Los vuelos a Canarias emiten 6 millones de toneladas de gases contaminantes

Un estudio avala las tasas al queroseno como medida desincentivadora pero señala que deben ser sensibles con regiones muy dependientes del tráfico aéreo

Despegue de un avión en un aeropuerto canario.

Despegue de un avión en un aeropuerto canario. / Juan Carlos Castro

Las emisiones que generan los vuelos internacionales que llegan hasta el Archipiélago equivalen a la mitad de los gases de efecto invernadero que produce en un año la economía canaria. El tráfico aéreo que llega a las Islas procedente de otros países produce 6 millones de toneladas de CO2 anuales, lo que supondría el 54% del total de las emisiones que emite Canarias en doce meses. Pero, lo cierto, es que de manera oficial, los gases que produce esta actividad –que sirve para trasladar a los millones de turistas que cada año visitan la región– no computan en el total de gases de efecto invernadero que genera el Archipiélago. Y por lo tanto, y a diferencia de las de los vuelos domésticos, no se incluyen en el Anuario Energético de Canarias. Si bien estas emisiones de dióxido de carbono no tienen por qué vincularse de manera exclusiva a las Islas ya que –como no ocurre con una industria o un desplazamiento en carretera– la actividad se desarrolla a caballo entre dos territorios y como tal tendrá un coste medioambiental para ambos. 

Aun así, conocer este dato puede aportar una idea del coste medioambiental que supone la llegada de turistas al destino y contraponerlo con el que tienen otras actividades económicas del Archipiélago. Este fue el objetivo del artículo redactado por investigadores de la Cátedra de Reducción del Riesgo de Desastres y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL) que se propuso medir los gases generados por esta actividad. Pedro Dorta, profesor de Geografía Física y director de la Cátedra, considera importante «que se pudiera medir cuánto suponen estas emisiones». Y por lo tanto saber que, si computasen en su totalidad como emisiones propias del territorio, «solo estarían superadas por las que se producen con la generación de energía», apunta. 

Las emisiones que generan los vuelos internacionales y la forma en la que se pueden ir reduciendo han sido una parte importante del debate en los últimos meses en Bruselas, que quiere impulsar un ambicioso paquete de medidas, con el nombre de Fit for 55 u Objetivo 55. En él, están incluidos el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (RCDE) –a través del que se establece el pago de compensaciones en función del volumen de emisiones de dióxido de carbono emitidos– o la tasa verde, un impuesto al uso de queroseno. De ambas habían estado excluidos hasta ahora los vuelos hasta Canarias por su condición de Región Ultraperiférica (RUP) pero, si no se logra una nueva excepción, se deberán comenzar a aplicar en las conexiones internacionales a principios de 2024. 

Unas medidas contra las que han alzado la voz las aerolíneas, que estiman que su aplicación supondría la pérdida de un millón de turistas y 40.000 empleos, debido al encarecimiento que producirá en el precio de los billetes, ya que las compañías tendrán que repercutir este sobrecoste en ellos. Así, el sector turístico canario al completo exigió al Gobierno central, en el marco de Fitur 2023, que presione en Bruselas para que decrete nuevas exenciones a las Islas respecto a la fiscalidad verde. Una transición verde que como ya ha alertado también el Banco de España puede tener efectos muy negativos en el turismo internacional de larga distancia, que es precisamente el caso de Canarias.

El propio artículo elaborado por la Cátedra de la ULL, publicado en la revista científica Sustainability, ya recoge que existen algunas experiencias que demuestran que «un aumento de los impuestos sobre el combustibles de aviación produce una disminución indiscutible en el uso del avión como medio de transporte». Por lo que todo hace suponer que su aplicación acabaría recortando el número de visitantes que llegan a Canarias. Dorta señala que la aplicación de medidas desincentivadoras es algo positivo para tratar de reducir las emisiones. «Dependemos del avión pero no podemos tener vía libre para contaminar lo que nos de la gana», resume. Aunque en el mismo estudio se señala que las medidas de reducción de emisiones deben ser «sensibles a la situación existente en el caso de las Islas» y sus economías «extremadamente frágiles y altamente dependientes de la aviación».

Por lo tanto, insiste en que Canarias debería reconducir su estrategia en tratar de mantener su número de visitantes «no en incrementarlos» y buscar ingresar más con la misma cantidad de turistas. Al mismo tiempo, desarrollar toda una estrategia integral para compensar en el destino la huella de carbono generada por los vuelos pero no solo con iniciativas vinculadas a la propia actividad turística sino también a las emisiones que generan los propios canarios.  

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  • El tráfico aéreo internacional que llega a los aeropuertos del Archipiélago produce de media cada año seis millones de toneladas de dióxido de carbono. 
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  • Cada visitante extranjero que llega a las Islas ha generado 0,48 toneladas de dióxido de carbono solo durante su traslado hasta el Archipiélago. 

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