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«Si trabajo, pierdo dinero»

La subida de precios del crudo lleva a algunos transportistas a

parar por no poder afrontar los gastos y la pérdida de clientes

Francisco Falcón, junto a su camión en Arucas.

Los transportistas isleños están al límite. El alza de los combustibles les ahoga y no pueden adaptar sus precios porque pierden clientes, lo que les lleva a trabajar casi sin ganancias o incluso con pérdidas. El sector solo espera que el paquete de medidas prometido por el Ejecutivo canario llegue «cuanto antes». 

Madrugar, cumplir con la jornada laboral y al final de mes solo acumular pérdidas. Es la situación a la que se enfrentan muchos de los transportistas isleños que, tras la subida de los precios del combustible, aseguran que «trabajar sale más caro que quedarse en casa». Así lo afirma Santiago Fonte, un grancanario que después de dedicarse cuatro años a realizar mudanzas tuvo que aparcar su furgón y darse de baja como autónomo por no poder hacer frente a los gastos. «Se me salta una lágrima al ver el coche parado y hasta me planteo venderlo, pero no puedo trabajar porque pierdo dinero», reconoce.

Hace unos meses Fonte realizaba hasta dos servicios diarios que, aunque no le permitían grandes lujos, le generaban la cantidad suficiente para pagar las facturas.

Con la subida de los precios del crudo el transportista intentó adaptar las tarifas de las mudanzas pero los clientes se «esfumaron» por lo que tuvo que dejar de trabajar. Fonte no pierde la esperanza y confía en que el paquete de medidas propuesto por el Ministerio de Transportes y las ayudas del Gobierno autonómico le permitan volver a la carretera «cuanto antes». Y no descartar participar en manifestaciones «las veces que haga falta».

También están dispuesto a participar en las marchas que se convoquen en Canarias los dueños de la compañía de guaguas Abianyera Bus. Para ellos el alza de los combustibles ha supuesto un aumento del gasto de 30.000 euros al mes lo que implica que muchas de las «rutas están en pérdidas». Así lo explica uno de sus dueños, Yeray Valeron, quien considera que las medidas propuestas hasta ahora «pueden aliviar bastante al sector».

Tras pasar varios años como conductor, Valeron ahora desde la oficina, ve de cerca el impacto que tiene la subida de los precios del gasoil en las cuentas de la empresa y reclama al Ejecutivo autonómico que «cumpla» con la promesa de revisar los contratos públicos del transporte escolar. «No podemos modificar precios y estamos en un momento muy complicado, la incertidumbre nos come», reconoce.

Francisco Falcón, un camionero autónomo de Arucas (Gran Canaria) es más pesimista. Para él, la medida propuesta por el Ejecutivo canario sobre el incremento de la subvención al combustible derivado del petróleo para transportistas, agricultores y ganaderos es «pan para hoy y hambre para mañana». Por lo que reclama decisiones que ayuden al sector «más a largo plazo». Tras 30 años dedicándose al transporte de distintas mercancías, Falcón asegura que no le queda más remedio que resignarse, esperar tiempos mejores y aguantar «hasta la jubilación».

El camionero no tira la toalla pero asegura que «ganas» no le faltan. «La crisis de 2008 fue dura pero tengo la impresión de que esta, además de dura, va a ser larga», afirma Falcón, quien reconoce que llenar el tanque ahora le cuesta más de 100 euros frente a los 70 que le costaba hace tan solo unas semanas. Ni viajar, ni cenar fuera de casa, los beneficios están muy justos y solo dan para «ir escapando», según cuenta el aruquense.

Y la situación de Rubén Pérez, es muy similar. Este conductor de camión preside la cooperativa de transportes Transptamarán y asegura que los socios están al «límite». Por lo que le preocupa especialmente que los acuerdos alcanzados en la Península excluyan a Canarias ya que la comunidad autónoma tiene «competencias propias en materia de transporte». «Hasta el otro día sacábamos malamente un sueldo, pero ya ni eso», afirma el camionero quien asegura que muchos de los compañeros han tenido que recurrir a créditos bancarios para no «quedar mal con distribuidores y proveedores». «Eso es solo añadir nudos en la soga», lamenta.

Los transportistas insisten en que es muy complicado repercutir los sobrecostes que están sufriendo en las tarifas que cobran por sus servicios. «Hay clientes a los que sí les puedes subir pero a otros no porque los acabaría perdiendo», explica Gilberto Rodríguez, que gestiona un pequeño negocio de transporte en La Laguna. «Solo nos queda seguir trabajando casi por nada esperando que vuelva la normalidad», recalca. Asegura que también ha notado la bajada en el número de servicios. «Estoy trabajando un 60% de lo que hacía antes», apunta, aunque por ello tiene que pagar casi un 70% más por el combustible que necesita.

También está muy preocupado con la situación Ernesto A. González. «Con la subida del gasoil me quedan menos de mil euros para vivir», asegura este transportista tinerfeño que se gana la vida repartiendo mercancía refrigerada con sus dos camiones. Mientras que antes al mes invertía en combustible 700 euros «ahora son más de 1.700», una situación que califica como «muy dura» ya que «los portes que me pagan a mi no han subido nada».

González considera insuficiente el acuerdo al que ha llegado el Gobierno de Sánchez con el sector, a través del que se les bonificarán 20 céntimos por cada litro de carburante, ya que apenas «supone nada» teniendo en cuenta la espectacular subida del gasoil en el último año que puede empeorar si se alarga la guerra en el este de Europa.

Sin embargo, a pesar de que cree que al transporte le espera un futuro muy crudo asegura que no le queda otra que aguantar como Falcón. «Tengo ya 60 años y con esta edad no hay otro remedio», lamenta.

«Yo estoy a favor de protestar en la calle, el gasoil y los impuestos nos están comiendo», justifica Manuel Batista, camionero de Candelaria con 40 años de experiencia en el sector que ratifica que «nunca antes había visto una situación como la de ahora». Y no solo por el alza de los combustibles. «Ha subido todo, el aceite, los neumáticos, las piezas...y tenemos que afrontarlo con menos trabajo que antes».

Adrián Batista trabaja con su padre pero tiene claro que el camión no es el futuro que quiere para él y esta crisis ha reforzado su decisión. «Estoy en esto por herencia de mi padre pero me veo fuera», insiste y para ello se está preparando ya una oposición. ¿El motivo? «No creo que la situación que atraviesa esta actividad tenga una fácil solución a medio plazo», explica y por eso entiende que muchos de sus compañeros quieran protestar porque se les va la vida y su familia en este trabajo. 

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