Los meses de confinamiento cambiaron los hábitos de consumo de los españoles, una tendencia que se ha mantenido con el tiempo incluso un año después del fin de los días en casa sin poder salir.

Sin ir más lejos, según un estudio post-covid de Deloitte y Facebook, un 55% de los consumidores españoles ha empezado a comprar en empresas pequeñas o negocios locales prefiriendo estas frente a la producción de las grandes. Además, muestra que un 32% de los consumidores espera gastar más dinero en negocios pequeños.

Esto no es todo, la pandemia también ha hecho que factores como la sostenibilidad, la salud o el bienestar cobren protagonismo a la hora de decantarse por una marca u otra. En este aspecto, un informe publicado en marzo por Global Consumer Insights muestra que el consumidor está dispuesto a pagar un precio más elevado por productos locales (50%), más saludables (55%) y con packaging sostenible (46%). 

Estos hábitos no han pasado desapercibidos por los emprendedores y ha hecho que el small batch o nuevos negocios de pequeña producción se conviertan en una tendencia al alza entre las marcas y las startups pertenecientes al sector del ecommerce. Un ejemplo de ello es la creciente demanda que ha registrado Packhelp, empresa de diseño de packaging, de pedidos pequeños con embalajes personalizados por parte de empresas españolas. 

“El Small-batch es una forma de producción que se caracteriza por fabricar y vender un número limitado de unidades por producto. Actualmente estamos viendo que el procedimiento que se sigue en este tipo de producción se compromete con el aspecto sostenible de las materias primas y el embalaje. Esto hace que las marcas estén enfatizando los valores de los consumidores a través de sus productos por ser naturales y sostenibles, de mayor calidad y, a menudo, producidos mediante métodos tradicionales o artesanales”, explica Konrad Kwiatkowski, CMO y cofundador de Packhelp. 

Esta tendencia “a la carta”, está introduciéndose sobre todo en sectores como la moda, la cosmética la alimentación y las bebidas son algunos de los sectores que más se están impregnando de esta forma de producción.

Un ejemplo de esto es el de Mi Desayuno Mola, la marca de desayunos y postres caseros que Paula y Guillermo crearon durante el confinamiento. Durante esos meses notaron cómo los consumidores hacían más pedidos a domicilio y elegían regalar sus productos en celebraciones y momentos especiales. Ellos han apostado por llegar al consumidor local desde las redes sociales, cuidando mucho su imagen y comunicación desde el principio e intentando comunicar de forma directa, clara y entendible pero a la vez cercana.

Otra empresa del mismo sector donde las redes han sido determinantes es The Hayati Bakery. Nagia, su fundadora, empezó a publicar sus primeros pedidos de manera amateur y ahora también tienen tienda física aunque siguen “totalmente volcados en Instagram” donde ya cuentan con más de 20 mil seguidores. La clave para la emprendedora ha sido humanizar su marca al máximo posible y dar sensación de cercanía a los clientes. Personalizar al máximo los detalles de cada paquete también ha sido clave para destacar y diferenciarse.

Otro ejemplo es el de Sofía Uriach, que tras trabajar en la fast fashion, ahora realiza complementos artesanales de piel con tiradas de 30 productos máximo y solo trabaja con proveedores. “La clave para mantener el valor y reconocimiento de la marca, así como para aumentar la competitividad y la diferenciación está en tu imagen, tus valores y no sólo en los detalles del producto. El cliente ha perdido el miedo a comprar online y espera exquisitez en toda la experiencia de recepción de su compra. Para mi el packaging es parte del producto que ofrezco”, afirma.