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Cándido Méndez: “El mayor problema del mercado laboral es la precariedad, no la temporalidad”

“Estoy de acuerdo con un pacto de rentas plurianual que garantice la recuperación del poder adquisitivo que se pierda a corto plazo”

Cándido Méndez. / LUISMA MURIAS

Cándido Méndez (Badajoz, 1952), que fue secretario general de UGT entre 1994 y 2016, recibió el viernes en Oviedo la insignia de oro de UGT Asturias dentro de los premios Primero de Mayo, un acto que ejerce tradicionalmente de preámbulo de la manifestación del Día del Trabajo en Asturias, que este año se celebra en Avilés (12.00 horas).  

–La creación de empleo se interrumpió el pasado trimestre y el crecimiento se ralentizó al 0,3%. ¿Es más que un bache?

–Hay que tener claro que esta situación no es exclusiva de España. Sobre la crisis global que supuso la pandemia se ha superpuesto una crisis (la de Ucrania) que se desarrolla en Europa. Por lo tanto, la solución debe ser una combinación de medidas europeas y españolas. El dato de la Encuesta de Población Activa obedece a la crisis energética causada por la guerra en Ucrania, y que ha golpeado también al PIB. Pero creo que es un fenómeno coyuntural. Lo que no se puede hacer es acusar a la reforma laboral, como ya se hace.

–¿Por qué?

–Porque no se pueden atribuir a la reforma laboral efectos para los que la reforma no está diseñada. La reforma laboral está diseñada para mejorar la calidad, no la cantidad del empleo. Y lo que se ve es que el empleo indefinido ha crecido el doble que el temporal. Por lo tanto, la reforma laboral está funcionando para lo que fue diseñada.

–¿No influyen las reformas laborales en la creación o reducción del empleo?

–Una reforma laboral puede mejorar o empeorar el empleo pero no es su objetivo. La cantidad de empleo está ligada a la estructura productiva del país, al tamaño de las empresas y a la coyuntura económica y evolución del PIB. La estructura productiva de España es muy sensible a la coyuntura internacional porque es muy dependiente del turismo exterior.

–¿Apoya la propuesta del Gobierno de que se haga un pacto de rentas?

–Si el Gobierno pide un pacto de rentas, lo primero que hay que tener es una previsión realista de inflación. Pero sí, yo soy partidario del pacto de rentas. Tenemos experiencia. Yo negocié convenios con inflación del 25%, tres veces más que ahora. Y UGT pactó con CEOE a fines de los años 70 y primeros 80 y logramos bajar la inflación. Se logró un círculo virtuoso: bajamos la inflación, protegimos la capacidad adquisitiva con cláusulas de revisión y amortiguamos el impacto sobre las empresas.

–¿Qué se precisa?

–Hay que trabajar un pacto plurianual, de manera que el poder adquisitivo que se sacrifique ahora sea de modo temporal y que los trabajadores lo puedan recuperar al cabo de un par de años, cuando la situación económica haya mejora porque la situación actual es brutal y terrible, pero es coyuntural. El pacto de rentas no se puede lograr sólo con un acuerdo salarial. Debe incorporar salarios pero también reordenación de los beneficios y una política fiscal, con actuaciones también sobre el ingreso mínimo vital y el salario mínimo. El Gobierno también tiene que aportar, no solo mirar.

–¿La reducción de la temporalidad ha de ser el gran objetivo de la reforma laboral?

–El problema no es la temporalidad (aunque tiene importancia porque es causa de bajos salarios), sino la precariedad. Esto es lo que ahora hay que reducir. Y esto pasa por aumentar los salarios. Es cierto que si se aumenta la estabilidad en el empleo, esto arrastra a la mejora salarial.

–¿Cree que es el momento de subir salarios? CEOE se resiste.

–Estoy alineado con UGT y CC_OO, y no sólo por mi condición de ugetista, sino por convicción. No se puede renunciar al poder adquisitivo. Otra cosa es que hay que tener flexibilidad a corto para no generar efectos de segunda vuelta. Tampoco coincido con el Banco de España en que los salarios se suban no con el IPC sino con el IPC subyacente, que no incluye energía y alimentos frescos. Es inaceptable porque ambos componentes tienen un gran peso en la cesta de la compra de los asalariados. La inflación es un problema global, y con el sacrificio de los trabajadores españoles no se resolverá.

–Se está pidiendo reconsiderar la actualización de las pensiones con el IPC para no generar más déficit. ¿Lo apoyaría?

