Los clásicos y los contemporáneos
Teodoro Sosa y Pablo Rodríguez comparten puestos contiguos en el almuerzo

Teodoro Sosa, Pablo Rodrígue y Augusto Hidalgo, ayer en el almuerzo. / ACFIPRESS

¿Qué tienen en común Homero, Esopo, Juan Cruz y Agustín Millares? Aparentemente nada, salvo que toque discurso de Pedro Ortega, devorador de libros y maestro en el arte de mezclar a los unos y los otros para hacer un batido que le sale siempre con puro sabor canario. «Quise comenzar con un extracto de la obra Historia General de las Islas Canarias, de Agustín Millares, porque es más necesario que nunca poner en valor nuestras islas, que fueron siempre referencia de los mitos legendarios que crearon los autores conocidos de la antigua Grecia y de los que, canarios como Millares o Viera y Clavijo, hablan en alguna de sus obras, textos que han gozado de una enorme influencia de Píndaro, Virgilio o Séneca entre otros». Demasiada –advertencia, ironía– y necesaria altura para lo que es costumbre en las tribunas de oradores de hoy en día.
¿Y qué tienen que ver Teodoro Sosa y Pablo Rodríguez? Aparentemente poco, por debajo de la altitud de detección del radar quizá mucho y, concretamente ayer, que alguien, seguramente de manera casual, decidió sentarlos uno junto al otro. ¿Que había más de 200 invitados y poco puede tener el azar que ver en esto? También pasado mañana todos querremos que nos toque la lotería y habrá alguien a quien así le suceda.
«Como leí una vez a Juan Cruz, Canarias es un lugar polimorfo donde ninguna isla se parece a la otra, cosa que condiciona su personalidad»
«Como leí una vez a Juan Cruz, Canarias es un lugar polimorfo donde ninguna isla se parece a la otra, cosa que condiciona su personalidad», explicó el presidente Ortega. Recurrió al periodista y escritor tinerfeño para demandar de las administraciones un trato singular que se ajuste a las necesidades e idiosincrasia de cada uno de los peñascos atlánticos.
El péndulo
Son tan distintas como previsibles en su conjunto si se las observa desde el prisma de la teoría del péndulo, que viene y va, y va y viene, y vuelve a venir. La cuestión es el cuándo. Que se encuentren en una feria dominical el mencionado Sosa y el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, mientras el partido del primero, Nueva Canarias (NC), se reúne para templar gaitas es un pendulazo en el totiso de alguien. Que al mediodía de ayer el alcalde de Gáldar –Sosa de nuevo– almuerce junto al secretario general de CC en Gran Canaria –Pablo Rodríguez– no es algo que él haya decidido ni merezca la reivindicación de nadie; a priori.
El nacionalismo se fue –léase quebró– hace ya 20 años y el regreso aparece cada vez más cercano. Sin que eso signifique que NC se vea impedido para seguir su camino, que se prevé difícil si los garantes de sus caladeros de votos tienen aspiraciones distintas de las de mantenerse a la sombra de los rectores habituales hasta el momento en que estos, y solo ellos, decidan dejar paso.
Esto y todo sucedió solo después de que Ortega reclamara un minuto de silencio en memoria de José Fernando Rodríguez de Azero, que comandó durante años CEOE-Tenerife y ayer falleció.
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