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Mercados en máxima incertidumbre

Las acciones, los bonos y los criptoactivos han perdido 30 billones de valor en 2022

La joya 8 Zona del ’parquet’ de la Bolsa de Barcelona, ubicada en el paseo de Gràcia. JOAN CORTADELLAS

El dinero, dice el adagio económico, es miedoso. La prueba es que los principales activos financieros mundiales acumulan una pérdida de valor conjunta de en torno a 30 billones de euros en lo que va de año (15 millones las acciones, 14 millones los bonos y 0,85 billones los criptoactivos), según un informe de DWS, la gestora del Deutsche Bank. Por ponerlo en perspectiva, la cantidad es solo ligeramente inferior a la suma de los PIB de las dos primeras economías del mundo (19 billones de euros de Estados Unidos y 14 billones de China en 2021) y multiplica por 25 el PIB de España (1,2 billones).

Los inversores, así, están respondiendo con ventas masivas a la incertidumbre radical que se ha apoderado de los mercados en los últimos meses. El recrudecimiento de la pandemia en China, que ha vuelto a afectar a las cadenas de suministros globales, y sobre todo el impacto de la invasión de Ucrania por parte de Rusia en los mercados energéticos, han elevado la inflación a niveles no vistos en décadas. Lo que más preocupa a los agentes del mercado, en cualquier caso, es la reacción que puedan tener los bancos centrales para combatir esa espiral alcista de precios. Su duda es si las autoridades monetarias serán capaz de frenarla sin llevar a la recesión a los motores económicos globales y sin ahogar las finanzas públicas.

Menos crecimiento

De momento, el consenso de los analistas recopilado por Bloomberg ha revisado a la baja su previsión de crecimiento de Estados Unidos para 2022 del 3,9% al 2,7% desde principios de año, mientras que para la eurozona la ha recortado del 4,2% al 2,7%. En España, el panel de expertos de Funcas acaba de revisar también su estimación del PIB, del 4,8% al 4,3% este año, con una desaceleración al 3% en 2023. Y no se descartan rebajas adicionales si los precios siguen disparados y continúan mermando el poder adquisitivo de los hogares.

La pelota está en el tejado de los banqueros centrales, que se enfrentan a una situación endiablada. La actual escalada de la inflación se debe a problemas de oferta (los citados precios energéticos y problemas de suministro), pero la política monetaria solo puede actuar básicamente sobre la demanda, encareciendo el precio del dinero para enfriarla. Pese a ello, la Reserva Federal ha comenzado ya a subir tipos y el Banco Central Europeo (BCE) no tardará en seguir sus pasos porque la política ultraexpansiva con que combatieron los efectos de la pandemia es insostenible en el contexto actual.

El petróleo, así, ha casi duplicado su precio en doce meses, de 66 a 111 dólares por barril en el caso del Brent (de referencia en Europa), mientras que el del gas se ha multiplicado por casi cinco, de 18 a 87 euros el megavatio hora. La expectativa de subidas de tipos y el fin de las compras de deuda del BCE, asimismo, han disparado los intereses de la deuda. La prima de riesgo (diferencia del interés del bono español a 10 años frente al alemán de referencia, indicador del riesgo de impago a ojos del mercado) se ha elevado desde enero de 71 a 113 puntos básicos.

Como consecuencia de todo ello, el índice MSCI World, que recoge los mercados de valores de los 23 países más desarrollados, se ha desplomado en torno a un 19% desde el máximo histórico que marcó a principios del pasado enero. Ha caído, así, hasta niveles de enero de 2021, cuando el proceso de vacunación contra el coronavirus era aún incipiente, si bien sigue cerca de un 60% por encima del mínimo que marcó cuando la pandemia estalló en marzo de 2020. El MSCI ACWI, que añade al anterior las 27 mayores bolsas emergentes (incluida la china), también ha caído un 17% desde los máximos de enero, pero sigue un 58% por encima de los mínimos del inicio del confinamiento global. 

Corrección bursátil

Las bolsas estadounidenses, que durante la pandemia fueron las principales responsables de las subidas de las bolsas mundiales, también son el principal motor de las actuales caídas. El Dow Jones, que recoge a las 30 mayores cotizadas del país, inició en su punto más bajo de la anterior crisis (marzo de 2009) una escalada casi ininterrumpida, que desde marzo de 2013 le llevó a pulverizar récord tras récord incluso a pesar del bache que sufrió en la primavera de 2020 por el covid-19.

Sin embargo, desde el máximo histórico que alcanzó en enero ha bajado en torno a un 16%. El Standard & Poor’s 500, que recoge al medio millar de mayores cotizadas del país, también ha caído cerca de un 20% desde entonces.

Caso particular es el del Nasdaq 100, que reúne al centenar de mayores tecnológicas mundiales. El índice superó en apenas tres meses el bache del estallido de la pandemia e inició una racha de máximos históricos que culminó el pasado noviembre. Desde entonces, se ha desplomado un 30% ante el creciente temor de los inversores a que el sector estuviera particularmente sobrevalorado, más allá de impactos coyunturales.

Por su parte, el selectivo EuroStoxx 50 -que incluye a medio centenar de las mayores cotizadas de la eurozona- no ha llegado a acercarse durante la pandemia a su máximo histórico de marzo de 2000, en plena burbuja ‘puntocom’, pero a principios de enero estaba en niveles máximos desde 2007, es decir, de antes de que estallasen las sucesivas crisis que conformaron la Gran Crisis Financiera. Desde entonces, se ha desplomado casi un 17%.

El español Ibex 35, que desde la anterior crisis tiende a ir rezagado, sigue teniendo un comportamiento atípico. El índice de las 35 mayores cotizadas españolas no ha recuperado en ningún momento el nivel previo al confinamiento y alcanzó su nivel más alto durante la pandemia el pasado junio. Desde entonces ha caído un 8,6%. Sin embargo, en lo que va de año ha tenido un mejor comportamiento relativo respecto a las principales bolsas mundiales: apenas ha bajado un 2,6%.

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