Condena

El expresidente de Pescanova, Fernández de Sousa, entra en la prisión de Soto del Real

Fue condenado a seis años de prisión por un delito continuado de falsedad en las cuentas de Pescanova y por otro de falsedad de información económica y financiera

Manuel Fernández de Sousa, en el banquillo de la Audiencia Nacional.

Manuel Fernández de Sousa, en el banquillo de la Audiencia Nacional.

R.V. / L.G. / J.P.

El expresidente de Pescanova Manuel Fernández de Sousa-Faro ha entrado este martes en la prisión madrileña de Soto del Real, donde permanecerá durante seis años tras haber sido condenado por un delito continuado de falsedad en las cuentas anuales de la compañía y por un delito también continuado de falsedad de información económica y financiera.

Después de que la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo rechazase modificar la sentencia contra el empresario dictada por esa misma sala el pasado 10 de febrero, los magistrados le concedieron diez días para que entrase de forma voluntaria en prisión.

De esta manera, De Sousa ha agotado el plazo y entró en la mañana de este martes en la cárcel de Soto del Real, según han confirmado fuentes consultadas por Europa Press.

Inicialmente, la Audiencia Nacional lo había condenado a ocho años de cárcel. Contra este fallo se interpusieron 19 recursos de casación, y en todos ellos se reclamó una rebaja en las penas por la atenuante de dilación indebida. El Supremo rebajó su pena en dos años al absolverle de los delitos de estafa, falsedad documental y aplicar una atenuante por dilaciones indebidas, confirmando el resto de la condena por manipular las cuentas para captar inversores.

Tras conocerse el dictamen del alto tribunal, el empresario requirió una nueva contabilización de los años de cárcel, argumentando que realmente le correspondería cumplir cuatro años y nueve meses entre rejas por los hechos recogidos en el fallo definitivo del Supremo. Sin embargo, este rechazó otra rebaja en la pena: "No ha lugar a aclarar ni rectificar el extremo interesado por la representación procesal de don Manuel Fernández de Sousa-Faro con relación a nuestra sentencia". 

La caída de Pescanova

El pasado 28 de febrero se cumplieron diez años de la noche en que Pescanova comunicó a la CNMV –como avanzó este periódico entonces en primicia– que era insolvente. “Ya el primero de dichos períodos, –menciona la sentencia del Supremo sobre la fase de instrucción–, aproximadamente siete años, supera con holgura los parámetros que, de ordinario, vienen siendo empleados por esta Sala para calibrar, de manera flexible, la eventual existencia de dilaciones indebidas”.

La sentencia condenatoria indicaba que, a raíz de la crisis financiera que estalló en 2008, el presidente de la firma gallega, con el objeto de poder seguir disfrutando de la financiación bancaria de la que dependía Pescanova por el esfuerzo inversor ejercido en los años anteriores, planeó, junto con un grupo de personas de su confianza, seguir obteniendo financiación a través de una serie de mecanismos o prácticas irregulares.

Una vez conseguida, apuntaba, se llevaron a cabo otra serie de manipulaciones en las cuentas anuales u otros documentos oficiales que reflejaban la situación financiera de la empresa "para conseguir unos resultados positivos que no se correspondían con la situación real y, que, tras ser oficialmente publicados, permitían captar nuevos inversores y desplazar a la financiación bancaria y sus excesivas comisiones".

Últimos días en libertad

Su última imagen pública hasta ahora se remonta a las largas sesiones en la Audiencia Nacional que arrancaron el 2 de diciembre de 2019 y se prolongaron al año siguiente, condicionadas incluso por el estallido de la pandemia. “Teníamos que mantener los puestos de trabajo. No se ha perdido uno, algo habremos hecho bien. Usted haría igual”, soltó Fernández de Sousa al fiscal del caso, Juan Pavía, durante su turno en los interrogatorios, tras reconocer irregularidades –“impuestas por el mercado”, trató de justificar– y ese megalómano sueño de convertir una empresa que hacía aguas por todos lados a causa de sus ruinosas inversiones en “la primera del mundo”. “Ni siquiera después del juicio ha demostrado comprender el alcance de las decisiones adoptadas y los enormes perjuicios que tales decisiones han conllevado”, le contestaba la Audiencia Nacional en su sentencia condenatoria.

Desde el proceso judicial, Sousa no se prodigaba en público. Su última imagen fue captada en Vigo hace unas semanas, cuando se encontraba a la espera de la respuesta del Supremo a su petición de revisión de la condena. Fueron sus últimos días en libertad.