Juan Carlos Aparicio (Burgos, 1955) estuvo al frente del Ministerio de Trabajo desde febrero de 2000 a julio de 2002 en el segundo gobierno de José María Aznar e impulsó, unos años antes como secretario de Estado de la Seguridad Social, el primer gran acuerdo en materia de pensiones. Entró en política con 28 años siendo diputado autonómico en las Cortes de Castilla y León, salió del Gobierno tras la huelga general de 2002 y terminó su trayectoria en la alcaldía de Burgos durante ocho años. Ahora, observa y analiza desde la distancia cómo ha cambiado la política, los acuerdos entre el Gobierno de coalición con los agentes sociales, la nueva reforma laboral y el papel que todos los actores implicados (sindicatos, empresarios, el Ejecutivo y la oposición) están jugando. Reflexiones y recados que comparte con El Periódico de España.

¿Cómo ha visto la retahíla de acuerdos entre el Gobierno y los agentes sociales en esta pandemia?

Creo que ha habido momentos de muchas contradicciones. Uno no puede, de manera simultánea, atribuir las virtudes de los ERTE cuando está denostando, criticando y amenazando con derogar la reforma laboral que habría eliminado esa herramienta. También he visto momentos de invitación al diálogo y auténticas irrupciones violentas en ese diálogo como el caso del Salario Mínimo Interprofesional. Había un proceso en marcha y no era necesario que se perturbara. He visto esa alternancia, no sé si fruto de la bipolaridad de este gobierno, entre apelaciones al diálogo e interferencias dentro del propio diálogo.

Habla de interferencias e irrupciones violentas en el diálogo.

Sí. Las más gruesas han sido las del SMI y la de hacer apelación continua a la derogación de un texto que, aunque en origen no tuvo el consenso necesario, sí se ha demostrado de una gran utilidad. 

El Gobierno prometía derogar la reforma del PP. Al final no lo ha hecho.

Bueno, no solo hablaba y prometía. Lo hemos visto en el Parlamento con su acuerdo, para mí muy desagradable, con Bildu, a cambio de una votación circunstancial. No me parece que por un hecho circunstancial se pueda tocar algo tan importante. 

Pero es innegable que no hay derogación. 

La esencia o el espíritu de la reforma de 2012 ha permanecido y muchos de los principales elementos siguen. Pero reconozco un desconcierto absoluto con temas como la ultractividad. A mí me parece necesario que tenga límites. No puede eternizarse porque entonces disuades del proceso negociador a ambas partes. Tiene que pensarse en las épocas de contención de la inflación y en las épocas de no contención (como nos está tocando vivir). Ahora bien, no sé lo que va a durar esta situación. Evidentemente no estamos a finales de los años setenta con inflaciones desbocadas que son las que llevaron al famoso Pacto de la Moncloa.

Para los empresarios se ha evitado un mal mayor. ¿Es acertada la posición de la patronal?

Muchas veces se dice, especialmente en política, que no se puede optar por lo bueno o lo mejor, sino por lo menos malo. Y entre lo menos malo estaba no solamente lo que podría haber sido legal y materialmente la derogación —total o parcial— de la anterior, sino el ambiente de incertidumbre tan brutal que se ha generado. De cara a los países inversores era un elemento de disuasión tremendo. Tú no vas a invertir en un país cuyo marco fiscal, jurídico y laboral no conoces. Al menos, todo lo que sea, salvar muebles y, sobre todo, borrar la incertidumbre es positivo. Y creo que concuerda con la filosofía y la praxis que tiene que tener una organización empresarial.

O sea que piensa que la CEOE con Garamendi al frente ha hecho lo que tenía que hacer. 

Pues creo que algunos de los objetivos que, lógicamente, le han marcado sus bases y sus asociados, están cubiertos. Se ha generado un clima de mayor certidumbre, se ha facilitado la inversión institucional europea y privada, y creo que se ha visto que podía y debía preservarse la parte sustancial de la reforma anterior.

Y sobre Garamendi… Todo esto es anterior a su llegada. El peso de Confebask y el PNV no siempre es perfectamente encajable en lo que es una posición de unidad de mercado. Creo que Garamendi ha hecho un inmenso trabajo de conciliar ese tipo de intereses. Y si añades a eso que la otra pata del trípode tradicional era Foment… Harto bien lo está haciendo dirigiendo muy bien las tensiones internas y externas. Me parece admirable.

