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Cambio de gobernanza

Los supervisores reequilibran el poder en las cúpulas de los bancos españoles

La presión de las autoridades ha restado competencias a los presidentes en favor de los consejeros delegados en los últimos años | El BCE y el Banco de España prevén completar la actual fase en otoño gracias al relevo de Gregorio Villalabeitia al frente de KutxaBank

Sede del BCE.

Los presidentes siguen siendo sin duda la figura central de la mayoría de los bancos españoles, pero su práctica omnipotencia del pasado se va diluyendo poco a poco. La reciente decisión del Santander de que su consejero delegado, José Antonio Álvarez, pase a depender directamente del consejo de administración y no de la presidenta, Ana Botín, ha marcado el penúltimo episodio de un proceso de reequilibrio interno de poderes en las entidades que los organismos supervisores han impulsado en los últimos años. El Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de España esperan completar la actual fase de la transformación de la gobernanza del sector este mismo ejercicio, aprovechando la elección de un nuevo presidente en KutxaBank en noviembre, según ha podido confirmar este diario.

Se trata de un fenómeno que comenzó con la creación del Mecanismo Único de Supervisión del BCE, que desde noviembre de 2014 es el responsable de controlar a los bancos más importantes de la zona euro, 10 de ellos españoles. Oficialmente los supervisores comunitarios son "neutrales" en cuanto al modelo de gobierno corporativo elegido por cada entidad. Con todo, desde el principio han mostrado informal pero insistentemente su preferencia por el sistema británico, en el que el presidente no tiene funciones ejecutivas sino institucionales y de control de los gestores, mientras que el día a día del negocio lo lleva el consejero delegado.

Dicho modelo es contrario a la tradición española, en la que los presidentes han sido habitualmente los primeros ejecutivos con amplios poderes y competencias y los consejeros delegados tenían un papel subsidiario y limitado. Los supervisores no están habilitados legalmente para obligar a las entidades a abandonar este sistema por el inglés. Sin embargo, sí tienen margen para presionarles en esa dirección, ya que tienen en cuenta el gobierno interno de las entidades a la hora de imponerles el requisito de capital, con el argumento de que dicha organización interna afecta a que los bancos asuman más o menos riesgos.

Pesos y contrapesos

"Como parte de nuestra supervisión continua, alentamos a los bancos a tener líneas de responsabilidad claramente establecidas, una gestión de riesgos adecuada y controles efectivos, así como pesos y contrapesos en todos los niveles de su organización, comenzando por el consejo". Es el mensaje que vienen repitiendo desde hace años las autoridades, como acertó a resumir el pasado mayo Andrea Enria, máximo responsable de la supervisión en el BCE.

En los últimos años, así, la presión supervisora ha provocado un mayor reparto de competencias entre los presidentes y consejeros delegados de los bancos españoles en favor de estos últimos, que en la mayoría de los casos han pasado a depender directamente del consejo. Los supervisores explican que ha sido un proceso gradual para no generar inestabilidad, pero que querían impulsar un modelo más equilibrado y con contrapesos. La situación actual, añaden, no debe ser vista como una foto final, pues es un proceso en marcha.

La preferencia de las autoridades por el modelo británico no gusta en el sector. «Es verdad que España es el único país que tiene presidentes ejecutivos, no solo en la banca. Pero lo que no está prohibido por la ley, está permitido por la ley. Además, es mentira que sea mejor el otro modelo. ¿Alguien cree que los presidentes ejecutivos de los bancos europeos pueden echar al consejero delegado si no están de acuerdo con la gestión? ¿Alguien tiene alguna duda de quiénes son los que realmente mandan en esos bancos?», lanza un alto directivo bancario.

Años de cambios

Sea como fuere, en los últimos años ha habido relevantes presidentes que han dejado de ser ejecutivos (como Josep Oliú en el Sabadell) o recortado sus poderes (como Carlos Torres Vila en el BBVA respecto a su antecesor, Francisco González; y José Ignacio Goirigolzarri en CaixaBank frente a los que tenía en Bankia). Además, áreas clave como auditoría interna, control de riesgos y cumplimiento normativo han pasado a depender directamente de los consejos, al igual que los consejeros delegados, ya que los supervisores no quieren que su interacción con los administradores se vea "filtrada" por los ejecutivos.

Para impulsar esos cambios, las autoridades han aprovechado especialmente las fusiones y relevos en las presidencias de los últimos años, pues son operaciones a las que deben dar su aprobación. Ello explica que quieran aprovechar la sucesión de Gregorio Villalabeitia en noviembre al frente de KutxaBank para reequilibrar el organigrama de la entidad en favor del puesto de consejero delegado, actualmente ocupado por Javier García Lurueña. Es la última entidad en la que falta por hacer ese cambio. Pero ello no implica que el proceso de cambio de la gobernanza bancaria acabe aquí.  

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