Sector primario
La veda a la captura con fusil revuelve las aguas en la pesca canaria
Los aficionados piden más los espacios donde practicarla frente a la oposición de los pescadores profesionales

Un aficionado practica pesca submarina en aguas de las Islas / El Día
Las aguas están revueltas en el sector pesquero del Archipiélago. Los pescadores profesionales y los aficionados a capturar piezas en el mar a golpe de fusil se han ensartado en una pugna para poder acceder a los recursos. Por un lado, los pescadores submarinos reclaman que se amplíen las zonas del litoral donde se puede llevar a cabo esta actividad vedada en el 80% de la costa de Canarias. Menos limitaciones para practicar una modalidad amateur que, según sostienen, es de las más sostenibles con el medioambiente. Del otro, quienes viven directamente de la actividad pesquera y tienen en ella su labor profesional, que rechazan una ampliación de los espacios donde se puede practicar. Alegan el impacto que podría llegar a tener en las especies y, por consiguiente, en sus ingresos económicos.
La pesca submarina y su limitación en el 80% de las aguas costeras de Canarias se reguló en 1986, a través de un real decreto estatal. En aquel momento se alegó la «urgente necesidad» de legislar sobre las distintas pesquerías que se desarrollan en el Archipiélago, poco después de que la flota canaria se hubiera retirado del banco canario sahariano. Hoy, casi 40 años después, las restricciones que se impusieron siguen vigentes. Entre ellas la zonificación que posibilita que los aficionados solo puedan practicarla durante el día, en puntos concretas del litoral, que a su vez, en algunos casos también tienen limitaciones varios días a la semana.
El colectivo en el Archipiélago lleva casi una década batallando para cambiar estas condiciones sin que hasta ahora sus peticiones hayan sido atendidas. «La pesca recreativa está muy limitada, pero es que la submarina lo está todavía más y en toda España tiene las mismas condiciones, menos en Canarias», explica Héctor de Paz, vicepresidente de la Asociación Canaria de Pescadores Submarinos Responsables. Defienden que no existe ninguna razón para mantener esta prohibición, que aseguran no cuenta con respaldo científico. Por contra, detalla que sí existen informes elaborados por universidades públicas y el Instituto Español de Oceanografía que concluyen que la pesca submarina es un arte que no tiene más impacto que las demás.
Las cofradías defienden que posibilitar que se lleve a cabo en más zonas afectaría a su sustento económico
Al inicio de la legislatura se impulsó una mesa de negociación entre pescadores profesionales y aficionados para intentar llegar a un acuerdo para cambiar la normativa, que no llegó a buen puerto. Y el pasado mes de marzo, Coalición Canaria (CC), bajo la figura del diputado majorero Mario Cabrera, impulsa una proposición no de ley (PNL) en el Parlamento de Canarias que revolvió todavía más las aguas. Su objetivo era evitar que se amplíen las zonas donde la pesca submarina esté habilitada y la propuesta que salió adelante con los votos a favor de todos los grupos, a excepción de la abstención del Partido Popular (PP).
El documento insta tanto al Gobierno de Canarias como al Estado a mantener los actuales espacios habilitados para la pesca deportiva submarina y rechazar cualquier modificación de la zonificación, al argumentar que no se cuenta con el aval de ningún estudio que haya valorado las consecuencias que esta acción podría tener para el ecosistema marino y la pesca profesional.
Una maniobra parlamentaria que puso en pie de guerra a los pescadores aficionados que solicitaron intervenir en la Comisión de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación para defender su postura. Una comisión en la que también participaron representantes de las cofradías de pesca profesionales que argumentaron su defensa a que permanezca la actual situación.
En ella, el presidente de la Federación Provincial de Cofradías de Las Palmas, Gabriel Jiménez, sostuvo que la actividad profesional siempre ha estado regulada y sujeta a controles estrictos, algo que aseguró no ha pasado con la pesca recreativa. Asimismo, advirtió del impacto que puede tener la pesca recreativa en su actividad, si se tiene en cuenta que hay 100.000 licencias en toda Canarias, de las que 6.000 son de pescadores submarinos. Jiménez también puso en duda que esta modalidad sea más sostenible que la pesca artesanal y que existan controles que examinen cómo actúan los pescadores aficionados.
Los pescadores submarinos califican a los profesionales como un ‘lobby’ que presiona a las administraciones
Por su parte, el portavoz de la Federación Regional de Cofradías de Pescadores de Canarias, David Pavón, quiso recalcar que la actividad que llevan a cabo los pescadores profesionales no es ocio, sino su sustento diario. Además, insistió en el impacto que la ampliación de zonas puede tener en otras actividades turísticas como el buceo, ya que defendió que en las zonas donde se pesca con fusil los pescados huyen y no se acercan a los buceadores.
Los aficionados a la pesca submarina aseguran estar hartos de que no se tenga en cuenta sus demandas. Califican a los pescadores profesionales como un lobby que hace todo lo posible por limitar una práctica en un mar en el que los recursos son públicos. Por eso, piden volver a sentarse en una mesa de negociación para que cada parte pueda hacer sus propuestas y llegar a un acuerdo en el que se pueda, por ejemplo, ir ampliando las zonas poco a poco permitiendo testar el impacto que esto podría producir.
¿Cómo se regula la pesca submarina?
La pesca submarina y toda la pesca recreativa se regula en Canarias a través del Real Decreto 2133/1986. En concreto, el texto establece varias limitaciones como que se solo puede practicarse entre la salida y la puesta de sol y únicamente en las zonas acotadas para ello. Algunos de estos espacios además cuentan con limitaciones diarias, por lo que no se puede pescar todos los días de la semana.
En ningún caso los practicantes de esta modalidad de pesca pueden utilizar, fondear o calar cualquier tipo de artes o aparejos de pesca.
Las capturas por persona y día están limitadas a un máximo de 5 kilos. En aquellos grupos de más de cinco pescadores el límite será de 25 kilos independientemente de la cantidad de personas. Las capturas deberán siempre destinarse al consumo propio estando completamente prohibida su venta.
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