Se ha hablado largamente en estos meses de cómo la crisis del Covid-19, que aún colea ha acelerado un proceso que ya estaba en marcha, el de la transformación digital. Todos, cada uno en su ámbito personal y profesional, nos hemos visto forzados a implementar soluciones y medidas que, aunque sabíamos que existían, no estaban de facto en nuestro día a día. 

Exactamente lo mismo les ha ocurrido a las pymes, esos mimbres que forman nuestro tejido empresarial, que representan en España el 99% de las empresas y que generan el 65% del empleo y el 61,4% del valor añadido bruto excluyendo el sector público. Precisamente las pymes, que, por su tamaño y modelo de negocio, han sido tradicionalmente más reacias a entrar de lleno en la tecnología. 

Con independencia de su sector y su tamaño, todas las pymes -todas las compañías en general- comparten un gran objetivo: crecer y ser más productivas y eficientes. Y ahora más que nunca, el camino está claro, está definido y está a su alcance: la digitalización. 

La llegada del primer monto de fondos Next Generation es una oportunidad que ninguna pyme debería desaprovechar. Y, a juzgar por los movimientos de estas primeras semanas, parece que la pequeña y mediana empresa tiene claro que es el momento. 

¿Qué significa la digitalización para una pyme?

Digitalizarse significa estar preparada para teletrabajar, personalizar y mejorar los tiempos de respuesta de los sistemas de atención al cliente, migrar los sistemas a la nube para poder ser más flexible y resistente frente a imprevistos, tener medidas de ciberseguridad para proteger la integridad de la compañía, replantearse automatizar sus procesos core para ser más eficiente y poder centrarse en lo fundamental de su negocio y, por último, establecer sistemas de toma de decisiones de negocio basadas en datos, para poder tener un mejor conocimiento de los resultados de las mismas. Un cambio tecnológico pero también, quizá sobre todo, cultural. 

Hemos descubierto que los grandes resilientes de la pandemia han sido todos aquellos que estaban más digitalizados. Solo con eso bastaría para saber que debemos avanzar en ese proceso. La pandemia se ha llevado por delante a una de cada seis pymes en España, y no es casualidad que se tratara, en su mayoría, de aquellas con un grado de digitalización más bajo. Las pequeñas empresas más digitalizadas han sido capaces de resistir mejor la crisis, buscando nuevas fuentes de ingresos, nuevos canales de relación con sus clientes o pudiendo flexibilizar sus costes en una situación límite. La digitalización se impone no sólo como estrategia de crecimiento, sino también de supervivencia. 

Y está demostrado también que las pymes que se digitalizan pueden incrementar un 25% la productividad, tienen más ingresos, son más rentables y se expanden a nuevos mercados mucho más rápido. 

La buena noticia -una de ellas- es que, gracias al enorme esfuerzo inversor del sector de las telecomunicaciones, con Telefónica en cabeza, y también a la colaboración público-privada, nuestro país es líder en infraestructuras fijas y móviles a nivel europeo. Las autopistas sobre las que ha de circular esa digitalización están construidas, listas para lo que venga, y están entre las mejores del mundo. España dispone de la mejor conectividad que existe (fibra hasta el hogar y 5G), tecnologías punteras para conectarse que, afortunadamente, ya no llegan sólo a los grandes núcleos de población, sino que alcanzan también a las ciudades de menor tamaño y a miles y miles de nuestros pueblos. 

Nadie duda de que ahora es el momento de la pyme. Y contamos con las fórmulas para ayudarlas. Las pymes tienen que transformarse digitalmente y perderles el miedo a proyectos relativos a análisis de datos, ciberseguridad, cloud. Afortunadamente toda esta estrategia se encuentra plasmada en los fondos NexTGen. Estos esfuerzos y los recursos que ya están llegando de Europa nos deben servir para conseguir una autonomía estratégica tecnológica que se gestione desde el continente y nos evite la dependencia de terceros. Es el momento de configurar una Europa más próspera y preparada, empezando por nuestro propio país.