«Desea que su cuerpo sea incinerado y que no esparcieran sus cenizas sino que la urna con su contenido quedara en un nicho, o sea enterrado bajo tierra aquí en Canarias». Esta es una de las últimas voluntades de Ángel Ferrera Martínez, fallecido el pasado lunes a los 78 años, después de luchar siete años con un cáncer de pulmón, y cuyo testamento vital figura incorporado a la historia clínica en el Hospital Insular de Gran Canaria, como ha podido comprobar LA PROVINCIA.

El empresario también firmó ante notario que deseaba recibir el sacramento de la unción de enfermos popularmente conocido como la ‘extremaunción’. Como así fue, aunque aún no descansa en paz, a juicio de su viuda María Tavío y sus allegados, hasta que sus cenizas reposen en la tierra canaria.

La incineración del admirado y reconocido empresario, prevista para el pasado martes, se paralizó por decisión judicial debido a una denuncia de sus tres hijas en el juzgado de guardia por la sospecha de que su padre había muerto «por envenenamiento» y por hechos ocurridos en el transcurso de su proceso cancerígeno y anteriores a su óbito.

Las hijas de Ángel Ferrera –Sonia, Silvia y Marta– son fruto de su primer matrimonio con Margarita Alonso. Tras el fallecimiento de su primera esposa Ferrera se casó con María Tavío Gil, que lo acompañó hasta la muerte y es la persona de confianza que debe vigilar que se cumplan sus últimas voluntades.

La familia de María Tavío espera que esta semana se cumpla la voluntad del empresario

El testamento vital con las voluntades anticipadas de Ángel Ferrera, no es como tal su testamento, es decir, no contiene disposición de bienes ni patrimonio. Es un documento legal, conforme a un decreto de 2006 de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, en el que el empresario manifiesta qué asistencia médica desea recibir en el caso de que la extensión del cáncer le condujeran a una situación de no poder expresar su voluntad. No faltan en la escritura privada sus creencias para que fueran tenidas en cuenta.

Ferrera pedía «que no se le prolongue la vida en el caso de una situación incurable o irreversible» y que se le procurase «un digno final, con el máximo ahorro de dolor, incluso si ello pudiera acelerar su muerte». Y también dejaba claro, como buen conocedor de la patología que sufría, que su preferencia para ser atendido en el final de su vida, siempre que las circunstancias «económicas o familiares lo permitan, y sea autorizado por el personal sanitario», fuera su domicilio habitual.

Hijas y descendientes de Ángel Ferrera, el pasado jueves en el templo de los Salesianos. | | ANDRÉS CRUZ

Sus últimos siete años fueron un constante paso por el Hospital Insular para los tratamientos más intensos. Se le recuerda en el centro médico, días y días, a las seis de la mañana para someterse a las exigentes terapias oncológicas. Ferrera no deseaba, en caso de llegar a una situación definitiva, medidas de reanimación cardiopulmonar, ni técnicas «de soporte vital, como ventilación mecánica, diálisis, fármacos, alimentación o hidratación artificial». Ante un final incurable el empresario manifestó su voluntad de recibir cuidados paliativos: «los tratamientos necesarios para paliar al máximo el dolor, el sufrimiento o la angustia extrema, aunque eso pueda acortar su expectativa de vida», efecto que suele producirse con la administración de morfina, en algún caso. Deseaba, tras su enfermedad, y así lo hacía constar que «se le facilite a mis seres queridos y familiares el acompañarme en el momento final de mi vida si ellos así los manifiestan».

Ángel Ferrera designó como interlocutora de su voluntad final ante el personal sanitario a su esposa María Ángeles Tavío Vigil, de 53 años, y la persona que le acompañó a lo largo de toda la enfermedad.

Que la unión Ferrera-Tavío nunca fue bien aceptada por sus hijas era conocido por los allegados de una y otra familia, así como por lo más selecto de la sociedad grancanaria, que compartía veladas con el siempre bien ponderado presidente de Toyota Canarias. En los últimos años los representes legales de Ángel Ferrera han acudido en repetidas ocasiones a las dependencias judiciales de la capital grancanaria para dirimir asuntos familiares.

Las diferencias no solo se plasmaron en el juzgado de guardia sino también a la hora de la despedida pública. Las hijas, que han recibido emotivas condolencias y pésames desde todos los sectores de la sociedad canaria, organizaron un funeral en la parroquia de los Salesianos en el que evidenciaron públicamente su distancia con la esposa de su padre. Sin comentar nada de lo ocurrido y apelando a la intimidad familiar, las hijas solo han aclarado que su denuncia tiene «relación con hechos y circunstancias anteriores al fallecimiento» que, según se ha compartido en diferentes grupos de redes sociales, estas circunstancias «llevan meses siendo investigadas» .

Su viuda se encuentra en la residencia de Ferrera en el Paseo de Chil acompañada de su hermano y otros familiares así como amistades y personal de servicio. María Ángeles Tavío está especialmente afectada y dolida por todo lo ocurrido, tanto por la muerte de su esposo, con el que compartió los momentos más duros de la enfermedad, como por las sospechas que levanta la denuncia familiar. La viuda ya ha superado una crisis nerviosa y de ansiedad tras recibir asistencia médica y, dicen sus familiares y colaboradores, que espera que esta semana se aclare todo de forma definitiva y quede limpio su buen nombre. «Solo queremos cumplir con la voluntad de Ángel y respetar su memoria», indicaron desde su residencia el pasado viernes.

El martes se realizó la autopsia al cuerpo sin vida de Ángel Ferrera Martínez y se certificó su muerte por causa del proceso cancerígeno del empresario. Amistades de las hijas del empresario han confirmado que el cuerpo «se podría haber trasladado desde el martes, una vez realizada la autopsia, pero que ha sido la autoridad judicial la que ordenó que permanezca hasta que finalicen el informe definitivo».

Los abogados de Ferrera ya resolvieron en los tribunales disputas familiares anteriores

Los restos mortales de Ferrera continúan en el Instituto de Medicina Legal de Las Palmas a la espera del informe definitivo de los forenses. «Todo apunta a que no habrá ningún problema», aseguraron desde el despacho del abogado, Marcos García Latorre. El asesor legal señaló el viernes que cuando acabe el procedimiento investigará «los motivos que llevaron al juez a realizar una autopsia cuando un médico había certificado ya la muerte natural». Sonia, Silvia y Marta Ferrera Alonso se han limitado a señalar tanto en persona como por medios telemáticos que las «diligencias penales son secretas».

Ángel Ferrera, de origen asturiano, fue una figura clave en el sector empresarial. Tuvo protagonismo en la articulación del movimiento patronal y tuvo un papel muy activo en la concreción del modelo de integración en la UE. Participó en 1978 en la creación de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE) y presidió la Cámara de Comercio entre 1986 y 2002. Ocupó en 1996 la presidencia de Unelco y hasta 2015 se mantuvo al frente de Toyota Canarias. Entre otras distinciones obtuvo la Medalla de Oro de Canarias (2007) e Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria (2013).