La exclusividad hecha malvasía
La Bodega comarcal del Valle de Güímar hace 2.100 botellas de un exclusivo espumoso

Cava único en el mundo / María Pisaca

La Bodega comarcal del Valle de Güímar, en Tenerife, está de celebración y ha demostrado, un año más, que la innovación en los productos vitivinícolas puede ser sinónimo de éxito. El pasado 9 de mayo consiguió, por segundo año consecutivo, el galardón de Mejor Vino de Canarias con el Brumas de Ayosa Malvasía Aromática -también lo consiguió en 2019 y 2020-. A pesar de que la malvasía es una variedad de uva blanca característica de Lanzarote y La Palma, en los últimos años se ha logrado, principalmente en las viñas de esta comarca, una buena producción de esta uva.
Precisamente, y a pesar del orgullo que este galardón supone para esta bodega comarcal, que solo concentra dos marcas de vino: Cho Marcial --Denominación de Origen Protegida (DOP) Vinos de Calidad de las Islas Canarias- y Brumas de Ayosa -Denominación de Origen Valle de Gúímar-, la mayor satisfacción está en las 2.100 botellas exclusivas que han elaborado de Brut Nature 100% Malvasía Aromática, un espumoso con malvasía llevado a cabo con el método champenoise.
La botella destaca en la bodega. Similar a la de cava o champán, tiene un color verde y naranja que la hace más llamativa. Pero, si algo llama la atención, es lo que estampa su etiqueta:18 meses de crianza en botella sobre sus lías - microorganismos sólidos, principalmente restos de levaduras, que al morir se acumulan en el fondo de los depósitos tras la fermentación del mosto y le da más volumen y cremosidad a la bebida.
El presidente de la Bodega comarcal, Bruno Albertos, luce con orgullo una de las botellas. «Las presentamos el 30 de noviembre con motivo de San Andrés y no hay día que no venga un carrusel de clientes a llevarse alguna unidad», comenta. No es para menos. En exposición no queda ni una sola botella de una bebida que se hizo a conciencia desde el minuto uno. «Un año y medio», destaca Albertos. «Queríamos dar un toque especial y hacer un sabor único» y, para ello, fue fundamental el método de hacerlo a una bebida que aunque se haya presentado hace algo más de una semana ya tiene «18 meses».
Además, se trata de la primera vez que una bodega elabora un espumoso de malvasía, «algo de lo que estamos inmensamente orgullosos por el resultado y la aceptación que ha tenido».
La uva no es la de este año, de hecho procede de la producción de hace dos años cuando se logró llegar a los 2.300 kilos recolectados de malvasía. Sin embargo, y por lo lento que es el proceso en el tiempo, ya ponen el foco en la elaboración de más ejemplares de este producto. Una bebida que ha sido, también, el resultado de intentar lograr una diversificación en el producto y hacer más allá de vinos blancos o tintos.
Al lado de este espumoso, una botella totalmente distinta en tamaño y color pero con un distintivo que realza: Mejor Vino de Canarias 2024, un galardón que, aunque ya lo lucen en el vidrio, recogerán oficialmente el próximo 12 de diciembre en la sede de Presidencia del Gobierno de Canarias en Santa Cruz de Tenerife.
De nuevo, en común: el malvasía. Sin embargo, «son vinos totalmente distintos y con atractivos diferentes y especiales a la hora de tomarlos», alude. Mientras el espumoso es un champán, en este caso el que ya es el mejor de Canarias es un vino que sirve como postre, «para después de comer o a media tarde con algún bombón o algo dulce».
El secreto, además de la calidad de la uva, está en el cariño y el empeño con el que se ha hecho cada litro de bebida. «Le dimos mucho mimo en la Bodega», remarca Albertos, pero «ha sido el fruto» del trabajo conjunto de los viticultores que son los principales responsables de la buena calidad de la fruta; del enólogo, Pedro Lorenzo y del técnico de campo, Moisés Negrín, entre otros que menciona el presidente de la Bodega. A día de hoy cuentan también con una producción limitada de las variedades Listán Blanco, Moscatel de Alejandría, Verijadiego Negra, Negramoll Negra, Listán Negro y Merlot.
Exclusividad y dedicación que hace que Canarias tenga unos vinos únicos. La singularidad climática y lo peculiar que es el suelo que tienen las Islas para el cultivo de la vid «no la tiene ninguna otra parte del planeta» y «hay que darle el valor que tiene». Por lo que el mercado de estos productos, que cada vez más se intenta consolidar en las Islas y en algunas zonas de la Península, está afianzándose. Sin embargo, según Albertos, «aún queda camino por andar».
«Hay cosas que hay que cambiar», detalla. Y lo afirma a la par que hace alusión a la escasez de vinos canarios que se ofrecen en los hoteles, por ejemplo. «Si te hospedas en uno, vas al restaurante y pides vino, no hay de aquí», reitera. Por lo que la solución reside en aportar «entre administraciones, bodegas, distribuidores y consumidores» un «granito de arena» para revertir la situación y poder, no solo dar a conocer estas bebidas únicas en el mundo, sino diversificar económicamente un sector que tiene futuro en las Islas y fuera de ellas.
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