La demanda desborda el plan para formar chóferes de camiones

El proyecto de la patronal de transportes

recibe un millar de solicitudes para cien plazas

Un camión desembarca en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife.

Un camión desembarca en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife. / D.P.

Julio Gutiérrez

Julio Gutiérrez

Las demandas que el sector del transporte planteó en noviembre al Gobierno de Canarias incluían también una llamada de auxilio. Los camiones se quedaban sin manos que se posaran sobre sus volantes. La urgencia con la que es necesario acabar con la carencia de chóferes la revela la rapidez con la que se ha abordado. El 6 de febrero comienza el proceso de formación en que se concreta el proyecto presentado el último día del pasado año por la Federación de Empresarios de Transportes de Canarias (FET). El Gobierno autónomo financia en su totalidad cien carnés y ayer las solicitudes rondaban el millar.

Los transportistas venían advirtiendo del paso al estado de retiro de toda una generación. «Son los que pudieron sacarse el carné en el servicio militar», explica el secretario general de la FET, José Ángel Hernández. Los soldados de reemplazo tuvieron la posibilidad durante una época de obtener todos los permisos de circulación. Más cerca del final de la mili obligatoria, solo aquellos que ingresaban en los cuarteles con al menos el B-1, el de coches.

Durante décadas, esta no ha sido una profesión bien considerada por la sociedad, pero algo ha cambiado. Para empezar, la remuneración del trabajo ha crecido por el desplome de la oferta de profesionales. Hay pocos y, por tanto, muy buscados.

Además, la pandemia de coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia del trabajo que desarrollan. Mientras el grueso de la población se quedaba en sus casas atendiendo al requerimiento de las autoridades, los chóferes arrancaban los motores para dejar el horizonte libre de un peligroso desabastecimiento. Eso cuando no se convirtieron directamente en protagonistas de la salvación de miles de vidas conduciendo camiones llenos de medicinas, mascarillas, respiradores o equipos de protección individual (EPI).

Sin embargo, obtener el permiso para conducir vehículos pesados no es barato, ni sencillo. Dando por descontada la aplicación del alumno, un correcto aprendizaje del temario y la pericia necesaria para aprobar a la primera con solo diez clases prácticas, el precio puede rondar los 1.000 euros. Y no todos los aspirantes disponen de esa cantidad.

Adaptación de la formación

En los últimos años gana espacio la corriente que defiende una adaptación lo más fiel posible de la formación a las necesidades del mercado laboral. Es la fórmula para evitar que empresas de determinados sectores fracasen en la búsqueda de personal mientras más de uno de cada diez canarios (14,57%) están desempleados.

La Consejería de Economía, Conocimiento y Empleo ha sido la encargada de auspiciar el proyecto por el que la FET quiere garantizarse que por muchos años el problema de la ausencia de conductores no vuelva a reproducirse. Las cien plazas, financiadas al cien por cien por el Gobierno de Canarias, se han quedado cortas en muy escaso tiempo.

La demanda multiplica por diez la oferta formativa y algunos cabildos, que son los que tienen las competencias en materia de transporte, se han puesto también manos a la obra. El de Gran Canaria ha sacado otras 50 plazas para incrementar la mano de obra disponible para el sector.

Además de tener el problema en vías de solución, su irrupción ha servido también para revisar el estado actual del sector y reverdecerlo. Si bien el proyecto entró en el registro de la Comunidad Autónoma de Canarias el pasado 31 de diciembre, ha pasado «más de año y medio», detalló Hernández, desde que se dio la voz de alarma.

Ese tiempo ha servido para madurar un proceso que pretende reducir la tradicional masculinización del sector. «Es el momento para las mujeres que quieren ser conductoras», señala el secretario general de la FET.

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