Sin tregua. Los dos grandes bloques, el soberanismo, por un lado, y el antiindependentismo de PP, Ciudadanos y Vox, por otro, se expresaron este martes por la noche con crudeza y sin puentes en el debate de TV-3 de los candidatos por Barcelona a las elecciones generales del próximo domingo. Pero la batalla fue multilateral: el PSC recibió golpes de ambos lados y Jaume Asens, de Unidas Podemos, trató de desmarcarse tanto de los socialistas como del soberanismo, que también exhibió una notable división interna. Apenas hubo margen para entrever alianzas (de hecho, en varios momentos costó mantener el respeto), pese a que estas serán imprescindibles a partir del próximo lunes a la vista de todos los sondeos.

El candidato republicano y favorito en las encuestas en Catalunya, Gabriel Rufián, trató de desembarazarse de la principal crítica de sus socios de Govern, JxCat: que ERC dio sus votos a Pedro Sánchez a cambio de nada en abril. Y avisó: "Con este Sánchez no se puede hablar, no se puede dialogar". "Si pueden, pactarán", dijo sobre PP y PSOE. Rufián trató de no polemizar con Unidas Podemos y la CUP.Socialistas y morados, también lejos

Respecto al eventual pacto entre socialistas e Unidas Podemos, el representante del PSC, José Zaragoza (la número uno, Meritxell Batet, no participó porque está enferma), habló de "desbloqueo" en forma de un "Gobierno progresista", pero no respondió a la insistente pregunta de Rufián de si aceptaría los votos del PP en la investidura. Zaragoza se limitó a proclamar: "Nos comprometemos a no hacer un Gobierno con el PP". Y preguntó a ERC si facilitará la investidura. Preguntado por las propuestas para desbloquear el conflicto, Zaragoza exigió al soberanismo que renuncie a la unilateralidad y propuso pactos internos en Catalunya para avanzar en el autogobierno, como condición para el diálogo que ofreció Rufián en una mesa de diálogo abierta a todas las formaciones.

Frente a estas tesis, Asens, el líder de los 'comuns', trató de situar a los socialistas con tentanciones de aliarse con el PP. "Se están mimetizando con la derecha", denunció.El independentismo, roto

Pero también hubo ataques entre independentistas, que tras proclamar durante meses la unidad tras la sentencia del 'procés' del Tribunal Supremo, se presenta con hasta tres listas distintas. La líder de JxCat, Laura Borràs lanzó dardos a ERC por el voto "a cambio de nada", dijo, al PSOE en abril, a lo que Rufián replicó: "Laura, con cariño y afecto, no somos adversarios pero hay que decirlo: gratis es darle la Diputación de Barcelona al PSOE para que no la tenga ERC". Borràs trató de apropiarse la bandera de la unidad independentista proponiendo -en un momento en el que las expectativas de JxCat no son halagüeñas- "un gran grupo independentista en el Congreso con todos los diputados independentistas juntos", pero ERC la ignoró por completo y la 'cupaire' Mireia Vehí no solo la rechazó, sino que además cargó contra los posconvergentes por la gestión del Govern, acusó a republicanos y posconvergentes de "apuntalar" el régimen y pidió elecciones a principios del próximo año por la mala gestion de la Generalitat.

Vehí atacó personalmente a Rufián por pretender pactar con el PSOE e ir "a bodas con representantes del Ibex y La Caixa", algo que después corrigió y por lo que pidió disculpas al aspirante republicano, que afirmó que no venía a competir ni con Vehí ni con Asens.

Competición de exabruptos

En el otro flanco, Cs, el PP y Vox -que se estrenó en un debate en TV-3- compitieron exacerbadamente en el discurso antiindependentista. La candidata de Cs Inés Arrimadas, en un tono a menudo chabacano (llamó "pedante" a Borràs y "cobarde" a Carles Puigdemont, entre otras lindezas), interrumpió constantemente, cargó contra TV-3 y esgrimió un lazo amarillo que había retirado de las instalaciones. Y la popular Cayetana Álvarez de Toledo llamó "fascista" a Borràs y afirmó que dudó en acudir al debate y que el independentismo ha construido "una secta".

En cuanto a los pactos, la candidata popular sostuvo que su partido no permitirá la eventual investidura de Sánchez con una abstención. El candidato de Vox, Ignacio Garriga, no pudo ser más claro afirmando, en relación al PP y Cs, que los ciudadanos "no quieren copias", que "prefieren el original para restablecer el orden constitucional".

Este ataque de todos contra todos por motivos identitarios se mantuvo incluso en el tramo del debate electoral que estaba dedicado en teoría a las propuestas sociales y económicas.