Transición energética

Seis respuestas con todo lo que hay que saber sobre las tierras raras, el material con el que se construye el nuevo orden mundial

Son las materias primas imprescindibles para las nuevas y altas tecnologías que afectan a nuestro día a día

Vista de Nuuk, capital de Groenlandia, cuya riqueza en tierras raras es clave en el debate sobre cómo sustentar una futura independencia de Dinamarca.

Vista de Nuuk, capital de Groenlandia, cuya riqueza en tierras raras es clave en el debate sobre cómo sustentar una futura independencia de Dinamarca. / EFE

Manuel Gutiérrez Claverol

Desde que se produjo el cambio en la presidencia de Estados Unidos, el foco mediático no cesa de centrarse en los intereses de la nueva Administración que, de manera prioritaria, se asientan en el acopio de materias primas imprescindibles en el mundo de las altas tecnologías. Son unos materiales geológicos, las Tierras Raras (TR), cuya importancia va en aumento y serán tema de información cotidiana de ahora en adelante.

Contestemos las famosas 6 W anglosajonas: What (qué), Where (dónde), Why (por qué), When (cuándo), Who (quién) y How (cómo).

What: ¿De qué se trata?

De un grupo de elementos químicos que, paradójicamente, no son tierras y poseen escasa rareza, pues están bastante extendidos por la naturaleza, si bien en pequeñas concentraciones en los depósitos. Sus nombres no son tan populares como los del carbono, oxígeno, hierro, plomo, oro… pues han sido bautizados con una nomenclatura más compleja y hasta hace poco desconocida para el gran público, salvo algunos divulgados gracias a los crucigramas.

Pertenecen a lo que en la tabla periódica se denominan lantánidos, representados por 15 elementos (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio), a los que hay que añadir otros dos (el escandio y el itrio), dado que aparecen frecuentemente mezclados con los anteriores en los mismos criaderos y presentan propiedades químicas similares; no obstante, manifiestan propiedades eléctricas y magnéticas dispares.

Junto a los antedichos son demandados por su interés el torio (un actínido aprovechado en la industria aeroespacial y en reacciones nucleares), el telurio (de amplia utilidad en los equipamientos electrónicos) y el niobio (un metal superconductor que puede usarse para fabricar baterías mucho más baratas y eficientes que las actuales).

Estos materiales críticos, conocidos ahora como el 'oro tecnológico', se agrupan en unos 180 integrantes caracterizados por poseer extraordinarias virtudes magnéticas, conductoras y luminiscentes. Entre los minerales portadores, todos de génesis magmática, cabe destacar los siguientes: monacita (fosfato de cerio, lantano, neodimio y torio) y la bastnasita (carbonato con lantano, cerio e itrio).

Ocasionalmente, los procesos erosivos de las rocas eruptivas que los contienen dan lugar a depósitos tipo placer, en forma de arenas o arcillas enriquecidas en esos elementos.

Where: ¿Dónde están?

La producción de varios de estos elementos está controlada, de forma casi monopolística, por la República Popular China, país que cuenta con la supremacía de estas materias primas y sobre su tratamiento, con una producción que ronda el 60% de la cuota de mercado y el 80% de la capacidad de procesamiento.

La mejor explotación se encuentra en el distrito minero de Bayan Obo (Mongolia Interior), con unas reservas abundantes en los minerales objeto del escrito, destacando el fosfato monacita y el carbonato bastnasita, considerados como las dos principales menas [mineral del que se extrae el elemento químico útil] de las Tierras Raras. Ello conlleva que sea una de las áreas más contaminadas del mundo.

Al poderío chino en estas materias se unen de manera secundaria Vietnam, Brasil, Rusia, India, Australia, EE UU y Groenlandia. Esta dependencia geopolítica del gigante asiático, especialmente desde que ese país limitó las exportaciones mediante un sistema de cuotas y aranceles, hace que tanto la Unión Europea como los Estados Unidos o Japón (grandes consumidores de los productos) empiecen a inquietarse y a impulsar la investigación geológica sobre estos recursos metálicos. La reapertura en 2010 de la mina californiana de bastnasita de Mountain Pass (con lantano, cerio, neodimio y europio), que estaba cerrada por no mostrarse rentable ante la competencia asiática, supondrá un cierto respiro para el coloso yanqui.

