La recuperación global continúa pero el impulso se ha debilitado coartado por la pandemia y España es uno de los países cuya economía va a constatarlo este año. Eso se desprende del último Informe de Perspectivas Económicas del Fondo Monetario Internacional, presentado este lunes en Washington, que rebaja medio punto respecto a julio las previsiones de crecimiento para España este 2021.

Estas ahora quedan en el 5,7%, aún por encima de la media del 5% que se espera para la zona euro este año pero por debajo del 5,9% de crecimiento global estimado. La nueva previsión del FMI es ligeramente inferior a la proyectada por el Gobierno para este ejercicio, del 6,5%.

Es en 2022 cuando España, según las previsiones del FMI, protagonizará el crecimiento más fuerte entre las economías avanzadas, con una proyección de que esa expansión alcance el 6,4% (el Gobierno proyecta el 7% para el año próximo). La nueva previsión del FMI para España es 0,6 puntos superior a la que proyectó el organismo en julio y un buen dato, que queda lastrado por las previsiones del paro nacional, que seguirá sin parangón en la zona euro y en otras economías avanzadas: 15.4% en 2021 y 14.8 en 2022. Ningún país como España representa mejor la constatación del FMI de que “la recuperación del mercado laboral va significativamente por detrás de la recuperación económica” en la mayoría de países.

Y todo ello en un mundo donde el FMI ha subrayado la gran preocupación por divergencias crecientes globales en acceso a vacunas y en respuestas políticas y donde también alerta de riesgos, incluyendo las disrupciones en las cadenas de abastecimiento o el repunte en muchos países de la inflación.

El Fondo reconoce que realiza “entre alta incertidumbre” las predicciones de que la inflación volverá a niveles prepandémicos a mitad de 2022 y vincula esa falta de seguridad a interrogantes abiertos como qué camino seguirá la pandemia, cuánto durarán los problemas en las cadenas de abastecimiento o cómo evolucionarán las previsiones inflacionarias en este ambiento. No tiene dudas, en cambio, al aconsejar que la política monetaria “debe moverse en una fina línea entre enfrentar la inflación y los riesgos financieros y apoyar la recuperación económica” y al dar su receta para cómo afrontar esta situación. El FMI afirma, por ejemplo, que “los bancos centrales deben estar preparados para actuar rápidamente si los riesgos de subidas inflacionarias se materializan en esta recuperación inexplorada” y urge a “preparar acciones de contingencia”, anunciar con “claridad” qué números de inflación en cada caso llevarían a emprender esas acciones y a “actuar en línea con esa comunicación”.

"Riesgos incrementados"

En términos globales las revisiones de las previsiones que ha hecho el FMI en este último balance son modestas, con una rebaja de una décima en la perspectiva de crecimiento de este año (que queda en 5.9%) y un mantenimiento del cálculo para 2022 de una expansión del 4,9%, pero el organismo advierte de que “en general los riesgos a las perspectivas económicas se han incrementado” y alerta de que las revisiones modestas generales “enmascaran” grandes rebajas en previsiones para algunos países, especialmente los de bajos ingresos y en desarrollo.

El Informe de Perspectivas Económicas hace hincapié en que “las grandes divergencias siguen siendo una gran preocupación”, problemas que son consecuencia del desigualdades exacerbadas. Y en pocos terrenos son esas enormes disparidades mayores que en el acceso a las vacunas (con casi el 60% de la población inmunizado en economías avanzadas mientras casi el 96% en países de bajos ingresos no ha recibido sus dosis). Por eso, y dado que se considera que “la más importante prioridad política es vacunar números adecuados en todos los países y prevenir más mutaciones virulentas”, se urge tanto a los fabricantes como a los países de altos ingresos a “apoyar la expansión de la producción regional de vacunas en países en desarrollo a través de soluciones financieras y de transferencia de tecnología”.

Otra “prioridad urgente” que aparece en el informe es la necesidad de frenar el aumento de las temperaturas globales y los crecientes efectos económicos y en la salud del cambio climático. Para ello, el FMI pide “compromisos concretos más fuertes” para la cumbre COP26 y que se cumplan las promesas de movilización de 100.000 millones de dólares anuales para ayudar en esta crisis climática a naciones en desarrollo.

Asimismo, se vuelve el foco a la necesidad de esfuerzos multilaterales coordinados para asegurar liquidez a las economías más castigadas y se urge a acelerar el marco del G20 creado para reestructurar la deuda insostenible.

Abastecimiento e inflación

No son esos los únicos retos políticos a los que señala el FMI. En esa lista figuran también las fracturas en la cadena de producción y logística de distribución de bienes que han creado problemas de abastecimiento y cuellos de botella y que están siendo “más largos de lo esperado, alimentando más la inflación en muchos países”.

Es precisamente ese alza de los precios lo que merece capítulo aparte, literalmente, en el Informe de Perspectivas Económicas. El aumento de la inflación se destaca en países como Estados Unidos y Alemania y en muchos mercados emergentes y economías en desarrollo y también se subraya que “donde más han subido los precios de los alimentos es donde la inseguridad alimentaria es más alta, elevando el peso en los hogares más pobres y el riesgo de más revueltas sociales”.

El FMI llama también a “evitar accidentes políticos innecesarios: desde no subir a tiempo el techo de la deuda en Estados Unidos a reestructuraciones desordenadas de deuda en el sector de la propiedad en China”. También advierte de que “una escalada de tensiones comerciales y tecnológicas, sobre todo entre EEUU y China, podría pesar en las inversiones y el crecimiento de la productividad y alzaría más barreras en el camino de la recuperación”.