El sureste de Gran Canaria se ha convertido en objeto de deseo de las multinacionales energéticas para el desarrollo de sus futuras inversiones en tecnología eólica marina (off shore en su denominación inglesa). La calidad del viento y la ausencia de trabas ambientales han provocado que la mayor parte de las miradas se dirijan a la franja del litoral comprendida entre Arinaga y Juan Grande. Son solo tomas de posiciones en una carrera que acelerarán la actualización de la normativa que impulsa el Gobierno central y la llegada de los fondos europeos para la reconstrucción de las economías tras la pandemia.

Cinco compañías ya han hecho llegar sus pretensiones al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Los planes presentados suman 1.094 megavatios. De dicha cantidad, solo 50 megavatios serían para Lanzarote; los 1.044 restantes, íntegros para Gran Canaria.

No es una circunstancia casual. En 2017, la doctora y profesora de Ingeniería de Procesos de la ULPGC Julieta Schallenberg publicó en la revista Energy un artículo en el que detallaba el potencial del Archipiélago para el desarrollo de parques eólicos en el mar. «El sureste de Gran Canaria es el área de más viento de todas las Islas», explica hoy. Ahí y en la inexistencia de una «reserva natural», continúa Schallenberg, radica el porqué de la cruz trazada con lápiz grueso por los expertos.

Antes de avanzar queda otra incógnita por despejar: el abandono del medio terrestre para continuar avanzando en la penetración de renovables en Canarias. La semana pasada la subasta Eolcan 2 repartió 98 megavatios de potencia eólica entre 16 nuevos proyectos para Gran Canaria, Tenerife y La Gomera. Si el desarrollo del aprovechamiento del viento mar adentro toma la velocidad de crucero que precisa, puede pasar tiempo hasta que volvamos a ver un certamen en tierra de esta dimensión en la comunidad autónoma.

El suelo se acaba. No ya por su nivel de protección y uso, que también, sino que escasean las áreas en las que resulta rentable el giro de la palas de los aerogeneradores, es decir, aquellas en las que hay viento intenso. «Además, la proliferación de los parques va causando impacto en la población», añade Julieta Schallenberg. Desde que salió de su largo letargo de casi 20 años, la eólica ha contado con detractores en las Islas. Incluso por motivos estéticos y a pesar de contribuir a la mejora de la calidad del aire y a la lucha contra el cambio climático.

En ese tiempo, la tecnología off shore ha recorrido un gran trecho en el camino de la competitividad. Ha mejorado sus prestaciones y ha reducido notablemente sus costes. En el primero de dichos capítulos, ha irrumpido con fuerza la eólica marina flotante, ideal para las grandes profundidades del mar canario. En cuanto al ahorro de costes, un ejemplo lo constituye el proyecto Elisa que se desarrolla en las cercanía de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) y que ha cumplido el objetivo de mostrar la posibilidad de reducir las dificultades en el proceso de instalación de las máquinas en el agua.

Y todavía hay una razón más para entender el especial atractivo de los parques eólicos marinos. «Te quitas la rugosidad del terreno y el viento es más estable», apunta Schallenberg. La orografía, dependiendo de la dirección desde la que sopla el viento, en ocasiones roba enteros al proceso de generación. De tal manera que la tecnología off shore proporciona un resultado levemente mayor por unidad de potencia.

La empresa gallega Greenalia es una de las que aspiran a desembarcar en las Islas. «Cuentan con el mejor recurso eólico de Europa», aseguran en la compañía. Y, dicho queda, es el sureste de Gran Canaria la zona que más destaca dentro de esa generalidad. Además, «y no es menos importante», recalca la doctora Schallenberg, en esa área de la costa existe un punto de evacuación a la red eléctrica, una subestación transformadora.

