Compartir una vivienda en Canarias cuesta 289 euros al mes, es decir, un 28% más que hace cinco años y un 1% más que hace un año, según un estudio basado en los precios de la vivienda en alquiler del mes de junio de los últimos cinco años realizado por el portal inmobiliario Fotocasa. Estas cifras sitúan al Archipiélago como la región en la que más se ha elevado el coste de compartir vivienda durante el último lustro.

Según los datos del informe, en el verano del pasado año el precio medio de una habitación en las Islas era de 287 euros al mes, una cantidad que se reduce hasta los 225 euros al mes de media que se pagaba en Canarias en 2016.

En términos absolutos, el estudio del portal inmobiliario solo en cuatro comunidades autónomas se registra un precio más alto que en el Archipiélago: Cataluña (398 euros al mes), Madrid (371 euros al mes), Baleares (356 euros al mes) y País Vasco (350 euros al mes). En España compartir una vivienda cuesta de media 350 euros al mes, es decir, un 30% más que hace cinco años y un 6% más que hace un año.

Por comunidades autónomas, los mayores incrementos en el precio de alquiler de habitaciones desde 2016 se han registrado en Canarias (28 %); Cataluña (25 %); Comunidad Valenciana (24 %); Galicia (21 %); Castilla-La Mancha (21 %); Aragón (18 %); Madrid (18 %); Andalucía (17 %); País Vasco (13 %); Asturias (11 %); Castilla y León (9 %) y Región de Murcia (4 %).

Por ciudades, la más cara para compartir una vivienda es Barcelona capital con 418 euros al mes. Por encima de los 300 euros también se encuentran Badalona (385 euros); Madrid (380 euros); Bilbao (359 euros); Palma de Mallorca (353 euros); L'Hospitalet de Llobregat (335 euros); Sabadell (331 euros); Getafe (321 euros); Móstoles (315 euros) y Leganés (304 euros).

Las tres ciudades más económicas para alquilar una habitación son Salamanca capital con 229 euros/mes, La Coruña con 232 euros y Córdoba capital con 237 euros.

Según ha explicado Fotocasa, la mayoría de los demandantes de vivienda compartida son jóvenes de 18 a 35 años y aunque la pandemia ha amortiguado el incremento de precios en el último año la tendencia confirma las dificultades para los jóvenes que quieren emanciparse.