Los meses de verano confirman que la actividad alojativa está prácticamente recuperada en Canarias tras el varapalo de la pandemia. Si el turismo funciona, también lo hacen el comercio y la hostelería, aportando salud al mercado laboral. Ahora bien, la inflación y la subida de tipos de interés con la que se le intenta poner freno, sumadas a las incertidumbres que genera la inestabilidad geoestratégica (sobre todo la amenaza de corte del suministro de gas por parte de Rusia) conforman un cóctel peligroso que, en opinión de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), puede ralentizar la velocidad de crecimiento.
Así lo señala la patronal de la provincia de Las Palmas en el informe de coyuntura socioeconómica correspondiente al mes de julio que publicó ayer. El documento constata que las previsiones de ocupación para los meses de verano se están cumpliendo.
Así se desprende de los informes mensuales publicados por la empresa mixta de mayoría pública AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea). El correspondiente al séptimo mes del año señala que pasaron por los ocho aeropuertos canarios un total de 1.071.083 viajeros procedentes del extranjero, lo que supone 645.302 visitantes más (151,6%) que en el mismo mes del pasado año, cuando aún las restricciones sanitarias que obligó a adoptar la pandemia estaban presentes.
La estadística aeroportuaria también confirma que la época estival, sin ser la más provechosa para la industria turística canaria, está dejando el habitual rédito. Las llegadas de julio superaron en un 16,5% a las del mes precedente, es decir, llegaron 151.428 viajeros foráneos más que en junio. Y mejor noticia aún es que la cifra de extranjeros que eligieron las Islas para su descanso el mes pasado es ya superior –28.166 turistas más (2,7%)– al del mismo periodo antes de la pandemia.
El contexto español
El dinamismo que propició el turismo se tradujo en un incremento del 2,4% del PIB (producto interior bruto) de Canarias durante el segundo trimestre del año. La caída del Archipiélago tras la irrupción del covid fue la mayor de una comunidad autónoma, precisamente por la gran dependencia de una actividad turística que tuvo que cerrar por completo.
Esta circunstancia es la que, para recuperar el terreno perdido, permite a la economía canaria en estos momentos crecer más del doble (1,3 puntos) que la nacional –1,1% trimestral–. En ambos casos, por esa recuperación de la demanda turística y su aportación a un consumo interno que ya crecía de la mano de los propios españoles. La mejor noticia es que este resultado se obtiene a pesar del encarecimiento general de los precios.
En buena parte fue posible por el ahorro que han propiciado los confinamientos y las restricciones. Ahora bien, ese embalsamiento de capital tiene fecha de caducidad, sobre todo cuando los incrementos de tipos decretados por el Banco Central Europeo (BCE) se traduzcan en un encarecimiento de las cuotas mensuales de las hipotecas.
No es cuestión particular ni de Canarias ni de España. En el contexto internacional, añade la CCE, la economía vive un clima de incertidumbre, que hace que los precios señalen cotas muy elevadas en la mayor parte de las economías y siga endureciendo la política monetaria de los principales bancos centrales. A pesar de todo, el panorama se mantiene, a juicio del empresariado, «muy limitado por la incertidumbre en torno a la evolución de los precios y por los elementos de riesgo en el ámbito internacional».
De este modo, señalan que la economía española no ha estado exenta de la actualización a la baja de las previsiones del FMI, estimando un crecimiento del PIB del 4% para este año, ocho décimas menos que la proyección anterior, y del 2% para 2023, que son 1,3 puntos menos.
