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El comprador de un coche en Canarias tarda más de seis meses en recibirlo

La ausencia de semiconductores lastra el normal funcionamiento del mercado mundial | La invasión rusa de Ucrania complica aún más la situación

Operarios de la planta que la marca Ford tiene en la localidad valenciana de Almusafes. EP

Las matriculaciones de vehículos aumentaron en agosto un 14% en comparación con el mismo mes de 2021. El dato denota que el sector está en la buena senda de cara a sacudirse totalmente los efectos nocivos de una pandemia global que lo condenó al hundimiento en buena parte del mundo. Sin embargo, del análisis fino se extraen también conclusiones menos positivas. Pocas de esas ventas se cerraron en el octavo mes del año. En las Islas, recibir un coche tras acordar su compra tarda una media de «entre seis y nueve meses», según el presidente de Faconauto (Federación de Asociaciones de Concesionarios de la Automoción), Manuel Sánchez.

La propia patronal de la automoción canaria cifró en 3.541 los turismos y todoterrenos que salieron de los concesionarios en el octavo mes de este 2022. Y si ese número supone un avance con respecto a lo ocurrido hace un año, también es cierto que se sitúa un 23% por debajo del registrado en el último agosto anterior al estallido de la crisis sanitaria.

Además, solo una parte residual de las salidas de vehículos de los concesionarios responde a ventas cerradas en el mismo agosto. La gran mayoría son unidades vendidas con anterioridad y que llegan ahora, con un retraso desconocido antes de que el coronavirus provocara una inestabilidad nunca vista en la producción de semiconductores, componentes esenciales hoy para los automóviles.

«Antes entregábamos vehículos en el mismo día, en dos, o tres, una semana a lo sumo», explica el vicepresidente ejecutivo de Fredica (Federación Regional de Empresas Distribuidoras e Importadoras Canarias de Automóviles), Rafael Pombriego. Prácticamente todas las semanas llegaban a los puertos de las Islas cargueros llenos de coches.

En la misma línea, Sánchez cuantifica las mayores demoras de entonces en «de 30 días» y no era nada raro que el comprador saliera con su nueva adquisición del concesionario en el instante o al día siguiente. «Antes de la pandemia, si alguien quería algo muy especial, como coser en los asientos una inicial, tenía que esperar un máximo de tres meses», añade.

¿Qué ocurre ahora cuando alguien pretende una especificidad de ese tenor? «En determinadas marcas, la paciencia tiene que durar un año entero e, incluso, 15 meses», continúa el presidente de la patronal Faconauto.

Él mismo augura mayores complicaciones hasta terminar el año, con un mayor adelgazamiento de unos ya de por sí famélicos stocks. Hace tres o cuatro años, cuando terminado el verano se preguntaba a un empresario del sector por sus previsiones para el cierre del año, las tenía «muy claras», afirma Manuel Sánchez.

Aun siendo global, no todas las marcas padecen por igual el problema. «Las asiáticas están mejor suministradas», apunta Pombriego. Se habían garantizado acuerdos a más largo plazo con los productores de semiconductores, con los que, además, comparten continente; Taiwán es la gran fábrica de estos componentes esenciales para la electrónica.

La apreciación no sobra teniendo en cuenta que la pandemia –por enésima vez citada como elemento distorsionador– también ha generado graves problemas en las redes mundiales de distribución, con lo que la proximidad se cotiza y mucho.

Hay más microchips que hace un año en las fábricas de coches, «pero están aún muy lejos de ser los suficientes para cubrir la demanda», subraya el presidente de Faconauto. Stellantis, empresa que ensambla y fabrica diferentes modelos de Opel o Citroën, entre otras, tuvo que suspender esta misma semana algunos de los turnos en su planta de la localidad zaragozana de Figueruelas.

En este contexto, los vendedores no saben qué cantidad de existencias van a tener disponibles y en qué plazo. Y en medio de un escenario ya de por sí tan convulso, Manuel Sánchez avisa de la posibilidad de que la «falta de stock» se vuelva aún más asfixiante durante los próximos meses.

Las compras navideñas estarían detrás de ese agravamiento. «Televisiones u ordenadores, por poner solo dos ejemplos también necesitan semiconductores y sus ventas se incrementan en torno a las fechas navideñas», explica el presidente de Faconauto. Si en la actualidad la tasa de inmediatez –vehículos entregados en el mismo mes en que se venden– de la automoción canaria se sitúa entre el 10% y el 15%, el incremento de la demanda desde otros sectores puede separarla aún más del 20% al que aspira.

Con las asiáticas como las marcas que menos están sufriendo, Rafael Pombriego sitúa a las europeas en el extremo contrario. La Unión Europea (UE) puso manos a la obra ante las evidentes carencias y se fijó como objetivo implantar en su territorio fábricas de semiconductores. «Alemania ya está trabajando en esas plantas, mientras que en España se habló de una, en Extremadura, y todavía ni siquiera se han removido los terrenos», lamenta Sánchez.

El vicepresidente ejecutivo de Fredica apunta que esta relocalización «no puede darse de la noche a la mañana», por lo que todo el sector sabía que el funcionamiento en el corto plazo pasa por una mejora en el esquema actual de producción y suministro de semiconductores.

«Todos pensábamos que iba a ir mejor, pero de repente estalló la guerra de Ucrania y nos dimos cuenta del desconocimiento que teníamos de la enorme dependencia de las materias primas que provienen de ese país», señala Rafael Pombriego. Además, con la cuerda de las relaciones entre China y Taiwán tensa como nunca; «esperemos que no vaya a peor, aunque, de entrada, desde luego que no ayuda», añade el vicepresidente de Fredica.

En cuanto a las ventas, Faconauto detalla que el verano nunca es buena época para concretarlas. A eso se suma «la acumulación de malas noticias durante el mes de julio», como el presidente de la federación se refiere a las advertencias sobre la llegada de malos tiempos para la economía. Durante dicho mes y el de agosto la presencia de potenciales clientes ha decaído. Tener que esperar tanto por el vehículo no anima a comprarlo, aunque empieza a no quedar más remedio, porque también la oferta de segunda mano empieza a escasear.

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