En Cataluña, la principal atención de las elecciones generales está concentrada en dos frentes:

1. El liderazgo independentista: ¿Puigdemont o Junqueras?

2. La correlación de escaños independentistas/constitucionalistas.

Las relaciones de la antigua Convergència (ahora JxCAT) y ERC están rotas desde hace tiempo. De la época del tripartito y acentuadas con el chantaje de Artur Mas a Oriol Junqueras para confeccionar una lista única en las autonómicas (plebiscitarias, en el argot independentista) de 2015. Mantienen las apariencias. Cada uno va por libre. El único objetivo es conseguir la hegemonía del independentismo. Y no es baladí. Puigdemont está por romperlo todo (cuanto peor, mejor) y ERC por una pausa del proyecto separatista que no se note para más adelante tomar impulso.

Para Puigdemont, las elecciones españolas son instrumentales. De hecho, prioriza las europeas, pensando que podrá poner en jaque a España ante Europa. Puigdemont ha decapitado a los tres artífices de su partido en la moción de censura a Mariano Rajoy (Marta Pascal, Jordi Xuclà y Carles Campuzano). Para llevar a cabo sus objetivos, preferiría un gobierno de Vox que uno del PSOE.

Las encuestas dan una amplia ventaja a ERC, pero los republicanos casi siempre ganan en los sondeos y pierden en las urnas, como sucedió en las últimas elecciones catalanas de 2017. Convergencia siempre ha resurgido en el último momento. Y ERC nunca ha superado a los convergentes en unas elecciones desde la recuperación de la democracia.

A Puigdemont, atrincherado en su mansión de Waterloo, las elecciones generales le importan un comino. Ha mezclado emotividad y necesidad en la confección de sus listas.

Emotividad por la inclusión de tres presos para encabezar las provincias de Barcelona (Jordi Sánchez), Tarragona (Josep Rull) i Lleida (Jordi Turull). Y necesidad por la colocación de su abogado (Jaume Alonso Cuevillas) como número uno de la candidatura de Girona para retribuirle el trabajo que dedica a su defensa y a su fiel amigo y protector, Josep Maria Matamala, como cabeza de lista del Senado, también por Girona, necesitado también de recursos. No, Matamala no financia los elevados costes de la estancia en Bélgica. Matamala es un empresario que siempre ha hecho negocio con el poder. A principios de los años noventa, dejó impagado un crédito de 100 millones de pesetas, una fortuna entonces, al Instituto Catalán de Finanzas, el banco público de la Generalitat.

El segundo frente está centrado en la correlación de fuerzas independentistas/constitucionalistas y de qué tendencia será el partido más votado. Los partidos constitucionalistas han ganado siempre las elecciones generales en Catalunya, al revés que en las autonómicas. En las generales de 2016, los constitucionalistas vencieron por 30 a 17, con el matiz de En Comú Podem (ganadores en 2016 con 12 escaños) que ahora presentan un candidato de perfil independentista. En los temas territoriales, nunca se sabe si los Comunes suben o bajan.

ERC lidera las encuestas, pero el PSC, impulsado por el factor Pedro Sánchez, crece y está cerca de arrebatar el primer puesto a los republicanos. Los socialistas pasaron de un abrumador triunfo en 2008 (25 escaños) al peor resultado de su historia en 2016 (siete diputados).