El cierre a cal y canto de la sede de la calle Juan Padrón en Santa Cruz a las siete y media de la tarde no prometía un buen día para el Partido Popular. Máxime cuando ya había sondeos en los medios nacionales que presagiaban la hecatombe. El final de la larga tarde confirmó los peores pronósticos con el resultado más negativo de los populares en unas elecciones generales en toda su historia. Casi tres horas después del cierre de los colegios electorales y con el mismo tiempo de espera inútil por parte de la prensa, Jesús Pizano, portavoz de comunicación, indicaba que nadie iba a valorar lo sucedido. Ni el presidente insular, Manuel Domínguez, ni la cabeza de lista al Congreso, Ana Zurita. Nadie. Todo quedaba derivado al máximo mandatario regional, Asier Antona, que hablaría desde Las Palmas. Todo el mundo se quedó mudo de repente. O no tan de repente.

El ambiente fue desangelado casi desde el minuto uno -sobre las ocho menos cuarto la pequeña puerta lateral ya estaba abierta- en la planta cero del bonito Edificio Los Patios donde se ubica el salón de actos de la Concap, el lugar reservado en los últimos años para que esperen (nunca mejor dicho) los medios. Apenas una decena de periodistas, ningún militante y un Pizano que se afanaba en atender a los chicos de la prensa. Cumplió con su labor, en este caso bastante ingrata. Por lo menos fue de los pocos que dio la cara.

En el piso de arriba tenía lugar una reunión de dirigentes del PP delante del televisor. Fueron recibiendo cada vez peores noticias. Domínguez hablaba constantemente por teléfono, posiblemente para recibir instrucciones de qué decir y cuando hacerlo. Ni una cosa ni la otra al final.

Abajo también hubo tiempo de ver el televisor para más que entretenerse casi empaparse de lo que iba ocurriendo.

Antes, algún despistado intentaba avituallarse en La Garriga, local mítico y cercano. Pero sin caer en la cuenta de que era domingo y el establecimiento referente en los bocatas de tortilla estaba cerrado. Además, ya no se encuentra en la esquina de siempre sino enfrente. Donde se ubicaba, hoy una multitienda, compraba tabaco Pedro Suárez, presidente de la Autoridad Portuaria. Un nombre a retener porque fue el único político que dio la cara.

Suárez entró un par de veces en directo con emisoras de radio y televisión pero, advirtiendo de que solo iba a valorar, positivamente, el dato de la elevada participación. Nada más. Y nada menos.

Hasta que acabó la frustrada comparecencia el único rostro, aparte del de Suárez, que se pudo ver, aunque fuera a través del plasma, correspondió al secretario general de los populares a nivel nacional, Teodoro García Egea. También para valorar la participación. Era temprano. De Pablo Casado, el líder del PP, de momento ni rastro. Parecía lógico entonces porque solo se trataba de sondeos telefónicos dados a conocer por la televisión pública. Meros sondeos.

Pero pasaba el tiempo, el escrutinio comenzó, aumentaban los tantos por ciento y nadie bajaba.

A diez minutos del cierre de los colegios electorales en Canarias, otra vez Pedro Suárez decía que aún tenía la esperanza de que el PP pudiera ser la fuerza hegemónica y gobernar en el país. Ya no hizo más declaraciones.

Los sondeos telefónicos se transformaban en una realidad cruda y dura. Pero nadie bajaba.

La prensa se entretenía con sus teléfonos móviles y, sobre todo, con los debates y los datos del Canal 24 horas de RTVE.

Allí pudieron oírse dos discursos desde VOX con bramidos varoniles a sus fieles de un tal Smith y luego del líder Abascal. O la fiesta socialista de la calle Ferraz, la fiestita naranja de Ciudadanos y el discurso triunfalista de los nacionalistas, de Esquerra Republicana al PNV. Ya había un 70,9% de los votos escrutados. Y nadie bajaba.

De fondo, como un testigo solitario, el anagrama del PP. Ese valor seguro, que no lo ha sido esta vez, y el diseño de una gaviota de color naranja un poco desequilibrada de un ala.

A todas estas la realidad de los sufragios era cada vez más dura que los sondeos. Los 66 diputados finales suponen el peor resultado histórico superando los 107 de las primeras elecciones de José María Aznar en 1989.

En la tele continuaban las discusiones. Sobre la influencia de la Ley D'Hont en el reparto de escaños, respecto a la fuerza emergente de los nacionalismos catalán y vasco, de los posibles pactos e incluso con alusión a una investidura a la segunda de Pedro Sánchez con mayoría simple. ¿Y los dirigentes del PP en la sede de Tenerife? Desaparecidos. Eso sí, en un momento dado desde Prensa se permitió subir a la primera planta a los gráficos para tomar recursos. Un mal presagio.

Cronológicamente no hay mucho más que contar. A las 21:58, con el 92,2% escrutado, tampoco baja nadie. Los ministros Marlaska y Celaá ya dan los datos oficiales. Confirmadísimo: debacle del Partido Popular.

Ni a las 22:09 (94,7%) ni a las 22:25 (96,6%) ni a las 22:29 (97,2%). Nadie bajaba. Entonces, Pizano, en el giro final de su particular círculo, fue el encargado de comunicar a los periodistas que nadie iba a bajar definitivamente. Silencio y toda valoración del PP canario derivada a la declaración desde Las Palmas del presidente regional, Asier Antona. Eran las 22:35, casi tres horas después del inicio de esta hipotética comparecencia que nunca fue.

Lo que puede ir del domingo electoral al lunes de normalidad. Después del 28A viene el 29a. Para el PP, mudo ayer, con a minúsculas. Porque nadie bajó.