"Harto bien lo está haciendo Garamendi dirigiendo muy bien las tensiones internas y externas. Me parece admirable"

¿Es coherente el voto en contra del PP si la nueva reforma preserva la esencia de la anterior?

¿A qué está obligado el PP? A defender lo que fue su gestión anterior en materia de cambios en el mercado laboral. Y es lógico que considere que lo mejor, hoy por hoy, es lo que hizo. 

Como mínimo, hay un debate interno. Presidentes autonómicos y dirigentes nacionales reconocen que no se toca la parte sustancial de la reforma de 2012.

Ese debate me parece absolutamente de menor cuantía comparado con el debate que habrán tenido los dos socios de gobierno. El PP está interpretando algo que puede parecer obvio, pero que conviene recordarlo, y es que es que cada uno debe operar en su terreno. Los partidos en el debate parlamentario y los agentes sociales, en el diálogo social. La obligación del Gobierno, si se llega a un acuerdo consistente, es preservarlo y garantizar que prospere en el Parlamento. Y tengo evidentes dudas de que esté haciendo lo justo y necesario para que esta reforma sea la que han acordado con los agentes sociales y no un sucedáneo. Porque es de suponer que por aspectos como la prevalencia de los convenios con sus socios nacionalistas, evidentemente no tiene nada que ver con lo que pensamos muchos. Debe buscar socios que crean en valores como la unidad de mercado o la coherencia del mercado laboral.

En todo eso cree el PP. Pero Casado dice que no cambiará de posición.

Bueno, yo creo que la gente debería saber pedir apoyo y consenso, pero no hacerlo a puñetazos. Cuando sabes que la posición del PP puede ser determinante, no puedes estar constantemente agrediendo al PP. No parece un método para pedir consensos. Yo cuando negociaba con sindicatos y empresarios, si quería un acuerdo tenía encuentros discretos, nunca secretos, pero sí discretos, para conocer los márgenes de negociación que existían. Y luego le dábamos cuerpo. Y todo ello, y lo digo con respeto a vosotros, evitando que la comunicación fuera a través de los medios, que es la única forma segura de reventar un acuerdo. 

"Muchas veces se dice que no se puede optar por lo bueno o lo mejor, sino por lo menos malo. Y entre lo menos malo estaba que no hubiera derogación y frenar el ambiente de incertidumbre"

Habla de respetar los ámbitos. ¿Los empresarios se mantienen siempre en el suyo?

Yo creo que la patronal en estos años ha sido modélica, en mi experiencia también. ¿Me hubiese gustado en algún momento más ayuda? Pues sí. Y cito un ejemplo claro. Cuando se firma el primer desarrollo gordo y consistente del Pacto de Toledo en el 96 (porque se podría haber hecho desde abril del 95 que es la fecha de firma del acuerdo político y solo político, donde no figuraban empresarios ni sindicatos). Me pareció lógico llevarles a esa mesa. Los sindicatos entendieron los cambios y lo firmaron. La patronal se abstuvo, que ya fue una gran contribución porque lo que hubiese sido muy difícil es desarrollarlo con la oposición. Y mantuve mi buena relación con José María Cuevas o con José María Fidalgo. Lo decía antes, cada uno en su terreno y en su papel. 

¿Y a los sindicatos cómo los ve ahora?

Bueno, yo seguiré sin entender qué demonios pintan los sindicatos de ámbito estatal en manifestaciones por el agrupamiento de presos de ETA o proindependentistas. No puedes utilizar la letra de La Internacional y la música de Els Segadors. Uno de los valores conceptuales más importantes, según Marx, Bakunin y todos los ortodoxos era precisamente La Internacional, no La Nacionalista. Es una contradicción. Que haya sindicatos nacionalistas lo entiendo, especialmente cuando han estados protegidos y nutridos por fuerzas nacionalistas. Pero que se presten los sindicatos de ámbito estatal a esto es una contradicción tremenda. 

Ya que habla de su papel político, también están interviniendo para que los socios habituales del Gobierno den su apoyo en el Congreso a la reforma laboral.

Insisto: creo que es importante que cada uno esté a lo suyo. La Constitución asigna una alta responsabilidad a los agentes sociales y económicos, que son los que determinan las condiciones de trabajo y de vida de casi el 80% de la población española que trabaja. Es triste tener que recordarlo. 

En vista de la situación económica, la espiral inflacionista, la electricidad y, ahora, la no derogación de la reforma laboral, ¿comparte que habría agitación en la calle si gobernara el PP?

