÍAN DETERMINANTES?

Si ERC se abstiene entonces el valor del voto de los nacionalistas canarios subirá y serían imprescindibles junto con el PNV, Más País- Compromís, BNG, PRC y Teruel Existe. Entre unos y otros sumarían 169 apoyos a favor frente a 168 del bloque del no. Si EH Bildu se suma a la abstención ya no sería necesarios tantos votos a favor y el valor de los dos canarios bajaría en función de lo que hicieran también el resto de las formaciones minoritarias que, como Canarias, ya han puesto sobre la mesa de negociación sus respectivas reclamaciones.