Una campaña electoral sin encuestas no es una campaña electoral. Mientras que los mítines han visto reducida su importancia a los treinta segundos de conexión en directo con las televisiones y nadie espera ya a la medianoche para la pegada de carteles, los sondeos siguen teniendo omnipresencia en todos los medios de comunicación y constituyen una guía a seguir para casi todas las formaciones. Es tal el ansia de partidos y prensa por seguir conociendo la intención de voto de sus electores que, incluso cuando la ley no permite ya la publicación de sondeos, el ingenio se agudiza y los partidos se transforman en verduras y frutas que siguen computando votos.

En el caso de los actuales comicios, el próximo lunes será el último día en que se podrán publicar los sondeos, justo antes del único debate televisivo que se celebrará antes del 10N y que enfrentará a los cuatro líderes de los principales partidos, todos hombres:?Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal.

Las encuestas, además de una fuente de noticias y análisis, marcan también la agenda de las formaciones a la hora de hacer hincapié en determinados mensajes o bajar y subir el tono de sus discursos. "No hay una regla general. La influencia de los sondeos en la estrategia de los partidos depende de sus gabinetes internos, pero, generalmente, si van mal aprietan sus campañas para regularlo", explica Ezequiel Morales, filósofo y socio de la empresa demoscópica Hamalgama Métrica. Además, no todos los líderes se fían de estos sondeos y la última palabra sobre algún viraje estratégico siempre depende de ellos, asegura Morales. "Al final es una decisión interna, unas veces intuitiva y otras veces disciplinada. Por ejemplo, el PSOE no le hace caso al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), aunque lo utilice para influir en los votantes".

La desconfianza en las encuestas se instaló cuando el tradicional bipartidismo de España -a excepción de las formaciones nacionalistas-, se multiplicó por dos con la aparición de Ciudadanos y Podemos. Por primera vez en mucho tiempo, los sociólogos se bloquearon y los sondeos se alejaron demasiado de la realidad, tal y como reconoce Juan del Río, director de la empresa Técnicos en Socioanálisis SL. "Cuando aparecieron los partidos de nuevo cuño no teníamos ninguna referencia empírica en la que poder proyectarnos, pero los últimos sondeos sí han estado bastante acertados". Menos atinado suele estar en Canarias el cuestionado CIS presidido por el sociólogo y socialista José Félix Tezanos, aunque en esta ocasión sus resultados coinciden con los manejados en las Islas por Hamalgama Métrica.

Más indecisos

Una vez recolocados en este nuevo escenario político, las encuestas vuelven a convertirse en una guía bastante certera de cara a las urnas. Pero, ¿tienen sólo un carácter previsor o pueden alterar el voto? La única manera de saber si las encuestas influyen en la última decisión que toman los electores es, paradójicamente, a través de otra encuesta. "El CIS realiza sondeos postelectorales en los que el 40% de las personas que han votado reconocen que han seguido de cerca las encuestas por los medios de comunicación, mientras que un 10% admite que les han ayudado a la hora de optar por una formación u otra".

Un 10% de ganancia que adquiere más valor porque existen más partidos que se lo disputan y porque cada vez hay más gente que no responde qué va a votar. No sólo porque quiera ocultarlo, sino porque en muchos casos no lo tiene claro. Esta franja supone ya entre el 30% y el 40% del electorado, lo que complica mucho acertar en la estimación de voto. "Ya no hay anclajes ideológicos, antes la gente era de izquierdas o de derechas de toda la vida, tenían conciencia de clase, que es un concepto muy antiguo. Ahora ya no es así, los programas políticos se han convertido en publicidad política y cambian de un día para otro", explica Del Río.

La influencia de las encuestas también disminuye si, una vez realizadas y publicadas, ocurre algún acontecimiento de gran calado. Es lo que ha pasado precisamente con el último barómetro del CIS, que vio la luz el pasado jueves y que se realizó entre el 21 de septiembre y el 13 de octubre, es decir, antes de que se conociera la sentencia del procés, con su correspondiente reacción violenta en Cataluña, y antes también de la exhumación del dictador Francisco Franco.

Cuando el próximo lunes se publiquen los últimos sondeos, horas después se celebrará el debate televisivo entre los principales candidatos, "que se prevé que sea un ataque frontal de todos contra Pedro Sánchez, lo que podría incidir en la intención de voto", explica Morales. Además, habrá que estar pendiente del papel de los Comités de Defensa de la República (CDR) en Cataluña, que este filósofo considera que podría ser determinante ya que "podrían llegar a impedir que abran algunos colegios electorales o evitar que la gente vote con libertad, lo que obligaría al Gobierno a anular los comicios". Un escenario en el que todas las encuestas quedarían invalidadas.