No he visto mejor expresión de lo que pienso que la que hizo Mingote con dos señores, aparentemente representantes de los trabajadores, que decían: “En cuanto llegue un gobierno de derechas nos van a oír”. 

"Yo seguiré sin entender qué demonios pintan los sindicatos de ámbito estatal en manifestaciones por el agrupamiento de presos de ETA o proindependentistas"

Como ministro, y antes en otros cargos, participó en muchas negociaciones. También vivió (y sufrió) una huelga general. ¿Qué diferencias ve con la situación actual?

Tuve encuentros y desencuentros. No me arrepiento de nada, ni creo que sean una lacra. En esta vida todos cometemos errores. Y si un error tuyo es palmario, reconócelo. Y si haces daño a alguien, pide perdón. Es cierto que me produce tristeza… Yo no soy de la generación del 78 porque en ese año tenía 23 años, pero tuve un trato bueno e intenso con casi todos los protagonistas, uno de mis lujos es que Gabriel Cisneros, padre de la Constitución, fuese por tres veces mi número dos). Pero sí creo pertenecer a una generación en la que todos los que estábamos ahí creíamos que lo que debía prevalecer era la política para hacer cosas, no la política contra las cosas ni contra las personas. 

¿No tienen mucha responsabilidad los dos grandes partidos del momento en eso?

Creo que casi todo el mundo ha contribuido porque si estuviésemos en un país donde la acción política y mediática están completamente disociadas… Pero ahora no es así. No hay que pensar tanto qué puede hacer EEUU por usted sino qué puede hacer usted por EEUU. Si usted cree que hay crispación, no pida simplemente que cese. Trate de contribuir a que no exista. Y añado que yo viví el 23-F. Nadie me tiene que explicar lo que fue vivir en la dictadura, lo que fue la Transición y lo que es un bien frágil, como la democracia. Es muy fácil darlo todo por supuesto.

¿Qué le preocupa del presente y el futuro?

Una de las cosas que ahora se afirman es que estamos ante la posibilidad, ojalá no se materialice, de que la siguiente generación viva peor que la anterior. Es un temor que tiene ciertos fundamentos. Ha habido muchos años que a través del diálogo social y la negociación les importaba mucho más a quienes negociaban la preservación de los que ya estaban dentro del mercado laboral que el acceso, la entrada o la promoción de los que no estaban en el mercado laboral. Si un año había beneficio, margen empresarial de negociación para los que ya estaban. Sin darse cuenta de que los que seguían fuera eran en algunos casos sus hijos o sus nietos. Es una visión muy heterodoxa, pero me la puedo permitir porque ya tengo mis años.

Eso estrictamente en el mercado laboral. Parémonos a pensar si lo único que van a ofrecer en materia de protección social y seguridad social son peores expectativas que las que ellos han tenido. Y si recordamos que la seguridad social es antes que otra cosa, un contrato intergeneracional, una carrera de relevos en la que todas las partes ceden una parte de su riqueza, pero a cambio de una mejora de su expectativa. Yo eso en este momento no lo veo.

Sobre el Gobierno de coalición. ¿Qué le parece que el ministerio que dirigió ahora esté dividido en varios?

El tetraministerio. Me parece que en algunos casos roza lo absurdo. Toda política de empleo tiene que tener coherencia absoluta con las políticas de seguridad social, y todo lo que tiene que tener con ese bloque que, en algunos países se llama de solidaridad o inclusión social, tiene que tener coherencia. Parcelarlo ni satisface a los beneficiarios ni a quienes lo dirigen. Te hago una brevísima síntesis. En temas de mujer, el PP fue el primero que hizo un pacto contra la violencia. No acertó con el nombre, hablábamos de violencia doméstica. Pero era una dirección general magníficamente gestionada por Concepción Dancausa.

Otro. Los temas de migración estaban también en el ministerio de Trabajo. Saltaron de Empleo a Asuntos Sociales, de Pimentel a Mario Gómez, para entendernos. Pero vamos, no me parece serio ni consistente que se monte tal parafernalia y tal burocracia que las ayudas llegan antes a los intermediarios que a los destinatarios finales. 

Ahora como burgalés y exalcalde su ciudad. En menos de un mes, hay elecciones en Castilla y León. ¿Está el PP muy confiado?

Se ha llegado a un punto en que las expectativas van a ser necesariamente buenas para el PP. Primero, porque ha hecho un trabajo correcto. Y, segundo, porque la oposición parece obsesionada en que gane el PP. Con amigos como Garzón no te hacen falta enemigos.