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Plataformas digitales

100 días de la 'ley Rider': nuevo desembarco de 'apps' de reparto

Getir, Gorillas, Rocket y Daja empiezan a operar en España, mientras Deliveroo se repliega hacia otros mercados

Varios ’riders’ esperan pedidos a la entrada de un McDonald´s en Collblanc, l’Hospitalet del Llobregat.

La ‘ley Rider’ ha supuesto un vuelco al tablero de juego de las plataformas de comida a domicilio en España. Esta semana se cumplen 100 días de su entrada en vigor y hasta cuatro nuevas aplicaciones están operativas para el consumidor local. Mientras cuatro llegan, una se marcha: Deliveroo ya ha puesto fecha a su final en España, que será el próximo 29 de noviembre. Y el resto de referencias del sector se han visto obligadas a reconvertir su modelo laboral, con Glovo implantando su propia vía, que genera notables dudas de legalidad; UberEats resignado a subcontratar el reparto y JustEat negociando un nuevo convenio de empresa para internalizar a las subcontratas.

“Hay demanda”, es la reflexión que todas fuentes consultadas para este reportaje comparten. Los inversores extranjeros siguen viendo en España un mercado con potencial. Como es el caso de Getir. Esta empresa de origen turco fundada en Estambul en el 2015 ha vivido este 2021 un ‘boom’ internacional. El pasado 15 de septiembre empezó a operar en España y ya tiene una flota de más de 300 repartidores y 19 almacenes, 13 en Madrid y seis en Barcelona. El nicho de mercado que explota es el de traer la compra del supermercado a domicilio, a diferencia de otras que se centran más en los restaurantes o las que traen cualquier cosa.

Las mochilas lilas y amarillas de Getir pronto empezarán a dejarse ver por las principales ciudades del país, según explican fuentes de la empresa. Mochilas llevadas por ‘riders’ con un contrato laboral, no autónomos. Este es el denominador común de todas las nuevas aplicaciones que se han instalado en España, como Gorillas (de capital alemán), Rocket (de capital ucraniano) o Dija (de capital británico). Estas firmas no solo publicitan que contratan directamente a sus repartidores, a diferencia del modelo de falsos autónomos –según han dictaminado múltiples tribunales e inspección de trabajo- que ha venido imperando hasta ahora entre GlovoUberEats Deliveroo. Sino que también publicitan programas específicos de inserción laboral para colectivos con dificultades. “Es una manera de diferenciarse de la competencia”, apunta la coordinadora del instituto de estudios laborales de Esade, Anna Ginès.

Aunque por más que la ‘ley Rider’ explicite que los ‘riders’ deben regirse por una relación laboral, ello no evita que los riesgos psicosociales sigan siendo una asignatura pendiente en el sector. Todas ellas venden que entregan la compra “en minutos”. “Cuando llevas tus márgenes al límite, inevitablemente obligas a tus trabajadores a ir al límite. Y eso es un grave riesgo”, apunta Ginès. “Nosotros intentamos ajustar los márgenes a través de la inversión en almacenes, no a través de los repartidores”, se justifican desde Getir. 

Superada la fase de que los repartidores no tenían derecho a paro, ni a vacaciones pagadas, ni a baja por incapacidad temporal, la pugna laboral ahora se centra en esas cuestiones. La prevención de riesgos y la mejora de salarios son los principales focos donde los sindicatos están apretando más. El recurso de las empresas del sector de recurrir a convenios colectivos, como el de la mensajería, que pagan por debajo de otros como el de la hostelería, es una de las vías para evitar pagar más costes laborales. De momento no hay un convenio colectivo que regule específicamente el reparto vía plataformas digitales.

La transparencia del algoritmo no está siendo una barrera

Uno de los argumentos que se pusieron encima de la mesa por parte de los detractores cuando se aprobó la ‘ley Rider’ fue que la obligación de cualquier empresa de dar cuentas a sus trabajadores de las implicaciones laborales de los algoritmos que usará podía ser una barrera de entrada al mercado. Pues se presentaba como una desventaja competitiva, ya que desnudar el algoritmo podía facilitar que otras empresas se aprovecharan de esa transparencia. 

El catedrático de economía y empresa de la UPF, Juan José Ganuza, no ve que eso esté pasando, principalmente porque considera que esa parte de la ley es “inaplicable”. “No está bien definido el concepto y lo veo más como una declaración de intenciones que como una barrera real para las empresas”, apunta. “Y es muy importante que no haya una sola plataforma que monopolice todo el sector, porque evita que mediante esa posición de fuerza vete la entrada de nuevas”, añade.

“Que ahora hay espacio para nuevas plataformas está claro, más allá de la ‘ley Rider’. Pero no tengo claro que el modelo de negocio de estas plataformas sea sostenible en el tiempo. Viable económicamente sí, pero sostenible tengo dudas, porque al final se produce un efecto monopolio porque todas intentan copar el mercado y erigirse como la principal referencia, tanto para usuarios como tiendas o restaurantes. Ahora hay muchas, pero en unos años no sé cuantas habrá”, apunta la profesora de Esade.

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