Los indicios apuntaban más bien a lo contrario, a que Pedro Sánchez no lograría los objetivos que se marcó, más modestos que los iniciales, a su llegada a un Consejo Europeo que se vislumbraba decisivo. Pero al final, tras forzar un parón “técnico” en las discusiones y tras diez duras horas de debate, en las que tuvo que vencer las resistencias sobre todo Alemania y Holanda, el presidente del Gobierno sí sacó adelante su propuesta de ‘excepción ibérica’. La que había preparado con su homólogo luso, el socialista António Costa, y la que ambos defendieron ante los demás socios comunitarios: el permiso para que los dos ejecutivos puedan aplicar medidas singulares para bajar los precios de la electricidad, atendiendo a su condición de “isla energética”, débilmente conectada con el resto del continente.

Ahora falta bajar al detalle, pero los dos países presentarán la próxima semana cuál es su plan conjunto, por el que fijarán un precio de referencia para el gas y el instrumento de compensación a las gasísticas, que no pasará por ayudas de Estado a las empresas productoras, según confirmó el propio Sánchez a los periodistas una vez concluida la cumbre, pasadas las ocho de la tarde.

La propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, confirmó ese “trato especial” que se dispensará a España y Portugal. El texto de conclusiones del Consejo indica que en este contexto de precios desbocados de la electricidad, el Ejecutivo comunitario evaluará la “compatibilidad de las medidas temporales de emergencia en el mercado eléctrico” notificadas por Madrid y Lisboa para “mitigar el impacto de los precios de los combustibles fósiles en la producción eléctrica”.

Eso sí, la Comisión, para garantizar esa “compatibilidad”, se asegurará, a través de “un procedimiento de urgencia” -celeridad que reclamaban los dos primeros ministros-, que se cumplen las siguientes condiciones: que las medidas del plan conjunto rebajan el precio de la luz para empresas y consumidores y que no afectarán a las condiciones comerciales hasta el punto de que vayan contra el interés común. Para realizar esa valoración, concluye el texto, “se tendrá en cuenta el carácter temporal de las medidas y el nivel de interconexión eléctrica con el mercado único de la electricidad”. La palabra clave, la que abre la puerta de manera nítida a Madrid y Lisboa, es esa, “interconexión”, porque Sánchez y Costa insistieron ante los Veintisiete en que la conectividad de España con el norte de Europa es del 2,8%, cuando el objetivo para 2020 era del 10% y del 15% en 2030.

“Objetivo cumplido”, se felicitó Sánchez, quien recordó que los dos países habían liderado el debate energético en los últimos meses, desde el verano pasado, cuando se hallaban prácticamente solos y no se veía la urgencia de actuar para frenar la carrera al alza del gas, la tecnología que distorsionaba la formación de precios de la luz, al ser la última en entrar en el sistema y obligar a una retribución más alta a todas las fuentes de suministro, incluso las más baratas, como las renovables, que ya tienen mucho peso en el ‘mix’ energético de España (en torno al 45%) y Portugal (60%). El peso de las centrales de ciclo combinado, las que queman gas, es bastante limitado: el 17,1% en 2021.

Sánchez subrayó, durante su comparecencia conjunta con Costa, al término del Consejo. En ella, subrayó que las medidas que se adopten no supondrán “subvencionar al gas” ni “distorsionarán” los incentivos a las renovables, ni afectarán a los flujos de electricidad entre países. En definitiva, que el plan de España y Portugal “no distorsiona” el mercado mayorista europeo, como exigían Alemania y Holanda, ni supone “riesgo alguno” para la seguridad del suministro. Y significará “una caída de los precios”, dijo, aunque no anticipó cuánto. Ni tampoco reveló cuál será el precio que se fijará para el gas, aunque dio a entender que se concertará con Bruselas.

La propuesta que llevaron al Consejo Madrid y Lisboa, sin embargo, distaba bastante de la inicial. Sánchez y Costa expusieron hace una semana en Roma, con Mario Draghi (Italia) y Kyriakos Mitsotakis (Grecia) su planteamiento de desacoplar en toda la UE el gas de la factura eléctrica. Pero la gira intensa del presidente en los últimos días le convenció de que debía redactar un plan menos ambicioso, y lo hizo. Para Sánchez, lo acordado este viernes, sin embargo, “cubre expectativas”. Hay que seguir “empeñándose” en una solución “europea”, pero lo urgente era permitir medidas que tuvieran efectos inmediatos, y ese hito sale de esta cumbre.

El presidente reivindicó la “contribución ibérica” al debate de la energía, cómo planteamientos que pusieron sobre la mesa en verano pasado han ido ganando terreno hasta cristalizar este viernes. El propio Olaf Scholz reconoció tras la reunión de líderes que Sánchez ha “representado de forma muy exitosa los intereses” de España, junto a Portugal. El canciller alemán dijo que "era importante" para el resto de líderes "tener en cuenta la particularidad de que las redes" de ambos países es "independiente" respecto al resto de Europa, teniendo en cuenta que la conexión eléctrica de España con el resto de la UE es inferior al 3%.

El acuerdo también incluye varias de de las propuestas lanzadas esta semana por la Comisión para reducir la dependencia del gas ruso y que habían sido propuestas por Sánchez hace meses, como las compras conjuntas de gas o la creación de reservas estratégicas de este hidrocarburo para preparar el invierno, “una póliza de seguros”, en palabras de Von der Leyen. 

El papel de la presidenta de la Comisión, según indicaban fuentes de la delegación española, fue clave. La dirigente germana ya presentó a primeros de marzo una propuesta que se acercaba a los postulados de Madrid, y luego en la cumbre de Versalles, hace 15 días, se apretó en la misma dirección, y se afinó en la comunicación del Ejecutivo comunitario del pasado miércoles. Fuentes del equipo de Sánchez apuntaban que el presidente rebajó sus pretensiones iniciales (el desacople del gas del mercado eléctrico) para incidir en la idea de "isla energética" porque tendría mejor encaje entre los Veintisiete, consciente de que Von der Leyen remaría a favor. Y así fue, las resistencias de países como Holanda o Alemania acabaron diluyéndose. Con Madrid y Lisboa empujaron Bélgica, Eslovenia, Rumanía, Grecia, Italia, Bulgari y Eslovaquia.

Las diez horas de debate transcurrieron con momentos de tensión. Sobre las dos y media de la tarde, Sánchez se levantó de la mesa al ver que estaba corriendo la versión de que amenazaba con vetar las conclusiones, y “no era verdad”, convino con humor Costa. La discusión paró y se retomó a la media hora, y entonces ya se encarriló, con el plácet de Holanda y Alemania. “Lo que pasa en el Consejo se queda en el Consejo”, zanjó Sánchez, sin citar ‘culpables’. No quería ahondar más. Su objetivo estaba ya en su maleta de vuelta.