El pueblo escondido en un acantilado volcánico donde no llegan los coches ni el Wi-Fi
El enclave nació a finales del siglo XIX como refugio estacional para vecinos de El Mocanal

Pozo de las calcosas / Hola Islas Canarias
A sólo diez minutos en coche desde el núcleo de El Mocanal (municipio de Valverdem en El Hierro) la carretera HI-5 concluye en un mirador que se asoma a un anfiteatro de lava negra. Al pie del acantilado, protegido del alisio por muros de basalto, se apiña Pozo de las Calcosas, un caserío costero donde aún se conservan las tradicionales “casas pajeras”: muros de piedra volcánica y tejados de colmo (paja de centeno).
Las viviendas fueron levantadas a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX por pescadores de El Mocanal que pasaban aquí la temporada estival mientras mariscaban lapas y burgados —las calcosas que dan nombre al lugar— y faenaban con nasas y candiles. Durante el invierno la aldea quedaba prácticamente desierta.
Cada choza se apoya directamente en la colada: la lava hace de pared trasera y el resto se construye con laja seca. El tejado inclinado de colmo protege del salitre y sigue el mismo patrón que las techumbres agrícolas del interior insular. El poblado carece de red eléctrica y de saneamiento; en verano algunos propietarios colocan pequeños paneles solares para alumbrado básico.
Piscinas naturales
La erupción que formó el anfiteatro dejó dos espolones basálticos que moderan el oleaje y crean dos charcos permanentes de agua marina. El principal, de unos 40-50 m de longitud, dispone de una escalera metálica; en mareas bajas se forma un solárium natural sobre la lengua de lava, y los más atrevidos usan un saliente de roca —cerca de cinco metros— como trampolín.
El acceso se hace a pie por un camino escalonado y empedrado (15 min de bajada; unos 20-25 min de subida) que serpentea entre tabaibas y agaves. No es apto para carritos ni para personas con movilidad reducida, y la piedra volcánica resulta resbaladiza cuando hay arena o humedad.
Servicios y recomendaciones
- Aparcamiento: explanada para 15-20 vehículos junto al mirador.
- Bares: dos pequeños establecimientos abren en la parte alta; en la playa no hay restauración ni baños públicos salvo un chiringuito estival (julio-septiembre).
- Seguridad: sin vigilancia; conviene evitar el baño con mar de fondo del norte.
- Equipamiento: calzado deportivo, agua y protección solar: la arena negra alcanza altas temperaturas al mediodía.
Sin coches, sin cobertura y sin Wi-Fi, el visitante comparte la misma desconexión que los antiguos pescadores. Al atardecer, cuando el sol tiñe de cobre la lava, se entiende por qué las familias siguen bajando cada verano y por qué los forasteros suben de vuelta con la sensación de haber descubierto un secreto atlántico fuera de toda red.
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