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La crisis entre China y Taiwán amenaza 200 millones del negocio exterior isleño

Un centenar de empresas canarias exporta sus productos y mercancías al gigante rojo | Pekín se convierte en el principal mercado de abastos de la región fuera de Europa

Panorámica del puerto de Santa Cruz de Tenerife con un buque cargando contenedores. | | E.D.

Taiwán vive atrapada en medio de los intereses de China y Estados Unidos desde la década de los cincuenta del siglo pasado, cuando las dos superpotencias mundiales estuvieron a punto de entrar en guerra por esta isla situada a tan solo 180 kilómetros al este del gigante asiático. Los capítulos de esta historia de tres se han sucedido desde entonces. El penúltimo data de 1995-1996, y no terminó hasta que el entonces presidente norteamericano, Bill Clinton, ordenó el despliegue de sendos portaaviones a ambos márgenes del estrecho de Taiwán, o estrecho de Formosa. Así que estaba cantado que la visita a Taipéi de la congresista demócrata Nancy Pelosi iba a tensar la cuerda una vez más. Las consecuencias inmediatas de este último capítulo de las relaciones entre Washington, Pekín y Taipéi son ya conocidas: maniobras militares de China próximas al Estado insular, movilización de las fuerzas defensivas de Taiwán y la Casa Blanca barajando entre sus posibilidades la de volver a enviar buques militares al estrecho de Formosa. Más difícil, sin embargo, es predecir lo que pasará de ahora en adelante, pero sí está claro que cualquier sacudida –China ya ha anunciado que se descuelga de varios acuerdos de cooperación bilateral con los Estados Unidos– repercutirá mucho más allá de las economías, y por tanto las sociedades, de estos tres países. Como el aleteo de esa mariposa en un extremo del mundo que acaba causando un huracán en el otro extremo, la crisis internacional que se ha abierto en el triángulo Washington-Pekín-Taipéi pone en jaque más de 200 millones de euros del negocio exterior de las empresas canarias.

China es uno de los principales proveedores del Archipiélago. Y no de forma puntual, sino que se trata de un socio comercial más que consolidado. En todos y cada uno de los últimos cuatro ejercicios ha estado entre los cinco mayores suministradores de las Islas.

El año pasado, según los datos facilitados por la Secretaría de Estado de Comercio, la factura de las importaciones canarias desde el gigante asiático llegó a 171,2 millones de euros. Solo Alemania, Países Bajos, Portugal e Italia superaron a China en este particular ranking de los principales proveedores de productos y mercancías del tejido productivo isleño. Y eso que 2021 fue un ejercicio relativamente flojo para la relación comercial entre Pekín y el Archipiélago, ya que la media de las importaciones en los últimos diez años asciende a 196 millones. En cualquier caso, hace ya tiempo que la superpotencia asiática se situó como el principal vendedor a Canarias fuera de Europa. La Comunidad Autónoma le compra de todo a Pekín, o al menos casi de todo: neumáticos, sepias y calamares, células fotovoltaicas, pulpos y filetes de pescado –en concreto filetes de tilapia, un pez del que China es el mayor productor mundial y cuya calidad y valores nutricionales han sido puestos en duda en más de una ocasión– son las cinco principales mercancías que las empresas de la región se traen del gigante rojo. Pero también jugos, dispositivos semiconductores, calzado, filetes de escualos –pescado de cuero como el tiburón, el cazón o la gata–, vajilla, muebles de metal, bisutería y lavadoras figuran entre la larga lista de bienes made in China que cada año llegan a las Islas.

Las exportaciones son, claro, mucho más modestas. En 2021 se quedaron en algo menos de seis millones de euros, aunque de ese total, hasta 3,8 millones facturó el tejido productivo canario por las ventas de moluscos, crustáceos e invertebrados a empresas chinas.

Comercio bilateral

En total, el comercio bilateral entre la superpotencia asiática y la Comunidad Autónoma supera los 200 millones de euros anuales. Una cifra nada desdeñable en una región que, como Canarias, no precisamente se caracteriza por tener un potente comercio exterior. Es este negocio el que se ve ahora en jaque ante la más que probable reactivación de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Una guerra que, de hecho, seguía librándose antes de que Pelosi pisara Taiwán y que todo parece que se va a recrudecer de inmediato. A mediados de 2018, la Unión Europea siguió los pasos de Washington y se sumó a las quejas legales contra Pekín ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Si el viaje de la congresista demócrata a Taipéi desemboca en una nueva escalada de esta guerra comercial global, el negocio bilateral chino-canario no saldrá indemne.

Las primeras afectadas serán las 102 empresas isleñas que exportan sus productos al gigante rojo, cada una de las cuales factura cada año por sus envíos de productos y mercancías a Pekín una media de casi 55.000 euros. Y también las 18 que venden parte de su producción en Taiwán, donde facturan una media de cerca de 22.300 euros. No obstante, la relación comercial entre el Archipiélago y Taipéi se mueve en cifras muy pequeñas –algo menos de cinco millones de euros en 2021–, claro que en este caso el problema no está tanto en esa relación directa como en las repercusiones de un posible bloqueo de China a Taiwán. ¿Por qué? Porque el pequeño Estado insular es el rey indiscutible de la industria mundial de los chips y microchips, y hoy en día los chips están presentes prácticamente en cualquier dispositivo –no hay más que recordar los problemas sufridos por la industria del automóvil por la falta de estas pequeñas piezas en el último año–. La compañía taiwanesa TSMC acapara hasta un 54% del mercado mundial de los semiconductores.

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