Pesca

La flota, abocada al 'plan b' del desguace: “Queremos trabajar, pero no hay apoyo”

El sector considera las ayudas a la paralización definitiva como la “única salida” tras una política comunitaria caótica: “Lo que se hizo fue poner trabas a la mayor potencia pesquera de Europa”

Adrián Amoedo / Jorge Garnelo

El veto a la pesca de fondo impulsado por la Comisión Europea y que desde el pasado 9 de octubre afecta a 87 áreas marinas del Atlántico Norte, donde este tipo de arte se ha prohibido, sigue encadenando impactos en una larga cadena cuyo punto final podría ser, para numerosos armadores gallegos, el desguace de sus barcos. Embarcaciones en muchas ocasiones antiguas, que albergan un estrecho vínculo personal e incluso familiar con sus propietarios, pero que han dejado de ser tan rentables como estrictas se han vuelto las políticas comunitarias en materia de pesca. El Gobierno, como avanzó el lunes Faro de Vigo, del grupo Prensa Ibérica, estudiará junto al sector y las comunidades autónomas implicadas, entre ellas Galicia, si concederá apoyos a la paralización definitiva –así como sus condiciones– a partir de junio. A finales de febrero, con tres meses todavía por el camino, desde el mar se resignan a ver su futuro abocado a la chatarra... Un desenlace fatal y forzado para parte de nuestra flota, que lo único que quiere es pescar. Salir al mar, a trabajar.

“La gente quiere trabajar pero no siente el apoyo de las administraciones”, expone –entre múltiples testimonios consultados por este periódico– Joaquín Cadilla, presidente de Orpagu, y lo dice en relación a las políticas dictadas desde Bruselas, que a sus ojos han generado un “desánimo generalizado”. “Seguiremos luchando y tirando para adelante, pero no dejan alternativa en muchos casos”, señala, si bien considera que gran parte del esfuerzo que han dedicado a transformarse y adaptarse a las normativas ha caído “en saco roto”.

Sobre la situación actual, augura que parte de la flota del palangre se acogerá a las ayudas a los desguaces –si las hay– y ante la destrucción de pesqueros evidencia que lo que ahora hace falta es crear nuevos buques: “La Unión Europea está renunciando a la modernización de la flota. A contar con barcos del siglo XXI. Es paradójico que haya cantidades de dinero importantes para la reforma de los barcos viejos, y que no haya ninguna posibilidad de hacer barcos adaptados a los tiempos de hoy”.

Cada día peores noticias

de salir adelante una línea de apoyos “prácticamente ya no quedará flota”

En los mismos términos se expresa Lidia González, en su caso capitana, para quien esta situación desembocará en que la gente deje de trabajar en el mar porque no habrá recursos o el coste será demasiado elevado. “Muchos buscarán otro trabajo y seguramente vendrán más productos de otros países a competir con los nuestros”, manifiesta, haciendo hincapié en que “al final la gente se cansa e intenta buscar otra salida y una salida es el desguace”.

Faltan nuevos profesionales

plan de reajuste

El también patrón del 'Colomba Tercero' señala que desde la Secretaría General de Pesca no están por la labor de otorgar ayudas para el colectivo, que en Galicia se sitúa en 146 unidades. “Dicen que no pueden dar ayudas porque es rentable”, apunta, recordando que el nacimiento de la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga) se produjo precisamente para compartir la cuota entre sus 108 miembros (en la actualidad) para poder mantener un mínimo de rentabilidad en aquellos buques con menos cupos. “La situación está tan mal que no hay ni gente para meter en el barco, porque no quieren ir al mar”, comenta asimismo.

Nos están acribillando, nos quitan las ganas de trabajar y de ir al mar”, lamenta paralelamente el armador del 'Mi Nombre Cinco', otro de los cerqueros redondelanos con base en el puerto de Vigo. Para Ángel Bouzón, el sector del cerco gallego lo que quiere es “pescar”. “Pescado sabemos que hay. Muchísima sardina, por ejemplo”, resalta en este contexto. No obstante, indica que ante las dificultades que actualmente sufren –como la escasa cuota de esta especie o de jurel en el Cantábrico– optaría por desguazar su barco.

Otros profesionales del mar como Pilar Nogueira, presidenta de la Asociación de Redeiras de Cangas, opinan más de lo mismo. Y tras reclamar que las 'redeiras' deberían estar incluidas en la Ley de Pesca –como sector– para poder optar a ayudas en el caso de que las cosas se tuerzan, afirma que la paralización definitiva de la actividad de muchos barcos afectaría a su actividad.

“Antes lo que hacían era desguazar el barco pequeño y se hacían un barco grande, pero ahora con la problemática de Europa los armadores no arriesgan. Si ya están en una edad que están a punto de jubilarse no es como antes, que desguazaban el barco, se unían a un armador que igual era más joven y entre los dos hacían otro. Ahora esos barcos se van a desguazar, pero no hay nuevos”, añade, incidiendo que la ausencia de relevo en la flota repercutirá en el relevo de la tripulación. Si no hay trabajo, no hará falta tanta mano de obra.

“Aquí lo que se hizo fue poner trabas a la mayor potencia pesquera que había en Europa, una región del noroeste que le llamaban Galicia, y resulta que desde aquella se eliminaron miles de barcos, miles de puestos de trabajo en el mar, y la consecuente pérdida en tierra”, comenta por su parte Xabier Aboi, de CIG-Mar, subrayando que “cada vez es más necesario garantizar la soberanía alimentaria” –que según su parecer peligra– y que “el 100% de lo que pesca la flota gallega es para consumo humano”. En este sentido, el representante de asuntos pesqueros del sindicato nacionalista se plantea un interrogante: “¿Por qué tenemos que perder todo eso? ¿O es que en Alemania son tan insensatos que pierden a Mercedes, BMW o Volkswagen?”.

Renovarse o desaparecer

el trabajo que de verdad genera industria es el de la construcción y reparación naval, no el desmantelamiento

A su juicio, en sintonía con Cadilla, la actividad pesquera “debería estar vinculada a la renovación, no a la desaparición” de los buques, algo que desde la Comisión Europea continúan frenando al imposibilitar ayudas para la construcción de unidades más modernas. Los que lo hacen son, por normal general, los que faenan fuera de aguas comunitarias, principalmente los grandes arrastreros que capturan calamar en aguas de Malvinas. En Gran Sol, en cambio, la tendencia es la de la exportación de unidades en activo para terceros países. “Se está reduciendo todo a nivel de la UE en pesca y no nos parece ni razonable ni normal”, concluye.

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