El Gobierno no tiene fácil en esta ocasión lograr la foto con los líderes sindicales y empresariales para solemnizar el acuerdo sobre mercado de trabajo alcanzado al filo de las navidades. Hay varias dificultades en el camino, algunas sanitarias, como el positivo por coronavirus del líder de UGT, que no saldrá del confinamiento al menos hasta mediados de semana; otras, de forma, como la necesidad de redactar el texto antes de lanzarse a las celebraciones, una tarea que ha consumido los días posteriores al acuerdo para tener el Real Decreto-Ley listo para el Consejo de Ministros de este martes; y algunas, sencillamente, de calendario: los negociadores y los líderes sociales y políticos quieren pasar unos días con los suyos en estas fiestas de final de año. Pero el principal obstáculo es la CEOE y sus equilibrios internos, tanto económicos como políticos.

Según fuentes de la negociación, la patronal es muy reticente a dejarse ver firmando con el Gobierno un pacto que no ha sido respaldado por algunas de sus principales organizaciones (como la madrileña CEIM o la catalana Foment), que cuenta además con el rechazo del principal partido de la oposición y que puede cambiar en un sentido desfavorable a sus intereses durante la tramitación parlamentaria, si el Gobierno se apoya en grupos de izquierda como EH Bildu y ERC, que ya han anunciado que quieren modificar el texto. De hecho, el presidente de CEOE, Antonio Garamendi, avisaba este lunes en una entrevista en RNE de que "lo pactado no se toca": "El derecho laboral es muy técnico, cada coma es un mundo. El Parlamento hará lo que tenga que hacer, pero [si lo cambia] entonces no será nuestro acuerdo, será otra cosa".

Fuentes empresariales creen que no habrá foto: "Me extrañaría mucho que hubiese firma, después del malestar que se vio en el Comité Ejecutivo de CEOE. Aunque el mensaje de puertas para afuera es de unidad, fuimos muchos los que no estuvimos cómodos en el final de la negociación", explican desde una organización patronal que, a pesar de sus reticencias, dio el "sí" al acuerdo en ese decisivo encuentro empresarial de la semana pasada en el que se abstuvieron también la agraria ASAJA y Anfac, del sector del motor. Estas fuentes recuerdan además que es arriesgado firmar un texto que ahora va al Congreso: "Nos preocupa mucho que se dé más papel a los convenios autonómicos, algo que conseguimos eliminar en la mesa de diálogo social".

Un responsable sindical comparte diagnóstico: "No está Garamendi como para firmar... si luego los diputados modifican el acuerdo, dan la excusa que necesitan los 'halcones' de CEOE para caerle encima". Cabe subrayar que la patronal celebrará elecciones internas en menos de un año, aunque Garamendi todavía no ha revelado si volverá a presentarse.

Desintonizados con el PP

Otro argumento contra la foto del acuerdo es el rechazo al pacto que ha expresado el PP, con cuyo líder mantiene Garamendi una relación tirante. La opinión de los 'populares' tiene mucho predicamento en algunos sectores de CEOE, aunque uno de los dirigentes empresariales más cercanos al partido de Pablo Casado no entiende por qué esa formación se ha apresurado tanto a condenar el acuerdo: "Deberían mirar más el fondo que la forma, porque en el fondo esta reforma no va contra los intereses de las empresas. No podemos cantar victoria, porque quedaría mal, pero gracias a nuestra negociación la esencia de las medidas de 2012 se mantiene", explica. Ante este panorama, según este responsable, el Gobierno se verá forzado a explorar otras posibilidades ("el apoyo de Ciudadanos, la abstención de Vox...") o adoptar alguna medida que pudiese interpretarse como un gesto a la derecha ("más flexibilidad en los contratos temporales del sector agrario, por ejemplo").

Con todo, a corto plazo la foto parece imposible: "Mucho tendrían que cambiar las cosas, y en todo caso no antes de la semana del 10 de enero", asegura este empresario; otro negociador más, en este caso sindical, también es pesimista: "Yo creo que a los únicos a los que les viene bien esta foto en estos momentos es a Pedro Sánchez y a Yolanda Díaz", remacha.

La costumbre, una foto en La Moncloa

La legislatura está siendo rica en acuerdos entre el Gobierno y los agentes sociales (van trece, once de ellos tripartitos y dos entre Ejecutivo y sindicatos) y lo habitual después de un pacto importante viene siendo su escenificación en algún lugar del Palacio de La Moncloa: a veces en los jardines, entre dos espléndidos olivos, como en el caso del acuerdo de pensiones del pasado verano; en otras ocasiones, en el solemne Salón de Tapices, frente una mesa larga ante la que van pasando las autoridades para firmar, como en el primer acuerdo del Salario Mínimo; o incluso desayunando bajo un cuadro de Miquel Barceló, que es la foto que dejó el reciente pacto -sólo con los sindicatos- sobre el Mecanismo de Equidad Intergeneracional. Cabría esperar pues un escenario igual o mejor que los anteriores para la reforma laboral, que al fin y al cabo es para el Ejecutivo "un acuerdo histórico en materia de relaciones laborales que homologa el mercado de trabajo español al europeo", según el comunicado emitido por La Moncloa cuando se dio a conocer el pacto la semana pasada. De momento, la foto tendrá que esperar.