Sector primario

Doce razas canarias al borde de la extinción

Cada año disminuye el número de especies autóctonas de ganado debido a su baja rentabilidad

Vaca canaria.

Vaca canaria. / Andrés Gutiérrez Taberne

Andrea Saavedra

Andrea Saavedra

Las Palmas de Gran Canaria

Está en juego parte de la riqueza económica, patrimonial y medioambiental de las Islas. Y también la gastronómica. Una docena de razas ganaderas canarias están incluidas desde hace años en la lista de especies en peligro de extinción del Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España. Y aunque la mayoría ha conseguido mantener su censo estable en la última década, en términos generales, se ha perdido el 5% de las cabezas de estas razas. Una tendencia de recesión que pone en riesgo el futuro de estas especies, aunque desde las asociaciones de criadores de las Islas se está trabajando para que los números se mantengan. Hace solo unas semanas el Gobierno canario declaró las razas autóctonas canarias como patrimonio genético del Archipiélago, lo que ha dado esperanza a las asociaciones y también a los ganaderos. 

Dentro de los caprinos, la amenaza se cierne sobre la cabra tinerfeña norte, la tinerfeña sur, la palmera y la majorera. En la especie ovina, están en peligro la oveja canaria, la canaria de pelo y la palmera. También están en la lista la vaca canaria y palmera y dentro de la especie porcina, el cochino negro canario. Un grupo de especies amenazadas que completan el burro majorero y el camello canario. Todos están en la lista generada por el Ministerio de Agricultura y juntos no suman ni unos 240.000 animales

Cochino negro canario.

Cochino negro canario. / Andrés Gutiérrez Taberne

¿Cómo han llegado a esta situación? Porque han dejado de ser rentables. Con la llegada de otras razas de fuera de las Islas, que producen más y tienen un mantenimiento menos costoso, los productores isleños han ido dejando de apostar por las razas autóctonas, lo que ha llevado a algunas a un riesgo elevado de extinción. «El animal deja de ser útil productivamente, sigue produciendo pero ya no es rentable», explica el presidente de la Federación de Asociaciones de Criadores de Razas Autóctonas Canarias, Juan Capote, quien reconoce que la especie que más peligro corre es la oveja palmera

«Seis ovejas»

Esta raza ovina cuenta con solo unas 400 cabezas en las Islas, distribuidas en unas 20 ganaderías. «Nos dijeron que quedaban seis ovejas en Garafía y nos pusimos a trabajar para recuperar la especie», recuerda Capote, quien lamenta que todavía hoy esta raza se enfrenta a fuertes desafíos. «Hemos perdido el 30% de los animales por la peor de las plagas: el ataque de los perros», explica el experto. Esta raza, para ser productiva, necesitar estar suelta, lo que la deja expuesta a los ataques de los canes. 

La oveja canaria, aunque con un mayor censo de 28.000 cabezas, también está en peligro de extinción, aunque Capote le augura un «buen futuro». Según el experto, el éxito de los quesos flor de Gran Canaria o la trashumancia son aspectos que ayudan al ganadero a identificarse con su propio trabajo, lo que funciona de incentivo. Y también se mantiene el censo de la oveja canaria de pelo con unas 9.000 cabezas.  

Oveja canaria.

Oveja canaria. / Andrés Gutiérrez Taberne

El presidente de la Federación de Asociaciones de Criadores asegura que mientras existan cultivos intensivos, «las ovejas son la mejor opción para producir estiércol», lo que le asegura un futuro. «Las ovejas se pueden mantener y deberían incrementarse por el auge de la ganadería ecológica», afirma Capote.

Peor futuro se prevé para las especies bovinas amenazadas. La vaca palmera, de la que solo quedan 449, y la canaria, que quedan 1.200 cabezas, mantienen sus censos estables gracias a las subvenciones, las ferias, el arrastre de ganado y las romerías. En el caso de la palmera, Capote, ve una salida clara: la venta de carne madurada. Y en el caso de la canaria, la producción de leche para la fabricación de quesos. «Se ha explotado escasamente, pero tiene unos resultados espectaculares», asegura el experto, quien reconoce que poco a poco se aprecia mayor interés en la población. «La gente cada vez va conociendo más nuestro sector primario y nuestro patrimonio genético», afirma. 

Crisis de los insumos

Las cabras no se libran del peligro de extinción. La crisis de los insumos derivada del conflicto en Ucrania -que disparó los precios de los piensos, la energía y los combustibles en Canarias- provocó una caída en el censo de los caprinos autóctonos. La majorera es la que mejor está, resistiendo con unas 150.000 cabezas, le sigue la cabra tinerfeña de la que hay 30.000 ejemplares y la palmera, que solo cuenta con 10.600 cabezas.

Cabra palmera.

Cabra palmera. / Andrés Gutiérrez Taberne

Otra de las especies que se encuentran en peligro de extinción es el cochino negro canario, aunque a diferencia del resto de especies esta sigue una tendencia expansiva, con cada vez más cabezas en las Islas. En 1982, según recuerda Capote, solo quedaban dos machos y veinte hembras y en la actualidad existen más de 3.500. «Se está trabajando muy bien desde las asociaciones. La mejor forma de conservar una raza es hacerla rentable», explica el experto. El producto se ha colado en la línea gourmet de la gastronomía y el cochino negro cada vez adquiere una mayor fama, lo que está permitiendo a la especie aumentar su censo.  

Además de ovejas, vacas y cabras hay otros animales como el burro majorero que también se encuentran amenazados. Actualmente, quedan unos 200 y son considerados animales de compañía. También el camello canario está en la lista de especies en peligro de extinción, aunque según Capote, este mamífero tiene un futuro asegurado ligado al turismo. Además, en Fuerteventura existe el proyecto Dromemilk Camel Bio Farm, la mayor granja de camellos de Europa y el epicentro de un ambicioso programa de producción de leche de camella. 

Para Canaria no es nuevo lo de perder una raza autóctona. Las mencionadas hasta el momento están con un pie dentro y otro fuera, pero hay ejemplos de especies que no resistieron y acabaron desapareciendo. Es el caso de la jaquita canaria o la cabra de la Caldera. 

El presidente de la Federación defiende que este tipo de especie no solo tiene valor por sus posibilidades de producción, sino que además, cuenta con una importancia patrimonial que no puede desaparecer.

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