26 de marzo de 1989. Ocho de la mañana. Ese día y a esa hora despegó del aeropuerto Tenerife Norte un avión de la factoría Casa, modelo CN-235, rumbo a Gran Canaria. Aquel vuelo, el NT 104, trasladó entre las dos islas capitalinas del Archipiélago a 40 personas. Fue el primer trayecto de Binter Canarias, que en aquel momento pertenecía a la que aún era la aerolínea de bandera de España: Iberia.

Binter Canarias: desde las Islas al cielo pasando por Europa y África

Ese fue el nacimiento de una empresa que desde entonces ha jugado un papel clave en la cohesión territorial, y por ende social, de las Islas. Pero en el caso de Binter tan relevante fue el nacimiento como el renacimiento. No en vano fue en 2002 cuando un grupo de inversores canarios adquirió la compañía, un hito en la trayectoria de la aerolínea y de algún modo también un hito en la historia reciente de la Comunidad Autónoma. Porque aquel vuelo NT 104 tuvo lugar en 1989, pero el despegue definitivo de Binter se produjo en 2002, cuando la empresa pasó a ser 100% canaria y a estar gestionada de forma integral desde Canarias. Un punto de inflexión hacia la actual Binter, que hoy es mucho más que una aerolínea.

Consolidada como una de las marcas más conocidas y reputadas de la región, la que fuera filial de Iberia se ha convertido en un grupo que abarca toda la cadena de valor del transporte aéreo: operativa en vuelo; actividades aeroportuarias; comercialización; formación; desarrollo y producción de soluciones tecnológicas; mantenimiento de aeronaves… Incluso la fabricación y el diseño de componentes para la industria aeronáutica.

La apuesta del grupo

Esa nueva vertiente fabril de Binter ha contribuido en los últimos años a paliar dos de los grandes déficits de la economía canaria: su altísima dependencia del turismo, incluso excesiva para un cada vez mayor número de voces, y el poco peso de su comercio exterior. La apuesta del grupo por abrirse un hueco en el sector de la fabricación de piezas y partes de aeronaves ha hecho de la Comunidad Autónoma una notable exportadora de estos componentes, hasta el punto de que cada año ganan más terreno entre las mercancías y productos con mayor relevancia en el comercio exterior isleño.

Ese es solo un ejemplo, de los más recientes, de la aportación de Binter a la diversificación económica del Archipiélago. Sin embargo, la verdadera dimensión social de la compañía se mide por su papel fundamental, principal, en la movilidad de los canarios.

Antes de que se fraguara la adquisición de la empresa a Iberia, los inversores locales tuvieron que hacer varios intentos. Conocedores de los problemas de conectividad de un territorio insular (con lo que esto ya de por sí implica para la menor movilidad de sus residentes) situado, además, a miles de kilómetros de las principales urbes europeas, la idea era que la nueva Binter creciera a partir de dos premisas: el servicio al pasajero, ante todo al pasajero local, y la mejora de las conexiones. El éxito de la aerolínea estaría así indisolublemente unido al progreso socioeconómico de Canarias, y de hecho ambos han discurrido en paralelo. Por eso Binter es uno de los más claros ejemplos de cómo la iniciativa empresarial no solo es capaz de satisfacer necesidades, sino incluso de transformar una sociedad.

La aerolínea es el particular tren del Archipiélago, el medio de transporte que permite al tinerfeño ir y venir de Gran Canaria en menos tiempo de lo que tardaría en ir del norte al sur de la isla. El que permite al grancanario desplazarse hasta las orientales Lanzarote y Fuerteventura, y viceversa, y el que las conecta a todas, también a La Palma, La Gomera y El Hierro, entre sí. No hay ninguna otra región insular en Europa que cuente con las cifras de rutas, conexiones y frecuencias interiores que Binter oferta en Canarias, lo que unido a la bonificación en el billete de la que disfrutan los residentes, de hasta el 75% del precio, eleva las posibilidades de movilidad de los isleños a cifras impensables hasta hace apenas un par de décadas.

No obstante, hace ya tiempo que Binter dejó de ser una aerolínea circunscrita al mercado interior. En 2005, solo tres años después de que el capital de la compañía quedase en manos de empresarios locales, la firma que preside Rodolfo Núñez comenzó a conectar el Archipiélago con un cada vez mayor número de destinos nacionales e internacionales. Desde entonces los canarios han podido volar a Marrakech, El Aaiún o Madeira sin escalas y, sobre todo, sin mayores molestias. Lugares próximos a las Islas a los que, sin embargo, costaba llegar sin emplear un buen puñado de horas. Ya en 2012, y tras haber culminado con éxito la profunda reestructuración emprendida en 2009, Binter suma a Agadir, Casablanca, Cabo Verde y Lisboa a su lista de destinos. En ese momento, diez años atrás, la aerolínea canaria ya disponía de una de las mayores flotas de aviones ATR de toda Europa, con un total de 18 aeronaves. Una flota que ahora integran 24 ATR de última generación y cinco reactores Embraer E195-E2, un modelo del que la compañía ya ha comprado otras cinco unidades. Y es que cada vez son más las conexiones: en 2013 se abrieron rutas con otros dos destinos africanos, Banjul y Dakar, y luego, en 2014, llegaron los turnos de la Isla de Sal y Nuakchot, a los que más tarde, en 2017, se sumaría Dajla. Un año después, la aerolínea celebraba un nuevo hito con el comienzo de sus vuelos regulares a Vigo y Mallorca.

La empresa, cuya plantilla llega ya a 1.800 trabajadores, vuela en estos momentos a más de una treintena de destinos fuera del Archipiélago: 15 nacionales, diez africanos y ocho europeos, entre otros a aeropuertos de Francia e Italia. La friolera de 75 millones de pasajeros se han desplazado desde y hasta las islas en aviones de Binter desde que comenzara a operar allá en 1989. El año pasado, con los rescoldos de la pandemia de coronavirus aún calientes, la compañía batió su récord de viajeros con más de 4,4 millones. Con todo, en los planes de la aerolínea, en los que la reducción de la huella de carbono tiene un lugar preponderante, está la idea de continuar su progresiva expansión con la apertura de nuevos mercados en África y en la Europa continental y también con el incremento de las conexiones con nuevos destinos nacionales.