Un total de 130 países llegaron ayer a un histórico acuerdo de reforma fiscal para las multinacionales que incluye un impuesto mínimo sobre los beneficios de «al menos el 15%», según anunció la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Este pacto se suma al que llegaron los países más ricos del planeta, el G-7, a instancias de EEUU, que aboga por un impuesto mínimo global para las multinacionales. «Este es un acuerdo histórico para reformar el sistema tributario global», afirmó entonces el ministro de Finanzas británico, Rishi Sunak, tras presidir la reunión del G-7 celebrada enel Reino Unido. «Tras años de trabajo y negociaciones intensas, este paquete de medidas históricas garantizará que las multinacionales paguen su parte justa de impuestos en todo el mundo», declaró el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, citado en un comunicado.

Un pequeño grupo de países, entre los que se encuentran Irlanda y Hungría, muy reacios a la propuesta, no se adherieron la declaración, según la lista facilitada por la organización. Irlanda es un país con una tributación de los beneficios empresariales muy atractiva, que le ha servido para atraer inversiones de grandes empresas tecnológicas.

La declaración conjunta también prevé un reparto «más justo» de los beneficios entre los países donde las empresas tienen su sede y aquellos en los que realmente desarrollan sus actividades, incluso sin presencia física. Esta parte está dirigida en particular a los gigantes digitales.

A pesar de que algunos expertos restan importancia al pacto, al que le faltan todos los detalles todavía, la mayoría de países lo celebran como un paso gigantesco. La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, apuntó que es «día histórico para la diplomacia económica», mientras que su homólogo alemán, Olaf Scholz, saludó «un paso colosal hacia una mayor justicia fiscal». Para el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, se trata del «acuerdo fiscal internacional más importante alcanzado en el último siglo».