La repetición electoral del 10N ha sido un regalo caído del cielo para el PP. Para toda la formación y en especial para su presidente nacional y candidato a la Presidencia del Gobierno, Pablo Casado, que ya salvó una bola de partido en los anteriores comicios de abril al superar por apenas nueve escaños a Cs. De haberse consumado el sorpasso del partido de Albert Rivera, que este tanto ansiaba, Casado seguramente estaría hoy ya amortizado como sucesor de aquel Mariano Rajoy que fue amargamente apartado de la Presidencia del Gobierno en una moción de censura en junio de 2018 como consecuencia de una sentencia judicial que condenaba a todo el PP por corrupción.

Desde entonces, el partido que representa a la "derecha de siempre" de la sociología política española de los últimos tiempos ha vivido una crisis de identidad y estuvo a punto de perder pie y hacer aguas con esos 66 escaños logrados el 28A, el resultado históricamente más bajo desde los tiempos de su creación. Casado volvió a salvar el pellejo tras las elecciones autonómicas y locales de mayo al lograr los gobiernos de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de la capital del Estado gracias a sus pactos con Cs y la ultraderecha de Vox, lo que le permitió poder enmascarar los pésimos resultados en el conjunto del país también en esas elecciones. Ahora, paradójicamente, el PP puede arrinconar de una vez por todas al partido naranja y convertirlo ya para siempre en el partido muleta que este se resistía a jugar. "Ellos o nosotros. Todos", es el lema con el que pretende aglutinar el voto de derechas.

El 10N es por tanto la ocasión que se le ha presentado al PP como tabla de salvación para superar la debacle de hace siete meses y recuperar el estatus de marca de referencia del electorado conservador, oportunidad para la que, paradójicamente, el líder del partido ha cambiado de estrategia moderando su campaña y sus mensajes y manteniendo una posición centrista frente al radicalismo por el que apostó en la anterior campaña. Casado y la dirección popular han comprobado que aquello benefició sobre todo a Vox, partido de ultraderecha surgida de las propias entrañas del PP, y ahora miden milimétricamente los movimientos incluso en un asunto tan sensible para su electorado como la crisis de Cataluña.

El PP asegura estar cerca del PSOE en la intención de voto y cree que un escaño más que los socialistas le auparía al Gobierno, una sensación justificada en el incremento de apoyos que le auguran la mayoría de las encuestas, hasta superar el centenar de diputados, pero que le niega la del CIS del pasado martes, rebajándole la cifra hasta un máximo de 84. En el entorno de Casado se reconoce no obstante que no hay escenario real de una supuesta victoria electoral y se empieza a abordar el debate sobre qué hacer en caso de una aritmética parlamentaria similar a la que surgió en abril.

La posibilidad de una abstención con condiciones a la investidura de Sánchez se abre paso en el futuro inmediato de la derecha tradicional.

Doble objetivo en Canarias

En Canarias, los populares también ven esta cita del 10N como una ocasión de doble objetivo: remontar los desastrosos resultados de abril, en los que perdieron tres de los seis escaños logrados en 2016, y aprovechar ese impulso para empezar a superar la crisis desatada tras el fracaso de las negociaciones para formar gobierno en Canarias tras las autonómicas de mayo. Una crisis que se ha intentado zanjar de forma provisional con el nombramiento de Australia Navarro como presidenta en sustitución del caído Asier Antona, y que de forma indirecta ha llevado a polémicos cambios, por parte de la nueva líder, en las listas electorales. Es, de hecho, el único partido que ha realizado modificaciones de este tipo al colocar a Auxiliadora Pérez, persona muy allegada a Navarro, como número dos por Las Palmas y sacrificando con ello a la histórica María del Carmen Bento, que, una vez rechazó ir en tercera posición, se cae de la plancha y abandona la primera línea política. Repiten como cabezas de lista Guillermo Mariscal y Ana Zurita por Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, respectivamente, y confían en abanderar la recuperación popular en las Islas al menos en un escaño por circunscripción, un resultado que el CIS no le concede pues sólo le otorga un diputado más por las provincia occidental.

Los populares canarios han buscado un perfil moderado de campaña intentando hablar poco de todas las cuestiones que polarizan al electorado. Poco de Cataluña y menos aún de la exhumación de Franco, argumentos sobre los que se funda precisamente las expectativas de Vox de lograr escaño en algunas de las circunscripciones canarias, sobre todo en Las Palmas. El PP, por contra, quiere centrarse en atacar sobre todo al Gobierno de Canarias por la subida de los impuestos recogida en el proyecto de presupuestos regionales, frente a la revolución fiscal que Casado ha anunciado en el ámbito estatal hasta el punto de que muchos consideran que pone en cuestión el sostenimiento de los servicios públicos.

Agenda canaria

Mirando de reojo a la posibilidad de una crisis del Ejecutivo del pacto de las flores a corto y medio plazo y de una consecuente moción de censura junto a los imposibles socios de anteriores negociaciones, el PP canario gestiona estos tiempos de espera de muchas cosas con la idea de reafirmar su hegemonía en el campo de la derecha no nacionalista en las Islas, y buscando encauzar el futuro del partido con un nuevo liderazgo bajo la vigilante mirada de la cúpula de la calle Génova.

En su visita de apoyo a los candidatos locales, Pablo Casado ha dejado guiños sobre algunas de las cuestiones que marcan la actualidad canaria y la agenda política de las Islas, en especial la crisis turística que se pronostica y anunciando una ley estatal contra los "nubarrones" que se ciernen sobre el sector, y arremetiendo contra lo que llamó "turismofobia" de la izquierda por empeñarse en una ecotasa que el PP rechazará siempre. El mensaje conservador en relación con Canarias en esta campaña incide en el, según ellos, incumplimiento sistemático del gobierno socialista de Pedro Sánchez con la agenda isleña, en contraposición al récord inversor en el Archipiélago del anterior Ejecutivo estatal del PP, el de Mariano Rajoy, en los Presupuestos de 2018, aún en vigor. Lejos aún de sus buenos tiempos como partido hegemónico en las Islas en unas generales, el PP canario quiere hacer del 10N la fecha para empezar a recuperar posiciones.