–Estoy de acuerdo con el pacto de 2011 que hicimos sindicatos, patronal y Gobierno, y cuya lógica sigue el actual acuerdo de pensiones aunque esta vez CEOE no lo apoyó. No se puede olvidar que en la recesión de 2008 muchas familias lograron soportarla gracias a las pensiones de los abuelos. Hay que tener en cuenta su importancia social. Además son de una cuantía moderada en España.

Una bajada generalizada de impuestos comprometería el escudo social

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–Se sostiene que son de las más generosas de Europa.

–Porque se calcula con cuánto representa la pensión respecto al último salario. Yo hice otra cuenta: si se suman los salarios reales en Suecia, Alemania e Italia (los ejemplos que se suelen poner) con la vida laboral promedio_(que suele ser mayor que en España) y a eso se le añade el salario diferido (la pensión) teniendo en cuenta la expectativa media de vida, el resultado es que un trabajador español cobra en total el 56% de lo que percibe un alemán, el 60% de un sueco y el 80% de un italiano. La clave está en mejorar los ingresos del sistema público de pensiones. No en reducir el gasto porque esto daría un golpe a la pensiones y no resolvería el problema, que además no es tan grave: ahora estamos afrontando un periodo en el que nos enfrentamos a una cohorte amplia de personas que se van a jubilar, pero el número de pensionistas se va reducir desgraciadamente por ley de vida mientras que el número de trabajadores aumentará.

–¿Respalda la petición de bajada de impuestos para mejorar el poder adquisitivo?

–El debate sobre la bajada de impuestos es muy complicado. Debe abordarse sobre tres vértices: qué hacemos con los impuestos para mantener el escudo social, para combatir la deuda pública y para reducir el déficit. Es verdad que el PP está hablando de una “bajada selectiva” pero una bajada indiscriminada restaría capacidad para afrontar esos fines y lo que haríamos sería traspasar la deuda a las siguientes generaciones. Debe haber un acuerdo a medio plazo sobre el mercado fiscal general del país y esto incluye a las comunidades autónomas. Pero el PP ganó con mayoría absoluta en 2011 prometiendo bajar impuestos y, nada más llegar al Gobierno, subió el IRPF, el IVA y 50 impuestos más.

–¿Cómo cataloga la relación entre ambos?

–Creo que el Gobierno y el PP se están equivocando por separado y juntos. Hay un error del Gobierno al actuar como si Alberto Núñez Feijóo fuese como Pablo Casado porque no lo es. Y la percepción de la sociedad es que no son iguales. El error de Feijóo es que confunde la parte con el todo. Dice que el decreto de respuesta a los efectos de la guerra es el decreto de Sánchez cuando es un decreto para España y para resolver problemas muy serios. Y los dos cometen otros error común: deben entender que se necesitan y que los fondos europeos para España lo son a medio plazo.

–¿Le inquieta que el Brexit, Trump y Le Pen tengan caladeros de votos en zonas y segmentos de población obrera?

–Sí. Lo tengo muy presente. Un viejo brigadista internacional alemán nos dijo a un grupo de sindicalistas españoles que en su país trabajadores que habían desfilado con banderas rojas luego los vio desfilar con camisas pardas. Y el nazismo llevó a la II Guerra Mundial. Pero hay que diferenciar la situación española y lo que ocurre en Francia con Le Pen. En Francia sólo el 20% de la población está en la lógica de izquierda o derecha. El resto está más en el dilema entre la grandeza francesa y una UE que mucho creen que les perjudica y otros, como quienes votan a Macron, que les beneficia. En España, más del 60% de los votantes están alineados según criterios de izquierda y derecha. El problema es que el 90% del electorado de Vox piense que Vox defiende a los trabajadores. Es falso.

–¿No han perdido credibilidad y apoyo los sindicatos?

–Este debate lo conozco desde hace 40 años. Ya se nos dijo que íbamos a desaparecer tras el “canto del cisne” de la huelga general de 1988._Se ha creado una opinión pública general, pero, aunque no la podemos descuidar, la que nos debe preocupar es la opinión de los trabajadores. UGT tiene 100.000 representantes y un millón de afiliados. Y cuando hay crisis, los trabajadores buscan protección en los sindicatos.

–¿Y en soberanía energética qué propone?

–Hay que acelerar la transición energética y el despliegue de renovables. Sin embargo, creo que es un error cerrar las centrales nucleares.

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