eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Carmen Grau Pineda Doctora y profesora titular de Derecho del Trabajo de la Ulpgc

Carmen Grau: «Estamos frustrando a nuestros jóvenes por la falta de oportunidades laborales»

La profesora Carmen Grau, en el edificio de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad grancanaria. | | J. CARLOS CASTRO

Carmen Grau, profesora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, no ve en el turismo el problema del mercado laboral, más bien ve en este sector la oportunidad que otros archipiélagos no tienen. Hay, eso sí, muchas cosas que cambiar.

La profesión más demandada en Canarias es la de dependiente. En España están en auge los expertos en ciberseguridad y los ingenieros en machine learning. ¿La estructura productiva y las oportunidades que esta ofrece en cada caso son una forma de desigualdad?

No estoy segura. En ocasiones, la información que se proporciona distorsiona la realidad. Siempre he evitado los complejos de inferioridad, o al menos lo he intentado. Si hablamos de profesiones, hay que diferenciar entre las digitales y las no digitales. Es verdad que entre las profesiones no digitales sobresale en Canarias la de dependiente de tienda o almacén, pero también hay demanda de profesiones digitales como la de técnico en tecnologías de la información y la comunicación. Tenerlas las tenemos, pero esto es un juego entre oferta y demanda. Si al final las empresas canarias buscan fuera este tipo de servicio, es lógico que no haya oferta interior. Es necesario un análisis sobre qué demanda no está cubierta para ajustar la oferta, pero es verdad que hay estudios en los que se detecta que las grandes empresas buscan fuera estos servicios, de modo que quizá sea muy arriesgado meterse en un mercado que no está implantado a nivel local.

Hace falta entonces un análisis sobre el desencajamiento entre oferta y demanda pero también hay que ver por qué buscamos fuera lo que podríamos encontrar aquí.

Claro, y esto tiene mucho que ver con el éxodo del joven profesional cualificado. Me gusta decirles a mis alumnos que es muy positivo salir, pero una cosa es salir y otra muy distinta es huir por la falta de oportunidades.

Y muchos de los que no huyen acaban empleándose en puestos temporales, mal retribuidos y poco relacionados con su formación. ¿Es así?

Es cierto que la Universidad tiene que darle una vuelta a su papel en la sociedad. Debe ser muchísimo más relevante. Lo que veo, y le hablo ahora como profesora, es que con el Plan Bolonia hemos pasado a una formación muy generalista. Hay que ser muy consciente de que hoy en día, aunque suene duro, tener un grado universitario es prácticamente no tener nada. El modelo es de formación generalista, y la especificidad o la profesionalidad se adquieren ahora con un posgrado o con un máster. Ya no es suficiente con hacer un grado universitario, y tenemos que metérnoslo en la cabeza. Hay un altísimo porcentaje de estudiantes que se queda con un grado. Así que una de dos: o somos conscientes y sabemos que estamos obligados a hacer un máster de un año, que es lo único que nos garantiza esa cierta profesionalidad, o vamos a tener que replantearnos la importancia de la Formación Profesional. Y esta es una asignatura pendiente. ¿Dónde están los profesionales que no encontramos?

Los industriales no encuentran electricistas y a los constructores les cuesta Dios y ayuda encontrar mano de obra.

Es que es dificilísimo. Faltan empleos en la construcción y faltan empleos en las profesiones tradicionales, que ojo, ya no tienen el contenido de antes, sino que se han modernizado. La generación del baby boom, de la que somos hijos, tuvo dificultades para cursar estudios universitarios, esa fue su asignatura pendiente, por eso entiendo esta especie de complejo español de tener hijos universitarios. Pero es que nosotros estamos transmitiéndoles ese mismo mensaje a nuestros hijos. Y resulta que les estamos generando una frustración enorme, porque ellos no tienen la garantía que tuvimos nosotros, que con un título universitario éramos altamente competitivos y contábamos con muchas posibilidades de encontrar mejores empleos que quienes no eran universitarios. Pero es que esto ya no pasa.

De hecho, la Formación Profesional estaba infravalorada hasta hace nada, si es que no lo sigue estando.

Está costando muchísimo situar a la Formación Profesional en el lugar que debe tener. Es verdad que se han dado algunos avances, pero esto tiene que cambiar. Tiene que cambiar porque se crea mucho empleo en sectores que no requieren de formación universitaria, y abocamos a nuestros universitarios al fracaso, a la huida.

Qué escenario tan complejo, ¿no? Universitarios con una formación generalista, una FP sin el peso que debería tener y las empresas buscando trabajadores cualificados con una tasa de paro del 20%.

Bueno, ese 20% es la tasa de paro general, porque si miramos el desempleo juvenil... En fin, es dramático. Como docente, muchas veces me da la sensación de que nos creemos nuestras propias mentiras. Le pongo un ejemplo: la formación en Derecho siempre ha sido una formación generalista. Yo misma nunca he ejercido como abogada, pero mucha gente piensa que hace Derecho para ejercer como abogada o abogado, y no. Ahí no nos está engañando la Universidad, nos estamos engañando nosotros. Cuando veo estudios como el de la Fundación Iseak, que habla de los jóvenes desencajados, me hace algo de gracia, porque al final depende de cómo plantees la encuesta. Digo esto porque preguntarle a un egresado en Derecho si ha encontrado trabajo acorde con su formación es algo engañoso, porque su formación es eminentemente generalista. Entonces, ¿qué le estas preguntando? ¿Si ha podido ejercer como abogada o abogado?, cuando la formación en Derecho te sirve para trabajar en una empresa, para ser autónomo, para trabajar en un banco... Insisto, es una formación generalista.

