Agricultura
El tesoro ‘gourmet’ solo apto para el consumo en Canarias
Las exportaciones de aguacate no representan ni un 1% de la producción en las Islas
La nula importación encarece su precio en la época de verano

Feria del Aguacate de Mogán, en Arguineguín, el año pasado. / Andrés Cruz

El oro verde canario es un tesoro que hoy en día está reservado para los residentes y los turistas que, en sus visitas a las Islas, aprovechan para degustar un producto gourmet con ADN 100% isleño. El aguacate que se cultiva en el Archipiélago –primero del mundo en conseguir la Indicación Geográfica Protegida (IGP)–, se consume en casa y no tiene competencia. El mercado isleño absorbe toda la oferta, lo que frena las posibilidades de exportación de este cultivo que no ha parado de crecer en los últimos años. En 2023, último ejercicio contabilizado hasta el momento, se cosecharon 14.614,9 toneladas, según el Instituto Canario de Estadística (Istac), pero solo se comercializaron en el exterior 101 de estas toneladas, lo que representa solo el 0,70% del total.
De ese pequeño trozo de pastel, la mayoría, el 87%, acaba en el mercado peninsular, como ocurre con el plátano. Y solo un 13% se vende en el extranjero, en regiones como Suiza, Francia y otros países escandinavos. Estas cifras se han mantenido estables en los últimos años, solo en 2018 el porcentaje destinado al extranjero subió un poco, alcanzando el 22%. «Respecto a 2012 hemos más que duplicado las cifras de producción en las Islas y la evolución de la exportación presenta una correlación, pero el crecimiento no es tan significativo», reconoce la gerente de Tropican (antes Asguacan), Gabriela Pérez.
La explicación está en el consumo per cápita de aguacate en Canarias. La demanda es cada vez mayor. Cada canario consume de media ocho kilos de este fruto al año –unos 40 aguacates–, lo que convierte a las Islas en la comunidad con mayor consumo del país. Según los datos de Tropican, el Archipiélago está, además, muy por encima de los datos que registran otros países europeos. En Italia el consumo por persona no llega al kilo anual; en Alemania es de 1,48 kilos; en Reino Unido, del 1,71 kilos; en los países escandinavos, de 1,88; y en Francia, alcanza los 2,31.
«Nuestro mercado absorbe casi todo el aguacate que se produce y, además, en los últimos años hemos tenido mermas que han reducido los cultivos por la climatología y las plagas», reconoce Pérez. El cultivo ocupa hoy 2.323,6 hectáreas de suelo en el Archipiélago, un 117,7% más que hace diez años. Y el 84,7% de la superficie se encuentra concentrada entre La Palma y Tenerife.
El crecimiento también se refleja en las toneladas recolectadas. A pesar de los episodios de pérdidas puntuales, la cifra presenta una tendencia positiva. En 2023 fueron más de 14.000 y diez años antes, la cifra solo alcanzaba las 6.434 toneladas. «Una de las características de este tipo de producción es que es muy variable de un año a otro, lo que implica que un año puede haber mucha producción y al siguiente, menos», explica Pérez sobre las cifras.
Producciones protegidas
Para entender los escasos datos de exportación también hay que acudir a la orden del 12 de marzo de 1987 que protege algunas producciones canarias ya que establece para las Islas las normas fitosanitarias relativas a la importación, exportación y tránsito de vegetales y productos vegetales. Esta norma pretende evitar la entrada de plagas, por lo que impide la importación de determinados frutos y plantas. En su artículo 7, se especifica que los vegetales destinados a la plantación provenientes de países tropicales y subtropicales requieren una autorización previa del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y deben ser introducidos en Canarias a través de una estación de cuarentena o someterse a medidas de cuarentena determinadas por dicho ministerio. Son los plátanos, aguacates, mangos, papayas y piñas tropicales. En estos casos, todo lo que se consume en Canarias es producción local.
Y es ahí donde se encuentra la explicación de la oscilación de precios en épocas en las que las variedades isleñas son más escasas. La oferta se reduce, la demanda se mantiene y el coste del kilo llega a superar los 10 euros. Esto ocurre principalmente durante los meses de verano, cuando tanto el aguacate Hass como el Fuerte paralizan su producción. La recolección de esta última variedad no comienza hasta finales de septiembre o principios de octubre y es cuando empieza a aumentar la disponibilidad en el mercado. Y los Hass dan un empujón a la oferta a partir de noviembre.
Los consumidores isleños, en estos picos de precios, reclaman recurrir a la importación, pero desde Tropican defienden que esto supondría «la desaparición de los productores de aguacate en Canarias». «Hay que proteger lo nuestro y por eso tienen tanta importancia la IGP», insiste Pérez, quien defiende que cualquiera que prueba el aguacate canario queda «fascinado por la cremosidad y el sabor que tiene».
Pulpa cremosa
Las variedades canarias –protegidas ahora por el sello– presentan una pulpa cremosa y un sabor ligeramente herbáceo con notas a frutos secos debido a la influencia de los suelos volcánicos y del clima que propicia una lenta maduración del fruto en el árbol.
Los agricultores canarios se mantienen alerta por si aparecen en el mercado isleño productos de dudosa procedencia. Desde Tropican afirman que se han dado casos en el pasado en el que sospechan que partidas de aguacates que presentar «formas» diferentes al producto isleño, pero reconoce que detectarlo es «muy complicado». Y confían en que los mecanismos de control que existen en la comunidad funcionen.
El objetivo para los próximos años es seguir aumentando la producción en Canarias, mantener la tendencia registrada en la última década. Los productores, más de mil en todo el Archipiélago, ya han encargado estudios para incrementar los rendimientos de las producciones isleñas y para posibilitar el incremento de las exportaciones ahora que existe un sello que reconoce la calidad del producto canario.
Eso sí, la paciencia es indispensable para cultivar este tipo de fruta, ya que se trata de un árbol que tarda entre cuatro y cinco años en dar sus primeros aguacates.
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