El Gobierno británico revisa hoy su sistema de semáforos y los turoperadores no esperan cambios en lo que respecta a Canarias, las Islas continuarán en ámbar junto al conjunto de España. Si bien las tasas de contagio se han reducido notablemente desde hace tres semanas, periodicidad con la que Londres revisa sus decisiones, la tasa de contagiosidad se mantiene en el Archipiélago por encima de los niveles que podrían llevar al Ejecutivo de Boris Johnson a relajar sus restricciones.

En lo que respecta a Canarias, los gigantes del negocio de los viajes mantienen la vista puesta en el tramo final del mes de octubre, cuando se iniciará la temporada de invierno. Al inicio de agosto, se temió que las autoridades británicas colocaran a las Islas en una nueva categoría ámbar plus o incluso en rojo. En los últimos días de julio, el Archipiélago había alcanzado su récord de contagios, superando los mil diarios.

El sector alojativo canario respiró con alivio cuanto el ministro de Transportes británico, Grant Shapps, anunció que, a pesar de los malos números, las Islas se mantenían en ámbar. Ese color evita la cuarentena a los vacunados con pauta completa que regresan tras pasar las vacaciones en el Archipiélago. Aun así, deben presentar una prueba diagnóstica con resultado negativo y hacerse otra a los dos días de su retorno.

«Ha mejorado todo desde entonces, pero no lo suficiente», aseguran fuentes del sector de la turoperación. Podría pensarse que si hace tres semanas, con muy malos números, Johnson y su gabinete decidieron dejar el color ámbar junto al nombre de Canarias, la reducción de los contagios debería traducirse en dar otra zancada hacia la normalidad.

Otros condicionantes

A pesar de que «siempre hay espacio para la sorpresa», continúan las mismas fuentes, Gran Bretaña se enfrenta ahora a sus propios problemas. Desde el 12 de agosto, no logra reducir el ritmo de contagiados de los 30.000 diarios.

Agencias de viajes, aerolíneas y turoperadores presionan sobre Downing Street, porque su beneficio está en traer turistas a Canarias. Sin embargo, si bien los esfuerzos de este lobby sumaron para que no se encendiera la bombilla roja, sus integrantes ven «muy difícil» que sirvan en este momento para propiciar una decisión más favorable. «La tendencia en Canarias es buena, pero se desconoce si se consolidará» y los esfuerzos del Ejecutivo británico, centrados en doblar la curva dentro del país, pasan por cerrar la puerta a cuanta amenaza exterior pueda existir.

«Los aviones llegan medio vacíos», afirma el vicepresidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo (FEHT), Tom Smulders, sobre los vuelos que despegan desde territorio británico. Aunque indeseable, esa situación no va a cambiar en las próximas semanas. El perjuicio para Canarias es notable, pero el gran golpe se lo llevan los destinos peninsulares y Baleares, que ven cómo el verano, y su oportunidad de hacer caja, se les agota.

La esperanza está puesta en que para la nueva revisión, a mitad de septiembre, el Archipiélago haya mejorado los 81 contagios por cada cien mil habitantes en los últimos siete días –196 desde hace catorce– y Londres decida dar el paso. Eso ocurrirá prácticamente a un mes de que arranque la temporada alta.

Alemania ya rebajó las restricciones desde el pasado lunes, un importante paso que, hasta el momento, no se ha traducido en un incremento muy acentuado de las reservas. «Eso ocurrirá», afirma Smulders, sin embargo, la pandemia ha variado de manera notable el modo de viajar. Ya no se planea con mucha antelación y pasará tiempo hasta que la demanda recupere la confianza y regrese a ese modo de consumo.

La decisión del Gobierno de Angela Merkel se ha tomado en Canarias como la primera de un mercado esencial hacia una cierta normalidad basada en la vacunación. Se espera que todos los nórdicos se sumen en breve.