Garantía de rapidez

No en todo el resto de ubicaciones susceptibles de albergar proyectos de este tipo hay una infraestructura de esta naturaleza, vital para llevar hasta los ciudadanos y empresas la energía que demandan. Por tanto, esta zona grancanaria que concita la atención de los promotores garantiza también rapidez para la puesta en funcionamiento. Y justo en el momento en el que la velocidad es un valor que cotiza al alza.

La Unión Europea (UE) ha colocado dos fechas –2023 y 2026– para el aprovechamiento de los fondos Next Generation que ha aprobado para reconstruir las economías de los países miembros. Lo que llegue después no tendrá el cobijo de los 450 millones de euros que llegarán a Canarias.

Allí donde no haya una subestación tendrá que construirla Red Eléctrica de España (REE) donde dicte la planificación 2021-2026. Actualmente está prorrogada la del lustro anterior, pero en breve llegará una nueva, que incorporará las peticiones del Gobierno regional. «En el ministerio ya las conocen», señala el viceconsejero de Lucha contra el Cambio Climático del Ejecutivo canario, Miguel Ángel Pérez, que asegura que las conversaciones con Madrid son continuas para el desarrollo de la eólica marina y conseguir así que llegue «de manera ordenada».

En febrero, cuando llovieron las presentaciones de los proyectos desde el sector privado, el consejero regional de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, José Antonio Valbuena, advirtió de que la última palabra sobre la ubicación la tendría la comunidad autónoma. Pérez confirma ahora dicho anuncio y explica que de momento se trata de dibujar el Plan de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) de Canarias. Nadie quiere que esa mina de oro del sureste se pueble de colonos que, como en el medio oeste, desembarquen sin conocer unas directrices, unas reglas del juego, que operarán para todos.

«Perimetramos junto al Estado cuáles son las zonas con mayores aprovechamientos», expone el viceconsejero. Ante todo, «nada que no tenga sentido y traiga problemas después», continúa con la mente puesta en los parques eólicos en tierra que no pudieron construirse porque al hacer la ordenación no se tuvieron en cuenta las servidumbres de seguridad aérea en la mejor zona de viento de Gran Canaria.

En paralelo a la segmentación del espacio marítimo, el ministerio que dirige Teresa Ribera tiene que terminar de redactar la ley que dé cobertura a esta nueva –en España– industria: obligaciones administrativas, adjudicación de potencia, retribución... El triángulo se cierra con el Plan de Transición Energética de Canarias, que tiene que ver la luz en el último tramo de este año o el inicio de 2022. En este documento, los parques eólicos off shore jugarán un papel protagonista.

No solo esa veta del sureste albergará parques eólicos. Cuando se colme hasta el límite que subraye la planificación, la mirada se girará hacia áreas que ocupan el segundo escalón en la definición de los niveles de interés. Zonas que aportarán un beneficio también interesante pero cuyo margen sea inferior en algunos puntos comparado el que más novias tiene.

En el artículo de la revista Energy, Schallenberg señaló que las aguas que circundan Canarias podrían dar para generar una cantidad de energía que multiplica por 22 la demanda actual. Bien es cierto que ella misma se encargó de aclarar que la política medioambiental se hizo más restrictiva desde el momento del análisis. También que no existen tazones para generar una oferta desmesurada. Lo que sirve es que 22, 20, quince o cinco definen por sí mismos las grandes posibilidades de esta tecnología.

Esta misma semana, el coordinador científico del proyecto Planificación Sostenible de Áreas Marinas en la Macaronesia, Andrej Abramic; el investigador Alejandro García Mendoza, y el director en funciones del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-Ecoaqua) de la ULPGC, Ricardo Haroun, presentaron un documento en el que identifican las mejores áreas del Archipiélago para el desarrollo de la eólica marina.

Conjugan tres opiniones para conformar las valoraciones finales: las más ambientalistas, las de expertos en eólica marina y las de quienes conocen la delimitación del espacio marítimo. Para suerte de las Islas, el sureste de Gran Canaria aparece muy acompañado.