Vamos, que ese titulado en Derecho que trabaja en el departamento de administración de una empresa quizá no está tan desencajado.

¡Claro! No está desencajado, o al menos no tan desencajado. Otra cosa es que en esa carrera en particular las salidas sean infinitas. Hay otras en las que sí, en las que las salidas laborales son las que son, porque un ingeniero puede dedicarse a muchas cosas pero casi siempre como ingeniero. Fíjese, yo hice una licenciatura en Derecho y podía apuntarme en el Colegio de Abogados y ejercer como abogada de forma inmediata, pero ahora no: el graduado en Derecho, y vuelvo a lo de antes, tiene que hacer un máster habilitante para el ejercicio de la profesión y un examen de Estado tipo MIR. Y el graduado que no hace el máster y no hace el examen de Estado se puede dedicar a mil cosas. O el caso del grado en Turismo, que da una formación tan amplia y tan transversal que puedes ejercer desde de recepcionista hasta de director de un departamento. ¿Es correcto preguntarle a ese recepcionista si se siente desencajado? Hizo una formación generalista. ¿Ha hecho algún posgrado para gestionar y dirigir empresas turísticas que le permita sentirse frustrado desempeñando un cargo como el de recepcionista? Porque si no lo ha hecho, quizá su frustración tiene como origen una mala información. Les decimos a los jóvenes que siendo universitarios van a ocupar las capas más altas de la sociedad, y esto ya no es así.

Volviendo al principio, tenemos un tejido productivo muy endeble en lo relativo a la Investigación, el Desarrollo y la innovación (I+D+i). El comercio y la hostelería son poco intensivos en I+D+i.

Hay algo que me preocupa mucho. Tendemos a pensar que la innovación está ligada sí o sí a lo tecnológico, y no es así. Si vamos a la acepción de innovación, vemos que se dice: «Cambiar las cosas introduciendo mejoras». No habla de tecnología. Fíjese, y se lo dice alguien muy crítica con nuestro sector turístico: ¿y si es lo único que tenemos y lo que nos toca es especializarnos? El quid de la cuestión está ahí, en la innovación. Ahora con los nómadas digitales, por ejemplo, hay un yacimiento de empleo. O lo que está ocurriendo en La Palma tras la erupción con el turismo científico. La innovación en el sector pasa por responder a esas nuevas necesidades.

Pero eso exige inversión, pública y privada, en I+D+i, y Canarias está a la cola en un país que está a la cola de Europa.

La inversión en I+D es ridícula. Es un problema endémico de España, no solo de Canarias. El monocultivo español es el sector servicios, no la hostelería, luego es verdad que Canarias se ha especializado en una parte concreta del sector servicios. Pero la realidad de la I+D es abrumadora, y esto es algo que me gustaría conectar con la cuarta revolución que estamos viviendo. Estamos en un momento en el que se disparan todas las alarmas porque hay una disrupción. La economía se está digitalizando de forma integral, y la hostelería no va a ser una excepción. Esto supondrá una importante destrucción de empleo, como ya pasó en las anteriores revoluciones. Lo importante es ser creativos, reinventarnos y descubrir todos aquellos sectores en los que se pueda crecer, y es aquí donde la investigación es una deuda pendiente. Pero me gustaría matizar un par de cosas. También hay sectores sumamente descuidados que saldrán ganando con la digitalización justo por ser difícilmente digitalizables, y me estoy refiriendo no solo a las profesiones sanitarias, sino a todo lo relacionado con los cuidados, porque los cuidados no los pueden dar las máquinas. Y otra cosa que no debe olvidarse es que las empresas españolas, y en particular las canarias, son en su mayoría pequeñas y medianas empresas, y más pequeñas que medianas. Ese es nuestro tejido empresarial, y a veces le pedimos demasiado.

¿Demasiado?

Le pedimos demasiado a ese pequeño empresario que hace un esfuerzo por sobrevivir, y enlazo esto con el salario mínimo interprofesional. En otros países el salario mínimo no está regulado porque no hace falta, porque tienen otro tipo de filtro. Los estudios que analizan los efectos negativos y positivos del salario mínimo llegan a la conclusión de que los efectos negativos están ahí: se deja de crear empleo o se destruye. Pero hay un efecto positivo en que obliga a las empresas a ser mejores, y en ese proceso hacia ser mejores, hay muchas que desaparecen. Es una selección natural. Sin embargo, en España esta selección natural nos da pavor. Preferimos tener empresas que no son productivas y que hacen sus ajustes económicos vía deterioro de las condiciones de trabajo en lugar de apostar por la digitalización, por la internacionalización, en definitiva, por ser mejores.

No culpa usted al turismo.

Quiero ver el turismo como la oportunidad. Canarias ha hecho del turismo su oportunidad, y hay otros archipiélagos que no lo han conseguido: Azores, Madeira, Cabo Verde... Canarias es lo que es gracias al turismo, lo que no significa que no haya que diversificar. Para ello hay que trabajar en dos frentes: por un lado, ver en qué otros sectores puede Canarias generar empleo y riqueza, como las energías renovables; y por otro lado, y al mismo tiempo, hay que reinventarse turísticamente. Si ya no me sirve el modelo de siempre, pues busquemos nuevas salidas: turismo científico, nómadas digitales...

Compartir el artículo

stats