No cesan las prospecciones para hallar nuevos minados. En 2022 se hizo público el descubrimiento de una importante mineralización de TR en el distrito de Beylikova (Anatolia Central, Turquía), que podría convertirse en la segunda mayor reserva mundial –con 694 millones de toneladas de diez de los preciados elementos–, solo por detrás de la de Bayan Obo, evaluado en 800 millones de toneladas. El Servicio Geológico de Estados Unidos aumenta las previsiones, según las cuales Turquía podría superar incluso al país mandarín.

Europa es bastante deficiente en estas especies minerales, por lo cual fueron declaradas materia prima prioritaria para paliar su dependencia exterior. En pleno Ártico (Kiruna, Suecia) se ha descubierto uno de los mayores criaderos mundiales de TR, pero los engorrosos procesos administrativos que afectan a los estados miembros de la UE dificultan su impulso a corto plazo.

España no anda a la zaga y representa un ámbito geológico privilegiado, con una potencia minera en ciernes, donde existen concentraciones puntuales del ansiado maná con recursos potenciales nada desdeñables, aunque precariamente investigados.

El depósito más preciado por su facilidad de laboreo –ya que es de tipo placer– corresponde al 'proyecto Matamulas'. Se encuentra en Ciudad Real (Campo de Montiel), donde existen sedimentos detríticos de monacita gris (grupo de minerales fosfatados derivados de rocas graníticas). Se estima una producción del orden de las 2.100 toneladas anuales, un tercio de lo que necesita la Unión Europea. La declaración de impacto ambiental negativa, ―alegando que es incompatible con la conservación de la biodiversidad, impide su beneficio.

Otro venero de trascendencia se halla en Monte Galiñeiro (Pontevedra), con enriquecimientos en TR, estimándose que se podrían extraer unas 2.800 toneladas anuales. Conforman el contexto geológico rocas graníticas con cantidades variables de minerales de interés, entre ellos bastnasita (con altos contenidos en cerio y lantano, y algo inferiores de itrio) y monacita; el proyecto cuenta con la oposición de diversos colectivos.

En Galicia se conoce la existencia de arenas monacíticas desde el pasado siglo en las rías de Vigo, Pontevedra y Arosa, y en aluviones de las provincias de Orense y Pontevedra.

A los anteriores hay que añadir las concentraciones minerales que se encuentran en determinadas orografías submarinas canarias. La "abuela Tropic", al suroeste de la isla de El Hierro, con una altitud de 3.200 metros, es conocida como la "isla del tesoro", pues en ella se detectó una valiosa mena polimetálica –considerada la mayor del mundo en telurio– conformada por nódulos de manganeso y costras de ferromanganeso beneficiadas en elementos estratégicos (telurio, cobalto, níquel, vanadio, molibdeno, wolframio) acompañados de TR, ricas en itrio, con concentraciones muy superiores a lo habitual. Al igual que los casos precedentes, su aprovechamiento está cuestionado socialmente.

Why: ¿Por qué son tan importantes?

Su utilidad es cada vez más sobresaliente y está centrada especialmente en campos industriales de primera línea: la electrónica de última generación (ordenadores, televisiones, pantallas táctiles, láseres, baterías, teléfonos inteligentes o smartphones...); el sector de la energía limpia, al ser necesarios en imanes o magnetos que requieren tanto los modernos vehículos (coches híbridos y eléctricos) o los trenes de levitación magnética de alta velocidad, así como las turbinas eólicas, sin obviar los ámbitos de eficiencia energética, sobre todo los basados en tecnología LED (diodo emisor de luz) y, de manera muy significativa, la manufacturación biomédica (resonancias magnéticas, tomografías o terapias anticancerígenas) y la producción de armamento militar, principalmente en los sistemas de comunicación adheridos a misiles o drones.

When: ¿Cuándo estalló la guerra por ellas?

Desde hace unos años EEUU y China están a la greña, imponiéndose aranceles a miles de productos de intercambio entre ambos países. Con la primera irrupción de Donald Trump a la Casa Blanca comenzó a imponerse una férrea política proteccionista hasta eclipsar el multilateralismo y el libre comercio que imperaba entre los bloques económicos. La Administración norteamericana acusó al régimen de Xi Jinping de los males que sufrían sus súbditos, muy en concreto del déficit comercial entre Washington y Pekín; los Estados Unidos pasaron de ser exportadores a importadores y a depender de China.

