España es el país de la OCDE donde más aumentó la presión fiscal en 2020. En concreto, el peso de la recaudación de impuestos y cotizaciones sociales sobre el producto interior bruto (PIB) aumentó en 1,9 puntos porcentuales, hasta situarse en el 36,6% del PIB, frente al 34,7% de 2019 o el 33% del año 2000. El dato de presión fiscal en España del 36,6% del PIB es el más alto de la serie histórica que compone la estadística de la OCDE, desde 1965. El anterior dato más elevado se alcanzó en 2007, con una presión fiscal del 36,4% del PIB.

La presión fiscal media en los países de la OCDE subió una décima, hasta el 33,5% del PIB, según la estadística publicada este lunes por la organización de países desarrollados. El informe constata que aunque los ingresos tributarios nominales disminuyeron en la mayoría de los países de la OCDE, las caídas en el PIB de los países fueron a menudo mayores, lo que dio como resultado un pequeño aumento en la relación promedio entre impuestos y PIB. En el caso español la caída de la recaudación tributaria del Estado, por ejemplo, cayó el 8,8%, y la de cotizaciones sociales bajó en torno al 3%. Sin embargo, el PIB descendió mucho más: el 10,8% en términos reales y el 9,8% en términos nominales. Fue el mayor retroceso dentro de los países de la OCDE. Como resultado de todo ello aumentó el peso de los ingresos sobre el PIB y, con ello, la presión fiscal española.

Medidas de los gobiernos

En general, el informe observa que el impacto de la pandemia de COVID-19 en los ingresos fiscales fue menos pronunciado que durante las crisis anteriores, en parte debido a las medidas de apoyo del gobierno introducidas para apoyar a los hogares y las empresas (como los ertes, en el caso español). Según la OCDE, las medidas de apoyo de los gobiernos "contribuyeron a la estabilidad relativa de los ingresos fiscales al proteger el empleo y reducir las quiebras corporativas en una medida considerablemente mayor que en la crisis financiera mundial en 2008-2009".

Para los próximos años el Gobierno prevé una cierta corrección de la tendencia al alza de la presión fiscal mostrada en 2020. Con todo, España se mantiene en el grupo de países de la zona euro con menor presión fiscal, por debajo de Bélgica (43,1%), Austria (41,2%), Finlandia (41,9%), Francia (45,4%), Alemania (38,3%), Grecia (38,8%), Italia (42,9%), Luxemburgo (38,3%) Holanda (39,7%) o Eslovenia (36,9%) aunque por encima de Portugal (34,8%), Irlanda (20,2%), Estonia (34,5%), Letonia (31,9%), Lituania (31,2%) o Eslovaquia (34,8%).

Del total de la presión fiscal en España, la mayor parte corresponde a los ingresos por cotizaciones sociales (el 35,5% del total de ingresos), seguidos de los provenientes del IRPF (22,7%), el IVA (el 18,7%) y otros impuestos indirectos (10,2%). El impuesto sobre sociedades apenas representa el 6% de la recaudación total y los vinculados a la propiedad y el patrimonio, el 7,1%.

Entre México y Dinamarca

El informe muestra que la relación de impuestos a PIB de los países en 2020 osciló entre el 17,9% en México y el 46,5% en Dinamarca, con aumentos observados en 20 países y disminuciones en los otros 16 para los que se disponía de datos de 2020. Los mayores incrementos de la relación impuestos sobre el PIB en 2020 se registraron en España (1,9 puntos porcentuales), que experimentó la mayor caída del PIB nominal y una menor caída de los ingresos fiscales nominales. Otros grandes incrementos se observaron en México (1,6 puntos) e Islandia (1,3 puntos). Los mayores descensos se registraron en Irlanda (1,7 puntos), en parte debido a menores ingresos por IVA tras una reducción temporal del IVA y una menor actividad económica. Otras caídas importantes se observaron en Chile (1,6 puntos) y Noruega (1,3 punto). 

Sociedades e impuestos especiales

En toda la OCDE, los ingresos del impuesto sobre la renta de las sociedades y los impuestos especiales fueron los más afectados negativamente por la crisis del COVID-19. Los ingresos del impuesto sobre la renta de las sociedades registraron la mayor caída media (0,4 puntos del PIB, con descensos en 26 países); y el menor uso de combustible debido a restricciones de movilidad provocó una pequeña pero generalizada disminución de los ingresos por impuestos especiales (0,1 punto en promedio con descensos en 28 países).

Por el contrario, los impuestos sobre la renta de las personas físicas y las cotizaciones a la seguridad social experimentaron un aumento de los ingresos, en promedio (0,3 puntos en ambos casos, y en 28 y 29 países respectivamente). El hecho de que los ingresos de estos dos impuestos se mantuvieran probablemente refleja que los gobiernos brindaron un apoyo considerable para mantener la conexión entre los trabajadores y el mercado laboral en esta crisis. No se observaron cambios en los impuestos a la propiedad o el IVA como porcentaje del PIB, en promedio.