Las camareras de la Virgen de Los Reyes, en El Hierro, un ejemplo de entrega y devoción
Una tradición que se mantiene desde 1952 en la isla para el cuidado y decoro de la Patrona y que cobra especial protagonismo cada Bajada

Marianela Zamora, una de las camareras de la Virgen. / Europa Press
En la Bajada de la Virgen de Los Reyes cada gesto tiene un valor simbólico y cada figura un papel esencial. Entre ellas, destacan las camareras de la Virgen, mujeres que custodian con devoción una de las tradiciones con mayor valor patrimonial de Canarias.
Actualmente, existen tres camareras, una por cada municipio, que dedican parte de su vida a esta labor: Marianela Zamora (Valverde), Nicolasa Armas (La Frontera) y Tibiabín Padrón (El Pinar). Son las encargadas de la custodia y el mantenimiento de los trajes, mantos y accesorios de la patrona y del ritual de vestirla, tanto en los templos como en sus traslados. Su objetivo es la organización y el buen orden de todo lo que forma parte de la imagen de la Madre Amada, según traslada el Cabildo en una información a los medios.
Ser camarera es "un honor que pocas herreñas han vivido", y las afortunadas lo describen como un acto de amor y devoción. Así lo confirma Marianela Zamora, quien lleva 40 años dedicándose a adecentar la imagen en determinados momentos del año, pero, especialmente, con motivo de La Bajada, la tradición cuatrienal que se mantiene en El Hierro desde 1745, tras la firma del "Voto" en 1741.
"Es una responsabilidad, un trabajo que requiere mucho cariño y fe", comenta.
La camarera más veterana cuenta que para vestir a la Virgen no sigue un protocolo. "No hay razón concreta -dice- para vestirla de una manera u otra". "Es criterio de las tres, pensando en lo mejor para Ella, intercambiando colores para que no haya repeticiones. A veces llevamos dos o tres opciones y, en La Dehesa, decidimos con armonía entre todas". Esa toma de decisiones se ha mantenido desde 1952, cuando la Cofradía de la Virgen designa a las primeras camareras.
La Virgen tiene alrededor de 20 mantos y 15 trajes en su ropero. No siempre se combinan, y cada uno tiene su historia. El manto más reciente se donó el sábado 24 de mayo de este 2025, proveniente de un taller sevillano.
Criterios estéticos
Los criterios estéticos de los atuendos se han ido concretando con el paso del tiempo. "Me gustan los colores pastel, claros, el celeste, el beige, por su tez blanca. No me gusta cargarla de joyas. Que vaya combinada, pero con sencillez", señala. Las variedad y acceso en el mercado a las telas especiales que conlleva la confección de este tipo de trajes también ha evolucionado.
Durante el año, la Virgen cambia de vestuario coincidiendo con sus principales efemérides (6 de enero, aniversario de su llegada a la isla; 25 abril, día de Los Pastores, y 24 septiembre, día de la Virgen de Los Reyes) y durante el verano, cuando el Santuario recibe más visitas. Pero es en cada Bajada cuando el papel de las camareras cobra mayor realce.
"En la Fiesta Real se le colocan los mantos más antiguos y grandes, como el azul, y cuando está en el corso, durante sus traslados, los pequeños, para aligerar el peso, al tiempo de recolocamos las prendas o el propio manto conforme avanza el Camino", explica Marianela.
En cuanto a su mantenimiento, aclara que "son difíciles de lavar. Se sacan planchados desde la Iglesia en Valverde, y, en La Dehesa, tenemos una plancha para retocarlos si hace falta".
La devoción de las personas que admiran a la Virgen de Los Reyes se refleja también en las ofrendas, desde joyas hasta mantos, o incluso, como dato curioso, un balón de fútbol o unos tacones de boda. "La gente se fija. Les gusta que se le pongan las prendas que le han regalado. Pero no hay obligatoriedad, hemos acordado que son de la Virgen, pero se usan a criterio de quienes las cuidamos", manifiesta la camarera de Valverde.
Vestir a la Virgen no es solo cuestión de estética, sino de alma, tradición, cariño y respeto. "Llevo 40 años", confiesa con emoción. "Con la Virgen hay mucha devoción entre los herreños. A cualquier mujer le gustaría ser camarera. Es una responsabilidad que hay que asumir con cariño, compromiso y respeto. Y tener muy presente a quién estás vistiendo", concluye.
Nicolasa Armas, 19 años "tejiendo emociones" con la Patrona
Por su parte, Nicolasa Armas, camarera por La Frontera, también habla con orgullo y emoción sobre este compromiso que lleva desempeñando durante 19 años. Además, ha confeccionado numerosos trajes y mantos que hoy forman parte del vestuario de la Virgen.
Este trabajo lo realiza con esmero y cariño, y cuenta con el apoyo de su familia. "A mis nietas les gusta ver los trajes y mantos que le hago y me preguntan acerca de la Virgen y mi relación con Ella", cuenta emocionada. Como parte de una promesa personal, Nicolasa pasa cada año 15 o 20 días en el Santuario. En ese tiempo, su marido, hijos y nietos le ayudan a preparar todo lo necesario para su estancia.
"Estoy muy orgullosa. Para mí, la Virgen es protectora. Los herreños sentimos algo increíble por ella", expresa con ternura. Y lo manifiesta desde una experiencia de fe profunda, nutrida también por los testimonios que recibe de los fieles. "Muchos me han transmitido cómo ha intervenido en sus vidas".
Tibiabín Padrón es la camarera por El Pinar y lleva una década dedicada a la Patrona, algo que le ofrecieron con tan solo 30 años, rompiendo con la idea de que este papel está reservado a mujeres de edad avanzada.
"La gente tiene en mente que las camareras suelen ser señoras de mayor edad. Yo participaba mucho en la parroquia, daba catequesis y me lo plantearon. Al principio no me lo podía creer, pero no lo pensé, era una oportunidad maravillosa. Un sueño, un honor, no lo puedo explicar", confiesa.
Desde entonces, ha formado parte de un equipo de tres mujeres que, como ella misma describe, funciona con armonía. "Congeniamos muy bien. Tenemos distintos puntos de vista y gustos personales, pero es verdad que nos ponemos de acuerdo y trabajamos en sintonía, porque nuestra guía es la Virgen". Además, Tibiabín afirma que su familia la apoya, "y no me supone una carga porque lo hago con devoción, fe y voluntad, por Ella", confiesa.
Lo antiguo y lo moderno
Por otro lado, asegura que cada cambio de vestuario lo vive como si fuera la primera vez, con dedicación meticulosa que refleja el respeto que siente hacia la Virgen y lo que simboliza.
Sobre la posibilidad de que su juventud haya aportado algo nuevo a esta responsabilidad, reflexiona con humildad, afirmando que "en cierto modo sí, pero cada una tiene su estilo y su manera de ver las cosas. Creo que lo antiguo con lo moderno se compagina".
Sin embargo, defiende firmemente que ciertas tradiciones deben permanecer inalterables, señalando que "hay cosas que no deben cambiar porque es tradición". Por ejemplo, comenta que, en el contexto actual, la Inteligencia Artificial no podría vestir a la Virgen. "Pienso que con los años se debe ser más exigente con las costumbres de antaño, debemos defenderlas para no perder el respecto, fe y devoción por la Virgen de Los Reyes. Yo soy camarera por Ella, no por mí", concluye Tibiabín.
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