Era un día algo desapacible. La pertinaz lluvia no animaba a disfrutar una jornada de playa y Santa Cruz se mostraba lánguida.

Cuando cayó la noche, en la sede de Vox, en la primera planta del número 21 de Valentín Sanz -conocida popularmente como la calle del Norte-, se seguía el inicio del escrutinio a nivel nacional con una cierta inquietud, nada disimulada.

Arancha y Merchines, la candidata al Senado, oficiaban de anfitrionas: refrescos, agua, aceitunas, bizcochón y hasta ganchitos. Y, así, a medida que crecía el porcentaje de los votos escrutados, iba asomando la expectación. "¡Mira, un escaño en Murcia". (Aplausos).

El presidente de la formación en Tenerife y número dos por la provincia tinerfeña, Alejandro Santiago Gómez Rodríguez, no paraba. En un impasse, afirmaba: "Estamos contentos de cómo ha transcurrido la campaña", de la que destacó "la cercanía de la gente".

Con tono esperanzado, pero armado de cautela, subrayó los múltiples mensajes de apoyo recibidos, acaso signo de un cambio que aún estaba por cristalizar cuando apenas se habían cerrado las urnas en el archipiélago.

"Lograr un diputado por Canarias para nosotros ya representaría un rotundo éxito", decía (el recuento final les concedió dos), mientras de soslayo seguía con atención el recuento que se iba desgranando a través de la televisión.

"No vamos a adelantarnos a los acontecimientos. Prudencia".

Por entonces, los más jóvenes de la familia de Vox, animados por los resultados, exteriorizaban su optimismo y se sacaban fotos junto al póster del líder nacional, Santiago Abascal.

"¡Ya somos la tercera fuerza más votada! ¡Madre mía!", exclamaban. "¡Y cuidado que llega la ultraderecha, un peligro para la democracia!", ironizaban.

Pocos minutos después de las nueve de la noche, Rubén Darío Vega Arias, número uno de Vox al Congreso por la provincia tinerfeña, hacía su entrada triunfal en la sede, entre vítores: "Yo soy español, español, español".

"Buen trabajo, buen trabajo", respondía con una sonrisa ancha este capitán jubilado de la Marina Mercante, leonés de nacimiento (como el socialista Zapatero) y afincado en Santa Cruz de Tenerife desde hace 35 años.

Al grito de "¡Viva España!", la respuesta sonó unánime en todo el recinto: "¡Viva!". La sede rebosaba alegría y entusiasmo.

"Estamos muy contentos por los resultados y también somos optimistas. La labor era transmitir nuestro mensaje, de manera que fuera calando en la gente y se conocieran los valores y toda la base del programa de Vox", señalaba Rubén Darío Vega.

"La unidad de los españoles y el concepto de España" está presente en el fundamento de un ideario sobre el que descansan "la defensa de un cultura y unos valores que hemos heredado de nuestros padres y nuestros abuelos: honradez, modestia, trabajo, esfuerzo y ayudar al vecino", subrayó el ya diputado por la provincia.

A pesar de que el escrutinio no había finalizado, Rubén Darío Vega consideró su elección "una enorme responsabilidad. Vine a Tenerife hace ahora 35 años y poder, en mis últimos días, compensar todo el cariño que he recibido de esta Isla y los chicharreros para mí supone un regalo".

Cuando el reloj marcaba las 21:40 horas, aparecía el líder nacional, Santiago Abascal, en la pantalla de televisión, capitalizando desde entonces el silencio, las miradas y toda la atención.

"Somos la tercera fuerza política, los protagonistas de la mayor gesta de la democracia" (Aplausos). Pero el cénit llegó cuando Abascal enumeraba a los representantes por provincias y nombró a Santa Cruz de Tenerife, lo que desató vítores y bravos. "España unida, jamás será vencida".

Empieza a amanecer...