Bornay es una pequeña empresa ubicada en el municipio alicantino de Castalla que, según aseguran desde la compañía, se ha convertido en la única representante española en el sector de la minieólica. Fue un electricista, Juan Bornay, el que puso en marcha la firma, cuando decidió aprovechar su ingenio para fabricar unos pequeños molinos de viento con los que hacer llegar la electricidad a las zonas más alejadas de su población. Medio siglo después, los aerogeneradores de la empresa se pueden encontrar en más de 80 países de todo el mundo, llevando la luz a lugares absolutamente remotos donde no llegan los tendidos eléctricos.

Todo empezó en los años 70, cuando Juan se fijó en los pequeños molinos de viento que por aquel entonces se utilizaban para extraer agua de los pozos. Lo que hizo fue adaptarlos para producir electricidad, en lo que fue el origen de la empresa. El objetivo era llevar la luz a las masías diseminadas en los alrededores de Castalla. El crecimiento a partir de ahí fue imparable, hasta el punto de que, desde aquellos comienzos, Bornay ha pasado de ser un taller donde se trabajaba de forma manual a disponer de una planta de producción propia y un departamento de I+D+i que le ha permitido mejorar sus productos, y a contar con tres sedes, dos en España y una tercera en Miami.

La firma ha tenido desde sus inicios un enfoque internacional, y un ejemplo de ello es la Base Antártica Española Juan Carlos I. En ese lejano punto del planeta puede encontrarse una instalación fabricada por Bornay, al igual que en otras tres bases de la misma zona que también han recurrido a la firma de Castalla para abastecerse de energía eléctrica. Asimismo, junto a las líneas de Nazca, situadas al sur de Perú, un equipo de Bornay alimenta a una torre de telecomunicaciones. En las estaciones meteorológicas de Islandia disponen igualmente de aerogeneradores fabricados por esta pyme alicantina.

Pero hay mucho más. La firma también tiene una vertiente solidaria y de responsabilidad corporativa, que ha propiciado que emprenda diferentes proyectos sociales. A través de su iniciativa Ilumina Sonrisas, ha mejorado el bienestar de comunidades de Venezuela, el Congo o Tanzania. En este último país, lo que era un pequeño valle habitado por apenas 150 personas es hoy en día un pueblo de casi 20.000 habitantes, con colegios y otros servicios, merced a los aerogeneradores puestos en marcha.

Juan de Dios Bornay ha tomado el relevo de su padre al frente de la empresa. Explica que el secreto de su éxito es prestar un servicio integral a los clientes, suministrando todo lo necesario para el funcionamiento de sus equipos. Desde el propio aerogenerador a las baterías, pasando por los sistemas de distribución e incluso placas solares. El fuerte impulso experimentado en los últimos tiempos por las energías renovables también está suponiendo un empuje para Bornay, que factura 8 millones de euros anuales. «En estos momentos fabricamos unos 150 aerogeneradores al año, pero nuestras instalaciones tienen una capacidad para producir hasta 500, por lo que el potencial de crecimiento es amplio», concluye.