Una simple suma puede convertirse a veces en una difícil ecuación. Esta es la intrincada operación a la que se enfrentan las dos grandes fuerzas del nacionalismo canario, CC y NC, tras su pacto para presentarse unidas a las elecciones del domingo. Una alianza por los viejos tiempos de tres o cuatro diputados en el Congreso, además de varios senadores, que en esta ocasión pone a prueba las costuras de las propias formaciones aliadas y cuya dudosa efectividad avanzan muchas encuestas.

La compleja situación política en el Estado y la multiplicidad de ofertas electorales convierten en pura quimera la cuenta de la vieja que las direcciones de ambas formaciones políticas realizaron para justificar su acuerdo. Y las contradicciones programáticas y de filosofía política entre ambas formaciones, así como su distinta y opuesta situación en el actual contexto político canario convierten cuando menos en peculiar ese pacto de intereses electorales alcanzado.

Sin embargo, es un hecho, que desde los dos partidos recalcan, que el nacionalismo canario siempre ha trasladado a Madrid una visión muy homogénea y compartida sobre los grandes objetivos y prioridades de Canarias en las políticas estatales y que así lo han defendido en todo momento, tanto en la época en que compartían siglas como en la etapa en la que incluso uno de los partidos, NC, se presentó coaligado con el PSOE. Y consideran por ello que esta es la ocasión en que claramente su comunión de intereses respecto a asuntos canarios está muy por encima de las discrepancias de tipo ideológico. De hecho, fue así en los tiempos del nacionalismo canario con grupo parlamentario propio en el Congreso, que compartieron excomunistas en su día perseguidos y exprocuradores de las Cortes franquistas.

El actual pacto electoral entre NC y CC tan cuestionado por algunos sectores del nacionalismo progresista tiene en realidad una meta muy elemental: intentar conseguir un escaño por la provincia de Las Palmas, que en esta ocasión ocuparía Pedro Quevedo (NC) como cabeza de lista durante los dos años y medio primeros de legislatura, y María Fernández, número dos (CC), el tiempo restante, según el reparto de tiempos establecido en el acuerdo alcanzado. En el caso de Santa Cruz de Tenerife, el acuerdo no tiene efectos prácticos dada la irrelevante presencia ahí de NC, por lo que los dos escaños a que aspiran recaerían en las dos candidatas que ya lo obtuvieron en abril, Ana Oramas y Guadalupe González.

La quimérica ecuación que pretende esta alianza es evitar en la provincia oriental lo que ocurrió en las anteriores elecciones. Es decir, impedir que los más de 71.000 votos que sumaron por separado entonces (36.225 NC y 34.853 CC) vayan directamente a la papelera electoral y no sirvan para nada. Con esa hipotética suma el 28 A, el nacionalismo canario habría conseguido el escaño antes de que el PSOE alcanzara su tercer diputado, y antes de que Unidas Podemos y el PP alcanzaran su respectivo segundo representante, el de los populares el último asignado (con 44.085 votos) de los ocho de la circunscripción.

Ocurre, sin embargo, que el electorado de ambas formaciones no tiene ni de lejos la cohesión ni la mirada sobre lo que cada una de ellas representa que tenían en los tiempos de la unidad orgánica, estratégica y programática del nacionalismo canario. La guerra política entre los dos partidos en el ámbito del Archipiélago durante los últimos años ha hecho mella en sus seguidores y electores y ahora no se ven votándose unos a otros. Y por si esta cuestión no planteara por sí misma suficientes contradicciones, se da ahora la circunstancia histórica de que CC ha sido desalojada del Gobierno de Canarias tras 26 años de poder por una coalición de partidos en la que está, y con mucho mando, NC.

Es una incógnita de qué forma esta cuestión puede afectar a los electores de una y otra tendencia, pues a las dudas sobre cómo castigará a CC el hecho de haber abandonado el poder habrá que sumar las que ofrece el posible premio a NC precisamente por lo contrario. Y ello justamente cuando el líder de los nacionalistas de izquierdas, Román Rodríguez, se encuentra, en su función de consejero de Hacienda del Gobierno de Canarias, en plena fase de presentación y defensa de los primeros presupuestos regionales del Ejecutivo cuya característica a promocionar es su peso social. En todo caso, son incógnitas que quedan relegadas ante otros elementos de la contienda del 10N, como por ejemplo la aparición de una nueva oferta electoral en el ámbito de la izquierda, como es el caso de Más Canarias-Equo, o el posible ascenso de la ultraderecha de la mano de Vox.

Pulso con la formación de Abascal

Es con la formación de Santiago Abascal con la que precisamente se juegan los nacionalistas el diputado en Las Palmas, según las encuestas, y el segundo escaño en el caso de Santa Cruz de Tenerife. Y las condiciones de la campaña, una vez más, no les son propicias, metido como está el debate nacional en el bloqueo político, en la crisis catalana o en diversos asuntos que quedan lejos de la realidad inmediata canaria.

La alianza nacionalista tendrá que hacer frente en este sentido a las posibles contradicciones entre sus futuros hipotéticos representantes en las Cortes, en función de su pertenencia o no a la coalición gubernamental en las Islas, cuando se produzcan debates en los que entren en juego las relaciones entre los gobiernos central y regional. Cuando se pongan sobre la mesa asuntos como la reforma de la financiación autonómica, el cumplimiento del REF y del Estatuto en los próximos presupuestos del Estado, o la deuda estatal en carreteras, será la hora de medir el calado y consistencia de esta alianza nacionalista.

"Si no somos determinantes en Madrid, que Dios nos libre", ha resumido de forma muy expresiva Quevedo rememorando los dos años en que su voto, junto al de la propia Oramas, fue determinante para unas cuentas estatales, las de 2017 y 2018, en las que Canarias logró inversiones de récord. "Si somos decisivos, las Islas podrán afrontar la nueva crisis", remacha por su lado Oramas incidiendo en la misma idea. Hoy acaba la campaña, las cartas están echadas. Está por ver hasta dónde alcanzará esta repetición de elecciones visto el bloqueo que se vuelve a insinuar y qué papel jugará la entente nacionalista canaria en ese neblinoso horizonte.