La ultraderecha española parece haber encontrado una autopista muy propicia para la aceleración en esta repetición electoral del 10 N. O una cumbre fácil de escalar. El discurso simplista, falaz, insultante y profundamente antisocial y antidemocrático de la fuerza política en la que actualmente se sostiene esta ideología en España está calando poco a poco en sectores de la población muy alimentados por la crisis catalana y el hastío que produce la permanente discordia entre los partidos democráticos, así como el bloqueo político e institucional a que estos están sometiendo al país desde hace cuatro años. Y también por el discurso populista y el nihilismo antipolítico de un amplio espectro mediático, o ese radicalismo con el que también algunas formaciones están afrontando esta situación.

Es el contexto perfecto para que el cultivo del odio, o el choque de odios, fructifique, y tenga su correspondiente expresión electoral, y ese horizonte está abriéndose para Vox y su principal líder y candidato a la Presidencia del Gobierno, Santiago Abascal, en la jornada del domingo según apuntan todas las encuestas, en las que en el peor de los casos para ellos podrían doblar los 24 escaños logrados el 28 A. La inteligente y efectiva estrategia de la formación ultra desde su aparición en escena en las elecciones andaluzas del año pasado, su posterior campaña electoral de la generales de abril, las negociaciones con el PP y Cs para estar presente luego en los gobiernos locales y autonómicos donde eran imprescindibles para que la derecha gobernara, está teniendo su colofón en esta nueva oportunidad que se le ofrece para condicionar la vida política española.

El conflicto catalán, un gran 'aliado'

Obviamente, la situación en Cataluña tras la sentencia del Supremo sobre el procés y la violencia aparecida en las calles de Barcelona en respuesta a esa decisión judicial constituyen argumentos de gran efectividad para ese españolismo anticuado que anidó durante años en el PP y que ahora resurge con Vox. Aquel franquismo sociológico que también resguardó en su seno el partido de la derecha de siempre desde la Transición, y al que evitó darle protagonismo político e institucional (salvo excepciones en los tiempos de Aznar), ha encontrado ahora un hueco de escape espoleado por la imagen del féretro del dictador saliendo del Valle de los Caídos, y gracias en parte al juego que le han seguido el propio PP y Cs. Ambas formaciones del teórico centro derecha han blanqueado a los ultra a base de aceptar al neofascismo de mesa camilla y aspecto atildado como socio en ayuntamientos y comunidades autónomas para evitar gobiernos de izquierda o de centro derecha liderados por el PSOE, con Podemos o el propio partido naranja, según los casos, y ahora es Abascal quien les marca la pauta a ellos.

Especialmente graves son las consecuencias para el partido de Albert Rivera, de donde el voto más españolista emigrará sin remedio al de Abascal, mientras que el más centrista y moderado tomará camino del PSOE. Y puede que buena parte del argumentario de ese antiguo voto naranja que el domingo próximo probablemente se trasvase a Vox haya sido cultivado por el propio partido que en sus inicios quiso ser liberal, bisagra y espejo centrista de otras formaciones europeas del mismo signo y filosofía política para condicionar en todo momento la vida institucional española. Y si las encuestas de las últimas semanas ya apuntaban a un claro ascenso de Vox a costa de Cs, el debate a cinco de la noche del lunes confirma las expectativas porque todos los analistas y sondeos dan a Abascal como el gran beneficiado porque fue quizá el único que logró centrar sus mensajes, por muy falsas que fueran sus afirmaciones, mentirosos sus argumentos y delirantes sus propuestas, sin que nadie, por cierto, le enmendara la plana.

Así que a cuatro días de las nuevas elecciones, la ultraderecha española que odia la democracia, el estado del bienestar, el sistema de libertades y los derechos políticos y sociales que este país ha conquistado está en condiciones de, con las propias herramientas democráticas a su alcance, convertirse en tercera fuerza política y hermanada con las otras derechas para lo que haga falta como en Andalucía, Madrid (comunidad y ayuntamiento), Castilla-León o Murcia. Malos tiempos para progres, mujeres maltratadas, mujeres en general, gays, inmigrantes, ... y para un "ilegalizable" PNV, según amenaza a un portavoz vasco de un alto dirigente de Vox. Ortega-Smith, en directo en televisión.

La formación ultra estaría en condiciones de lograr por primera vez un escaño en Canarias, según indican la mayoría de las encuestas. Si en abril el electorado isleño le dio la espalda, logrando 36.091 (7 % de sufragios totales) en Las Palmas y 31.308 (6,1 % de votos) en Santa Cruz de Tenerife, y por tanto sin banco parlamentario, en las elecciones del domingo podrían subir los suficiente como para, esta vez sí, obtenerlo. El CIS le abre esa posibilidad en la provincia occidental, mientras la encuesta de EL DÍA del pasado domingo se la amplía a la occidental. En cada uno de los casos le disputa el escaño a distintas formaciones políticas. En Las Palmas ese diputado estaría en juego con el segundo de Unidas Podemos o el único que podría lograr NC-CC, mientras que Santa Cruz de Tenerife se lo disputa a Cs, o a la propia coalición nacionalista, a la que le restaría un segundo escaño.

Sin estructura orgánica

Si la marca estatal es la que predomina en cualquier territorio en todas las formaciones políticas (no nacionalistas) en unas generales, más lo es en el caso de Vox en Canarias, donde no dispone de la menor estructura orgánica, ni de liderazgos, portavoces o candidatos conocidos. En esta ocasión la formación ha cambiado sus dos cabezas de lista al Congreso y varios nombres al Senado en un intento de fortalecer la oferta. En Las Palmas, José María Vázquez toma el relevo de Jaime González, siendo acompañado como segundo por Andrés Alberto Rodríguez. ¿Hay en esta ocasión caldo de cultivo propicio para el despertar de la extrema derecha en las Islas? El españolismo cuartelero y ultramontano nunca ha tenido arraigo en las Islas ni siquiera entre las derechas tradicionales canarias, pero el contexto actual ofrece dudas sobre la reacción electoral de los sectores más desfavorecidos, desestructurados y sin referencias políticas directas.

En todo caso, a juzgar por la reacción de algunos de sus candidatos al 10 N en las Islas, la ausencia de liderazgos y referencia en el territorio no parece preocuparles, pues el propio Vázquez ha rechazado conceder una entrevista a este periódico por supuesta manipulación previa de sus mensajes... y por las viñetas de humor político que le ha dedicado a veces nuestro dibujante Padylla.