Los canarios nunca habían tenido tanto dinero depositado en los bancos. Un récord auspiciado por la pandemia, tanto por el temor a perder el trabajo como por las menores posibilidades de gasto debido a las restricciones del ocio y la movilidad, que coincide, sin embargo, con otro récord: el de la inflación, que en las Islas está en máximos de los últimos 33 años. Con el Índice de Precios de Consumo (IPC) disparado hasta el 5,8% al cierre de 2021, los depósitos bancarios de las familias y empresas del Archipiélago ya se han depreciado en más de 2.000 millones de euros. Todo parece, según se desprende del IPC nacional adelantado por el instituto de estadística (que calcula una bajada de medio punto), que la inflación en la Comunidad Autónoma también ha dado un respiro en enero, pero no es menos cierto que la escalada de los precios aún continuará al menos durante el primer semestre de 2022. De modo que los ahorros de los canarios seguirán devaluándose.
Los depósitos bancarios suman en la región 37.359 millones de euros, según los últimos datos del Banco de España. Para hacerse una idea de hasta qué punto se han incrementado estos ahorros basta con apuntar que en 2011 no llegaban a 25.000 millones, con lo que han aumentado casi un 50% en la última década. De ese montante, de esos 37.359 millones, un 6,39%, unos 2.387 millones de euros, corresponde a la Administración pública, es decir, es el dinero que está en las cuentas del Gobierno de Canarias, de los cabildos, de los ayuntamientos y de todo su entramado de organismos autónomos, empresas y fundaciones más o menos dependientes. Los restantes 34.972 millones son los que están en las cuentas bancarias, ya sean a plazo (que hace ya tiempo que no ofrecen rentabilidad) o a la vista (la cuenta corriente de toda la vida asociada a una tarjeta de crédito o débito), de los llamados otros sectores residentes, esto es, las familias y las empresas del Archipiélago. En concreto, una cuarta parte es dinero de las empresas, 8.743 millones de euros, y los restantes 26.229 millones son los ahorros propiamente dichos de los hogares isleños. Se trata de cifras récord en las que subyace la pandemia, que ha acentuado el carácter precavido de las familias. De hecho, entre finales de 2019 y comienzos de 2020, cuando estalla la crisis del coronavirus, el volumen de los depósitos se redujo por primera vez en un trimestre desde los inicios de 2017. Fue irrumpir la covid-19, con el temor a caer en un ERTE, las cuarentenas y la desaparición de los turistas, y volver la tendencia alcista. Así que, por un lado, el miedo ha disparado los ahorros; mientras que, por otro, la inflación va quitándoles valor poco a poco. ¿Por qué? Porque la extraordinaria subida de los precios, en definitiva del coste de vida, reduce las posibilidades de compra con esos 34.972 millones de euros.
Los 8.743 millones depositados en los bancos por las empresas de la región, en su gran mayoría pymes y micropymes, se han depreciado hasta el momento en 507,1 millones de euros. Y hasta en 1.521,3 millones ha caído el valor de los 26.229 millones de euros ahorrados por los hogares de la Comunidad Autónoma. En total, la inflación ha hurtado hasta el momento 2.028,4 millones de los depósitos bancarios de las pymes y familias del Archipiélago.
Estanflación
Con todo, lo peor para la economía de las Islas no es el alza del IPC, ya de por sí preocupante en un territorio con los sueldos más bajos del país, sino el mayor riesgo de estanflación al que está expuesta la Comunidad Autónoma (cuando menos en comparación con la mayoría de las restantes autonomías). La estanflación es un concepto económico para referirse a la coexistencia de una elevada tasa de paro y una inflación galopante, de ahí el miedo a que el IPC se mantenga en máximos durante más tiempo del previsto y a que la recuperación del empleo se demore. En este sentido hay que recordar que la recuperación del volumen de ocupados de antes de la crisis se debe a las contrataciones masivas en el sector público, mientras que el empleo productivo sigue por debajo de las cifras prepandemia, cuando la tasa de paro, por cierto, ya estaba muy por encima de las medias nacional y europea, algo que casi es histórico en las Islas. De momento, el actual IPC (hay que remontarse a 1989 para dar con la última vez que la inflación cerró un año por encima del 5,8%) tiene otro efecto inmediato, al margen de la depreciación de los ahorros, en la economía de las familias: la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.