El Banco Central Europeo (BCE) ha cumplido las expectativas mayoritarias y ha aprobado la mayor subida de los tipos de interés oficiales de la zona euro en sus 23 años de vida. El consejo de gobierno de la autoridad monetaria ha elevado este jueves el precio del dinero en 0,75 puntos, con lo que el tipo de referencia para la financiación de hogares, empresas y familias queda en el 1,25% (su nivel más alto desde noviembre de 2011).

Además, volverá a pagar un interés a los bancos por guardarles el dinero (0,75%) por primera vez desde diciembre de 2011, medida destinada a drenar liquidez de la economía. Y no serán las últimas subidas: la institución presidida por Christine Lagarde ha confirmado que "espera incrementar los tipos de interés en las próximas reuniones para moderar la demanda y proteger frente al riesgo de un aumento persistente de las perspectivas de inflación".

La lucha contra la mayor espiral inflacionista en cuatro décadas, así, se ha impuesto a los temores a que la economía del euro caiga en la recesión. Algunos de los miembros más influyentes del consejo de gobierno, como la alemana Isabel Schnabel, venían dando muestras de ello en las últimas semanas, si bien otros, como el irlandés Philip Lane, habían apostado por un alza más gradual de los tipos. Como sucedió en julio, los consejeros que defienden una interpretación flexible del mandato del BCE que tenga más en cuenta la situación económica ('palomas') han quedado en minoría frente a los que abogan por ceñirse a su objetivo de lograr la estabilidad de precios ('halcones').

Lo cierto es que de haber aprobado una subida de 0,5 puntos (la otra posibilidad que estaba sobre la mesa y que hasta hace unas semanas parecía la más probable), el banco central corría el riesgo de decepcionar a buena parte del mercado, que esperaba una acción contundente por su parte para doblegar una inflación disparada. De haber sido así, las ventas de activos por parte de los inversores podrían haber elevado la presión sobre la deuda pública y privada y a las bolsas europeas. Con los 0,75 puntos aprobados, sin embargo, el BCE corre el riesgo de empujar a la economía del euro a una recesión de la que ya empiezan a aparecer los primeros indicadores.

Más IPC, menos PIB

El IPC de la zona euro alcanzó en agosto un nuevo máximo histórico del 9,1%, desde el 8,9% de julio. El banco central va a presentar este jueves sus nuevas previsiones, pero en las de junio ya estimó que la inflación estaría ligeramente por encima de su objetivo (2% a medio plazo) al cierre del escenario de tres años sobre el que basa sus decisiones (6,8% en 2022, 3,5% en 2023 y 2,1% en 2024). Este jueves las ha revisado "significativamente" al alza: 8,1% en 2022, el 5,5% en 2023 y el 2,3 % en 2024

Aunque el paro de la eurozona está en mínimos (6,6% en julio) y el PIB sigue creciendo (0,6% en el segundo trimestre), algunos indicadores adelantados de actividad de distintos sectores económicos apuntan hacia una contracción de la actividad. En sus previsiones de julio, el BCE calculó que la economía de la zona euro crecería un 6,8% este año, un 3,5% el próximo y un 2,1% en 2024, pero ahora estima un 3,1%, 0,9% y 1,9%, respectivamente.

Schnabel ya reconoció hace unas semanas que puede producirse una caída del PIB: "Hay fuertes indicios de que el crecimiento va a desacelerarse y no descartaría que entremos en una recesión técnica, especialmente si el suministro de energía de Rusia se interrumpe aún más".