Entre 1,5 y 1,9 millones de trabajadores en España llevan seis meses pendientes de si subirá finalmente este año o no el salario mínimo interprofesional (SMI). La ministra de Trabajo y hoy vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, se comprometió a ello, y lo constató en su reciente visita a Canarias el pasado jueves para la firma del Plan Integral de Empleo (PIEC): «No es justo congelarlo», recalcó. Pero el rechazo de la patronal y, principalmente, del ala conservadora del Gobierno ha frenado cualquier incremento desde el pasado 1 de enero. Un semestre después, la discusión sigue en barbecho.

El debate en el seno del Ejecutivo se desplazó a una comisión de 14 expertos que este junio prevé publicar un informe con recomendaciones sobre cómo debería evolucionar este suelo salarial en lo que queda de legislatura y que hoy es de 950 euros, teniendo en cuenta que el compromiso firmado en el acuerdo de Gobierno es finalizar la legislatura con un SMI equivalente al 60% del salario medio en España.

Repartidores, trabajadoras del hogar, temporeros, ocupados en centros especiales de trabajo… Los profesionales que ganan el SMI son diversos y están distribuidos en distintos sectores. Entre el 10% y el 12% de la población asalariada en España cobra según el salario mínimo, según datos recopilados por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). Lo que supone entre 1,5 y 1,9 millones de trabajadores.

Gisela es repartidora para una subcontrata de JustEat 15 horas a la semana, que pueden convertirse en 20 o 30 dependiendo de los flujos de trabajo que tenga la empresa. Por esa base de 15 horas, cobra 340 euros al mes, que pueden llegar a convertirse, en el mejor de los casos, en 800 si le asignan más horas. «Te avisan el mismo día de los horarios, no puedes planificar nada. Tampoco sé cuánto me va a quedar a final de mes ni si me va a alcanzar». Ella cobra el salario mínimo pelado, con un plus de un euro la hora si pone la moto para repartir. «Si lo acaban subiendo, ese extra lo invertiría en el mantenimiento del vehículo, para poder seguir trabajando», cuenta. Esos 10, 20 o 50 euros que puede acabar subiendo el SMI marcan la diferencia para Gisela entre saber que podrá seguir trabajando o vivir con esa incertidumbre. Solo cuatro países de la UE han congelado el salario mínimo interprofesional y España es uno de ellos. «Los salarios, en general, están estancados. En 2020 y 2021 se han firmado poquísimos convenios», apunta el economista de Fedea Floren Felgueroso. Uno de los últimos ha sido el del textil, que contempla un alza del 0,5% para este año y del 2% para 2022 y 2023. «Hay mucha incertidumbre aún, especialmente cara al otoño», añade Felgueroso. Lo que origina que o bien se pospongan las negociaciones de nuevos convenios, o bien se pospongan las subidas.

Mientras, el precio de la vida sigue subiendo. La inflación acumulada hasta abril muestra un encarecimiento del 1,6%. No todos los productos, no obstante, se encarecen igual, aunque hay varias facturas indispensables que han seguido creciendo. La más evidente es la de la electricidad, gas y otros combustibles, que ha subido en lo que va de año el 12,9%.