La guerra dio un paso importante cuando los americanos, a través de Google, vetaron a la empresa china Huawei para vender sus productos en su territorio, en especial el Smartphone 5G, apelando a que representaban un peligro para la seguridad nacional.

Las grandes empresas americanas (Google, Apple, Facebook o Amazon) no están dispuestas a admitir competencias y desean funcionar en un sistema de exclusividad, ya que es evidente que la nueva industria oriental –en especial la telefonía inteligente– ocupa un papel predominante con marcas punteras como Huawei o Xiaomi.

Hay multitud de factores geopolíticos para explicar qué esconde esta disputa. Uno reseñable es, sin duda, la ansiedad por los metales, muy en concreto las TR, con los que se fabrican estas tecnologías punteras, que de ser ignotos se están convirtiendo en un tema manido, al que se suman otros también imprescindibles como el "coltán", el cobalto o el litio, también imprescindibles.

Who: ¿Quién es el responsable de la actualidad de las TR?

El imperialista Donald Trump, ejemplo del nuevo mesías ultra, dentro del eslogan de la campaña MAGA "Make America Great Again" (Haz a los Estados Unidos grande otra vez) anunció, amén de su fiebre arancelaria, insólitas propuestas de su futura política internacional, entre las que no descarta utilizar la opción económica o incluso la militar para anexionar Canadá, el canal de Panamá, Groenlandia (rica en TR) y ahora la riqueza mineral de Ucrania (igualmente con TR), lo que va a socavar la imagen de EE UU ante sus aliados permanentes, bajo la sonrisa burlona de Moscú. La estrategia geopolítica del Gobierno del nuevo inquilino de la Casa Blanca descansa en la dependencia que tiene Norteamérica de recursos naturales, especialmente de las ambicionadas Tierras Raras.

How: ¿Cómo pretende hacerse con las TR ucranianas?

Estos pretendidos elementos se encuentran en varias zonas del estado europeo, ubicándose las principales reservas en las regiones de Donetsk y Lugansk –escenarios del conflicto bélico con Rusia y parcialmente ocupadas por las tropas agresoras– o en otras zonas del centro del país, donde también abundan este tipo de componentes. Ucrania cuenta con unos 20.000 yacimientos minerales de 117 tipos (las guerras no se hacen al albur), si bien, la gran mayoría de ellos, incluidas las tierras raras, no han sido explotados hasta ahora.

El acuerdo entre Trump y Zelenski, ahora frustrado por la humillación ucraniana en el despacho oval de la Casa Blanca, abroncando con una acritud extrema –rayando el matonismo– el mandatario americano al presidente ucraniano, acusándole de "estar jugando con la tercera guerra mundial", permitiría a EEUU explotar minerales críticos para sus diferentes industrias. Se pretendía hacer con la intención de establecer un Fondo de Inversión para la reconstrucción de la devastada nación por la invasión de las tropas de Putin, en el que ambos países participarían mediante una propiedad conjunta.

La explotación compartida de las tierras raras y de los minerales estratégicos en el corazón de Europa serviría para dotar a Ucrania de garantías de seguridad, o sea, se presenta como un acuerdo clave para el hipotético final de la guerra.

Una reflexión

Permítaseme una reflexión final. Evidentemente, cualquier actuación minera conlleva una cierta problemática ecológica, aunque sí es posible minimizar sus impactos y garantizar una correcta restauración, no las chapuzas a que nos tienen acostumbrados las empresas beneficiarias. El moderno laboreo dispone de suficientes tecnologías para asegurar el desarrollo sostenible y evitar la degradación medioambiental.

La pregunta que surge ante las actitudes obstruccionistas a tal actividad minera es si estamos dispuestos a prescindir, por ejemplo, del teléfono móvil, del televisor de pantalla plana, del ordenador o de la resonancia magnética, ya que todos ellos utilizan algún componente de los elementos químicos aludidos.

Por otro lado, sólo unos pocos se preguntan de dónde provienen las sustancias utilizadas en la industria moderna, que seguramente fueron obtenidas en países tercermundistas y bajo condiciones infrahumanas. Es hipócrita la postura del "sí a los avances tecnológicos, pero lejos de donde yo habito".

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