La noticia es que solo ha dimitido uno entre la docena de perdedores de las elecciones. Albert Rivera, el "adolescente caprichoso" según su ideólogo Francesc de Carreras, abandona sin reconocerse culpable único de la catástrofe de Ciudadanos. No será añorado, pero su mayor contribución política les enseña el camino a sus compañeros de naufragio. En efecto, prácticamente todos los concursantes:

PSOE.- Lo peor no es la continuidad de Pedro Sánchez, sino la ausencia de un solo gesto de reconocimiento de una convocatoria desastrosa para el Congreso, el Senado, las autonomías y los municipios socialistas.

PP.- Sigilosamente, Pablo?Casado desea sobrevivir al segundo peor resultado de la historia del?PSOE, después de haber encabezado también el peor. Culto al líder estéril.

Vox.- Crece respecto de abril, pero Abascal se limita a mantener los vaticinios primaverales para su partido y comete el mismo error que Ciudadanos, regalarle su apoyo al PP.

Podemos.- El sultanato se ha especializado en la crítica a los errores ajenos, pero?Pablo?Iglesias no toma nota de un descalabro gradual de sus huestes a la altura del brusco hundimiento de Rivera.

Ciudadanos.- Si la solución errónea es Inés Arrimadas, "infamia" será la palabra más pronunciada de la jerigonza política.

Más País.- A Errejón no le han votado ni los padres y madres que lo querrían como yerno, es el candidato simétrico a Rivera.

ERC.- Sube el independentismo, aseguran, pero Esquerra pierde dos diputados.

JxCat.- Sube el independentismo, juran, pero los seguidores de Puigdemont se han dejado arrinconar por Esquerra.

CUP.- Entran, pero con dos en vez de los cuatro prometidos. Añádase el estancamiento de PNV y Bildu, hasta concluir que unas elecciones pueden ser perdidas por todos los participantes.